Fenomenologia
lilialejandra12 de Diciembre de 2014
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MERLEAU-PONTY, Maurice
Fenomenología de la percepción
Ed. Península, Barcelona 1975, 469 pp.
INDICE
INTRODUCCIÓN AL AUTOR
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN: Los prejuicios clásicos y el retorno a los fenómenos
PRIMERA PARTE: El cuerpo
SEGUNDA PARTE: El mundo percibido
TERCERA PARTE: El ser-para-sí y el ser-del-mundo
VALORACIÓN CRÍTICA
ANEXO
INTRODUCCIÓN AL AUTOR
La filosofía de Maurice Merleau-Ponty (1908-1961) constituye una aplicación del método fenomenológico al conocimiento humano. Para comprender sus obras es necesario previamente conocer el método de Husserl, del que Merleau-Ponty toma muchos conceptos (por ejemplo, el de conciencia constituyente, intencionalidad, campo de presencia y otros).
Por otro lado, su doctrina es existencialista, en la misma línea de Heidegger y, sobre todo, Sartre. Con Sartre coincide el autor en su ateísmo explícito y radical: la existencia de Dios haría vana la libre actuación del hombre. Ante un Dios Bello, Bueno, etc., el hombre no podría hacer nada bello, bueno, etc. La teología impide, según el autor, toda libertad. En cambio, la negación de una norma absoluta hace posible la antropología social, que busca realizar en el mundo una perfección que será fruto de la libertad. Las ideas existencialistas principales del autor son: el rechazo de toda religiosidad, la finitud y contingencia del hombre, el carácter terreno y corpóreo de la existencia, y la historicidad situacional.
Además, en Merleau-Ponty hay elementos de marxismo, filosofía a la que él adhiere (sin llegar a la ortodoxia de partido y con diversas fluctuaciones a lo largo de su vida): acepta la existencia histórico-social del hombre, al igual que Marx (Cfr. la recensión impresa a MERLEAU-PONTY, Maurice, Las aventuras de la dialéctica, 1965).
Su filosofía se caracteriza por dar una extrema importancia a la percepción, núcleo del conocimiento (el mundo es la intersección de las experiencias perceptivas de los hombres) y al cuerpo (el hombre es esencialmente cuerpo consciente). Con esta base, Merleau-Ponty desarrolla una doctrina en la que el
hombre y el mundo se reclaman recíprocamente, como en Heidegger: el hombre es ser en conciencia, conciencia situada en el mundo o ser-en-el-mundo. El hombre es, pues, exterioridad, presencia del "otro" (el mundo, los demás), "percepción del otro" por mí, en su referencia a mí. Sólo hay dimensión de trascendencia dentro del mundo (trascendencia fenomenológica). De ahí resulta que el hombre está siempre en situación, y que se ha de eliminar toda búsqueda de un Absoluto fuera de las situaciones existenciales. En definitiva, para Merleau-Ponty el hombre es intersubjetividad, apertura a los otros impregnada en lo corpóreo, y que debe realizar constantemente la libertad por medio del compromiso social. Estas mismas ideas en general se encuentran también en la filosofía de Sartre; con la diferencia de que este último extrae unas consecuencias más radicalmente pesimistas en cuanto al valor de la existencia humana.
PRÓLOGO
Merleau-Ponty presenta el método fenomenológico como la única vía para comprender al hombre como "ser en situación", como ser en el mundo.
La referencia a Husserl es constante a lo largo de la obra, aunque tratará de darle más importancia a los temas relacionados con el hombre y su existencia, que Husserl no trata en sus obras; la filosofía de Merleau-Ponty es existencialista y su intención es la de comprender al hombre a partir de su "factividad" (Cfr. p. 7). La realidad está siempre "ya ahí", pero la filosofía no puede contentarse con el conocimiento inmediato o "ingenuo" de ésta, sino que tiene que conocerla en su relación con el hombre que es parte de esta realidad, que está inmerso en ella.
Desde el comienzo distingue entre la fenomenología y la filosofía que "reflexiona" sobre la realidad, desligándola del sujeto o considerando la conciencia de este sujeto como supratemporal. Según el autor los aspectos fundamentales, tales como la alteridad, la temporalidad, el pensamiento humano en cuanto inmerso en una situación y la percepción, sólo pueden ser tratados filosóficamente según el método fenomenológico (Cfr. pp.7-8).
En la fenomenología se trata de descubrir la existencia, oponiéndose así a la explicación y al análisis que es el método propio de la ciencia, la cual para conocer desliga el objeto de la complejidad de la existencia e interpone, entre ésta y el sujeto una construcción de razón (Cfr. pp. 8-9). La existencia no se puede reducir a ninguno de los aspectos que la ciencia considera en sus explicaciones. Lo peligroso es que la mayor parte de las veces se prescinde de la existencia, se la da por supuesta (Cfr. p. 9). Es en la conciencia, de la cual trata la fenomenología, donde tenemos ese conocimiento de la existencia; en la conciencia, el mundo se dispone en torno al sujeto y existe en relación a él (Cfr. p.9).
Esta conciencia a la que se refiere el autor, es diferente de la cartesiana y la kantiana. Descartes y Kant otorgan preeminencia a la conciencia sobre la existencia y la sitúan en la base del conocimiento. Para Merleau-Ponty, en cambio, la conciencia es el modo de lograr el enlace con el mundo, pero no el fundamento de este enlace. El sujeto no es la condición de posibilidad de nuestra experiencia del mundo; si así fuera, el conocimiento sería una reconstrucción; las relaciones entre el sujeto y el mundo, por el contrario, son contemporáneas, se dan de una manera indisoluble (Cfr, pp. 9-10).
"El mundo está ahí antes de cualquier análisis que yo pueda hacer de él "Ibidem, p.9). Varias veces insiste en esta idea: el mundo hay que describirlo, no reconstruirlo o construirlo. Por eso, la base de nuestro conocimiento está en nuestro contacto con el mundo que se da por la percepción. A través de la percepción lo existente en el mundo se hace presente a la conciencia del sujeto como una realidad patente (Cfr. pp. 10-11). Esto no quiere decir —como veremos más adelante— que Merleau-Ponty adopte ante el problema del conocimiento una postura realista. Para él —al igual que para Husserl— no se trata de descubrir el mundo tal como es en sí, sino tal como se presenta en mi conciencia.
Según el autor, desde esta perspectiva es más fácil comprender la reducción fenomenológica. Husserl es el autor de este método usado por la fenomenología, en el que se reemplaza la actitud ingenua característica del hombre medio por una actitud crítica. El método consiste en poner entre paréntesis la experiencia tal como ordinariamente nos es dada y luego realizar una serie de reducciones por las que el sujeto que conoce suspende el juicio, primero, sobre todo lo dicho anteriormente por la ciencia, la historia, etc., respecto a un determinado objeto; luego se prescinde de la individualidad y existencia del objeto hasta llegar a la última reducción en la que sólo se considera el objeto en cuanto correlativo de la conciencia, llegando así a la esencia o "eidos" del objeto. Merleau-Ponty retoma esta idea, pero insistiendo en la relación que guarda el objeto conocido por el mundo y, por tanto, en la necesidad de recuperar en la conciencia —luego de haberlo desligado de un tiempo y espacio objetivos— lo que percibimos en el mundo. En el proceso de reducción fenomenológica se pone en suspenso la relación del sujeto con el mundo para que lo conocido aparezca sólo tal como se da en nuestra conciencia. Una reducción completa es imposible, admite el autor, puesto que somo en el mundo (Cfr. pp. 11-15).
Este proceso de reducción fenomenológica que parece en un primer momento alejarse del mundo y de la existencia, no nos hace olvidar que la filosofía es un compromiso. Las esencias que nos hace presentes la reducción son un medio, no son el objeto de nuestro conocimiento; la existencia es lo importante, pero como está demasiado ligada al mundo, necesitamos, según Merleau-Ponty, "del campo de la idealidad para conocer y conquistar su facticidad. (...) Se trata de reconocer la conciencia misma como proyecto del mundo, destinada a un mundo que ella ni abarca ni posee, pero hacia el cual no cesa de dirigirse; y el mundo como este individuo preobjetivo cuya imperiosa unidad prescribe al conocimiento su meta" (Ibidem. p. 17).
El autor rechaza la posibilidad de un conocimiento de verdades inmutables y eternas. La percepción nos pone delante de situaciones existentes, de acontecimientos de múltiples tipos, y todo en esta situación tiene importancia, pues todos los aspectos la conforman, no se pueden aislar unos de otros ni prescindir de algunos. La verdad es la realidad y reconocer la
verda es conoce toda la realidad (verdad y realidad entendidas fenomnológicamente. En el mundo fenomenológico adquieren un sentido toda la gama de relaciones que se dan en la existencia. La filosofía no necesita fundamento ni condición de posibilidad, porque la tiene ya dada en la relación del sujeto con el mundo (cfr. pp. 17-21).
En este prólogo se observa cómo el programa fenomenológico de Merleau-Ponty, en conformidad con la línea inaugurada por Husserl, sólo aparentemente es realista. El lema de volver a las cosas y al "mundo" no se entiende como un esfuerzo de análisis objetivo del ser de las cosas —análisis que Merleau-Ponty rechaza rotundamente, pues convertiría el método fenomenológico en una metafísica—, sino como un introducir las categorías del mundo en la conciencia existencial. En definitiva, la conciencia según el autor es la conciencia-en-el-mundo y está íntimamente ligada a la existencia humana:
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