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FOUCAULT Y LA CUESTIÓN DEL PODER DEL ESTADO

RafaelSachetto25 de Enero de 2013

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FOUCAULT Y LA CUESTIÓN DEL PODER

DEL ESTADO

Introducción

En Omnes et Singulatim Michel Foucault comienza afirmando que “...desde Kant el papel de la filosofía ha sido el de impedir que la razón sobrepase los límites de lo que está dado en la experiencia; pero desde esta época – es decir, con el desarrollo de los estados modernos y la organización política de la sociedad – el papel de la filosofía ha sido el de vigilar los abusos del poder de la racionalidad política...”

Observa que existe un lazo evidente entre racionalización y abuso de poder y referencia como ejemplos los casos de campos de concentración o la burocracia estatal.

Su mirada hacia atrás, a la historia de las prácticas, constituye el caudal informativo a partir de lo cual comenzará a analizar esta racionalidad política, no para saber el fundamento, sino para establecer las relaciones a partir de las cuales hoy, el poder de la racionalidad política ha tenido la posibilidad de constituirse como fuerza o más específicamente como microfuerza en torno a cuestiones vitales.

Foucault intentará abordar el proceso de la relación racionalidad – poder a partir de experiencias como la locura, enfermedad, muerte, crimen, sexualidad, etc. Con esto nos está queriendo decir, que no hay una manera única de racionalidad y que ninguna de las que se presenta se han constituido de la misma manera, sino que constituyen el resultado de diversas prácticas. Por ello la pregunta por la subjetividad no es al modo clásico, es decir, algo como ¿qué es la subjetividad?, sino más bien, la pregunta apunta a los modos, relaciones, elementos que han hecho posible tal constitución. Podríamos preguntar ¿Cuáles han sido los procesos a partir de los cuales se han establecido o constituido las subjetividades que se plantean hoy en la realidad? Apelando a la idea de cuadrículas de Foucault, Esther Díaz, nos comenta que los procesos individualizantes de las instituciones atrapan en esta cuadrículas a los individuos y los identifican con precisión. A partir de ese saber se construye una práctica. Hay un conocimiento minucioso y particular de cada uno de ellos. Así “la sociedad se torna disciplinada. Los hospitales las cárceles, las fábricas, los ejércitos y los colegios se disciplinan. El patrón de medida será la norma. Pero quien no la cumpla estará mucho más individualizado que el que la cumpla. Lo normal es ser sano. Si estuviera enfermo habría que someterse a ser registrado., auscultado, observado, visitado, minuciosamente examinado. Lo normal es cumplir las leyes. Si se las violara se sufriría encierro, control, vigilancia, acecho”. . La norma aplicada por el poder con base en un determinado conocimiento o saber, produce determinada subjetividad y esta producción es una relación de fuerza que actúa y puja por instalarse. Esta fuerza produce algo. Diaz comenta que “la práctica de producir verdad circula por la justicia, la medicina, ala pedagogía, las relaciones familiares, las relaciones afectivas” y la confesión de estas verdades “se constituyen en prácticas de sujeción de los hombres y su constitución en sujetos” .

El tema es que algo HAY (como hecho), algo se da. Lanceros nos dice que “Foucault no comienza preguntándose por la existencia del saber y del poder, no cuestiona sus respectivas legitimidades – otros habrá que lo hagan – sino que su punto de partida se expresa en la sobriedad del HAY: hay saber, hay poder, hay ámbitos en los que el sujeto se constituye como objetos de conocimientos y prácticas” . Hay un dato constituido históricamente al cual hay que acercarse. ¿De qué manera? Lanceros también nos lo dice ”...como constante polémica que exige diversos ensayos de aproximación, diferentes perspectivas que no se instituyen en teoría o ciencia” . Por tanto lo que haremos aquí es aproximarnos al modo en cómo ve Foucault esta constitución de una subjetividad política a partir de esta racionalidad del estado.

Como dijimos - y en esto seguiremos el modo como el propio Foucault desarrolla la exposición Omnes et Singulatim -, rodearemos el hecho de esta subjetividad que se relaciona a la razón política e intentaremos explicitar el origen múltiple de la constitución de la subjetividad política contemporánea, mostrando las diversas relaciones que juegan el juego de fuerzas.

A lo largo de su obra Foucault ha estudiado la mecánica del poder. “A través de la analítica del poder, este es concebido como la puesta en juego de estrategias que forman, organizan ponen en circulación aparatos de saber. La verdad, a su vez, se vincula en una relación circular con sistemas de poder que la producen y sostienen, y con efectos de poder que ella induce y la extienden” . La inconmensurable malla de la que habla Foucault y de la cual somos parte no pudiendo quedar fuera de ella. Todos de alguna manera, afirma, somos parte activa de ella. Es activa en el sentido que analiza el poder en términos positivos, es decir, el poder para Michel Foucault es productor. Produce objetividad y produce también subjetividad. Foucault entiende que no hay un centro del poder sino que lo que existe es “una red infinita de relaciones de poder”

Para ello dispone de tecnologías. Son tecnologías, mecanismos que producen objetividad y subjetividad: tecnologías de producción, tecnologías de sistema de signos, tecnologías de poder y tecnologías del “yo” . Son estos los mecanismos que se ponen en juego de fuerzas para producir las veridicciones , es decir los discursos con pretensión de verdad. En Tecnologías del Yo, nos dice que “la historia crítica del pensamiento no es ni una historia de las adquisiciones ni una historia de las ocultaciones de la verdad; es la historia de la emergencia de los juegos de verdad: es la historia de las veridicciones entendidas como formas según las cuales se articulan sobre un dominio discursos susceptibles de ser llamados verdaderos o falsos”.

La relación, poder, saber y verdad, afirma Foucault, está presente también en la racionalidad política y para ello iniciará un rodeo o aproximación hacia aquellos elementos que considera, constituyen los elementos que conforman lo que hoy es el estado contemporáneo.

La razón reducida al análisis de los datos de experiencia, como afirmaba Kant, proporcionan en Foucault un universo nuevo de análisis, que puede concluyen en una ética, no buscando un deber ser en función de una naturaleza cuyas potencias han de ser actuadas a lo largo de la historia, sino al revés. La historia de las prácticas y los discursos constituyen lo que somos o mejor dicho nos van constituyendo. Es significativa la respuesta que Foucault da al reportero cuando intenta calificarlo de una determinada manera, el pensador francés le responde “No creo que sea necesario saber exactamente lo que soy. En la vida y en el trabajo lo más interesante es convertirse en algo que no se era al principio. [...] lo que es verdad de la escritura y de la relación amorosa también es verdad de la vida. El juego merece la pena en la medida en que no se sabe cómo va a terminar” .

En relación a esto último y al tema de la racionalidad política, es importante una afirmación que nos trae Agamben “Creo que sería muy importante llegar a pensar de un modo nuevo la relación entre la potencia y el acto, lo posible y lo real, no es lo posible lo que exige ser realizado, sino la realidad la que exige volverse posible. Pensamiento, praxis e imaginación (tres cosas que no deberían ser jamás separadas) convergen en este desafío común: volver posible la vida” . Justamente lo atinente a la vida es de lo que trataremos seguidamente. El estudio histórico se convierte, de alguna manera, en una crítica emancipatoria, liberadora.

Acercamiento al problema

En relación a esta posibilidad emancipatoria lo que nos propone Foucault o es su intención, es lo siguiente: somos más libres de lo que creemos o en otros términos podemos ser más libres de lo que somos. En este sentido, nos dice, respecto de su actuación en el medio filosófico o mejor dicho, respecto de su tarea como intelectual: “Mi papel – y esta es una palabra demasiado enfática – consiste en enseñar a la gente que son mucho más libres de lo que se sienten, que la gente acepta como verdad, como evidencia, algunos temas que han sido construidos durante cierto momento de la historia, y que esa pretendida evidencia puede ser criticada y destruida. Cambiar algo en el espíritu de al gente, ese es el papel del intelectual”

Algunas consideraciones sobre esta afirmación, que de alguna manera, expresa el espíritu general de su obra ya que no lo restringe a un escrito suyo en particular, sino a su propia tarea como intelectual. Desde esa tarea – la de intelectual - describe un complejo sistema de verdades construidas históricamente o como lo llama é mismo: veridicciones, las cuales hay que someter a crítica y destruirlas. Esas veridicciones, tiene una intención individualizante y totalizante, que anula las propias posibilidades y somete a un poder que regula la conducta.

Este es el espíritu que anima el pensamiento y el actuar del filósofo francés: un constante desenmascarar no para encontrar algo fundante y original, sino simplemente, para mostrar el modo como la historia de los hombres se ha ido regulando mediante esta lógica del poder que nace en las prácticas establecidas y se formalizan en un discurso aceptado con status de verdad.

Algunos otros elementos surgen de esta afirmación, que solo lo mencionaremos para ya disponernos al análisis de la cuestión central que nos ocupa, a saber, la relación entre poder y vida.

Justamente,

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