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Feudalismo

mafer123joma6 de Septiembre de 2013

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EDAD MEDIA

Con la caída del Imperio Romano, los pueblos de Europa Occidental fueron reducidos a cubrir las necesidades de auto conservación. Se caracterizó por el estancamiento y la falta de desarrollo económico y social.

El feudalismo fue un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media.

La iglesia se convirtió en la institución dominante, en todos los campos del que hacer humano, tanto seculares como espirituales. La iglesia como estado superior, se convirtió en esa época en la mayor terrateniente en Europa.

La ética del capitalismo tuvo raices religiosas, politicas y económicas y se derivó de las cruzadas. Las mismas que fueron producto del feudalismo.

Las cruzadas fueron una serie de campañas militares durante la Edad Media europea contra los musulmanes del Medio Oriente.

El individualismo económico de vivir al simple

nivel de subsistencia y exigió en cambio al individuo.

EL FEUDALISMO

El feudalismo es una peculiar manera de ejercer la autoridad adaptada a las condiciones,

hoscas y precarias, reinantes en los años centrales de la Edad Media occidental:

un mundo rural, cerrado, con malas comunicaciones y casi sin circulación monetaria.

La autoridad está lejos, y el jefe al que se obedece es el que se encuentra cerca

y es capaz de defender de la inseguridad ambiente. La feudalidad es ante todo,

como señala G. Duby, el castillo (en lo que tiene de protección y, a la vez,

de amenaza en tanto que residencia de un poder ante el que los débiles

se hallan inermes).

O R I G E N E S D E L F E U D A L I S M O

El feudalismo proviene de la convergencia de diversas instituciones romanas y germánicas, propiciadas, sobre todo, por el tipo de relaciones personales y las particularidades de la tenencia de la tierra desarrolladas en época Carolingia.

Con ello se crearon unas estructuras económicas, políticas, sociales y culturales que dominaron en amplias regiones de Europa durante siglos. En el Bajo Imperio, los latifundistas recurrieron a partidas armadas para defender sus posesiones, y cuyos miembros, los bucelarios, se vinculaban a su señor por un pacto de fidelidad. En la Francia merovingia parece que esta vinculación recibió la influencia de la Gefolge germánica, esto es, del séquito de un jefe cuyos componentes prestaban asimismo un juramento de fidelidad. Parece también que el término vasallo deriva de una palabra germánica que comenzó a usarse precisamente en época merovingia. A cambio de sus servicios, esos hombres de armas recibían del señor protección y sustento. Más adelante, comenzaron a recibir tierras, que en una economía agraria y en general cerrada como la imperante, constituían la única fuente de riqueza y poder. En torno al siglo V I I I , el vasallo que recibía un lote de tierras o beneficio debía prestar homenaje a su señor, aunque sin perder su condición de hombre libre. Era un reconocimiento de la autoridad señorial y del servicio que se le debía. Se entablaban así unas relaciones basadas en la fidelidad, que obligaba a ambas partes y que se formalizaba mediante juramento. E n el apogeo del régimen feudal, el estado era como u n frondoso árbol de relaciones vasalláticas. Los vasallos del rey estaban en la cúspide, y en rangos inferiores se hallaban los vasallos de nobles y alto clero. El rey se reconocía como tal, pero el poder efectivo lo desempeñaban los señores que controlaban d i rectamente las tierras y, con ellas, a sus vasallos y siervos, estos últimos obligados a obedecer en todo y carentes de cualquier derecho.

LA CABALLERÍA

Después del rey, en la jerarquía feudal figuraban las siguientes dignidades: duque, marques, conde, vizconde, barón, y caballero. Los que poseían un castillo vivían en el en unas condiciones de notable incomodidad, y además la existencia en esas fortalezas debía de ser monótona. Cuando no guerreaba -no olvidemos que el ideal del noble era el guerrero-, el señor practicaba la caza o las se adiestraba en el manejo de las armas o bien se entretenía con juegos de mesa y con la actuación de bufones, juglares y trovadores. También acudían a justas y torneos, simulacros de combates en los que la victoria constituía un motivo de gloria. Con el tiempo, los crecientes gastos que ocasionaba mantener este género de vida gravitaron de tal modo sobre los campesinos, que a medida que se desarrollaban los centros urbanos se producía un éxodo para instalarse en ellos, agravando así las condiciones de la vida rural.

El noble iniciaba muy joven su aprendizaje como guerrero: primero ingresaba como paje al servicio de un señor, y le asistía en el combate en calidad de escudero. Por último, una vez completada su instrucción se convertía en caballero. Esta condición cobró importancia, como consecuencia lógica de la estructura feudal, a partir del sigloXI, aunque la imagen idealizada y tópica del caballero tal como ha llegado a nosotros sea más bien una creación literaria posterior. En principio, el caballero era exactamente lo que su nombre indica: un jinete. Pero mantener un caballo, el arnés necesario, al escudero y todo cuanto comportaba el pertenecer a un ejército montado, requería una considerable disponibilidad de dinero, lo que convirtió a quienes constituían dicha fuerza en una clase social definida. Como tal, desarrolló unas obligaciones y unos ideales que llegaron a institucionalizarse.

La lealtad, la defensa de la religión y de los débiles configuró una «orden», y el integrarse en ella se ritualizó en la ceremonia de armarse caballero: consistía en una vela de armas en la iglesia, y en la ceremonia propiamente dicha, que incluía una misa de comunión, la bendición de las armas, la recepción de la espada y, por último, el espaldarazo dado por el señor o el rey (golpe en la espalda con la espada plana).

FORMAS DE POSESIÓN DE LA TIERRA

El feudalismo no fue un fenómeno uniforme ni se ajustó a un esquema invariable. Aun a riesgo de generalizar, en los siglos centrales de la Edad Media y en los países europeos que sufrieron la impronta carolingia, así como en los dominios donde se establecieron los normandos, hallamos tres tipos de propiedad rural: el alodio, tierra condal de posesión plena; la tenencia o explotación de un lote resultado de la parcelación del alodio, y que se entregaba a cambio de unos servicios; y el feudo propiamente dicho, concesión de un señor a un hombre libre a cambio de servicios, sobre todo de carácter militar, o de determinadas cargas. Sólo el alodio implicaba una posesión plena y directa, con potestad para transmitir o enajenar la propiedad.

La tenencia revestía muchas variedades. Ya se explicó que las villas rústicas del Bajo Imperio se parcelaban en mansos para que los explotaran familias a cambio de una parte de las cosechas o determinados servicios. Pues bien, en época feudal esta forma de tenencia era, por así decirlo, la más baja de la escala social y económica.

La más elevada era el beneficio u honor, en virtud del cual un príncipe entregaba unas tierras a un hombre que se había distinguido por sus servicios o cuya fidelidad quería ganarse. La tenencia era intransferible y temporal, y su beneficiario actuaba en nombre del señor. Este último, en determinados señoríos, se reservaba las mejores tierras, la explotación de los bosques, etc., y además instalaba molinos, hornos, aserraderos, herrerías, etc., a cuyos servicios acudían los beneficiarios de la tenencia y por los que, naturalmente, pagaban (por lo general en especie).

VARIANTES DEL RÉGIMEN FEUDAL

Los obispados y monasterios participaban del régimen feudal en tanto que poseedores de vastas extensiones.

Con ello dependían más del rey o del señor que del papa, puesto que con aquél tenían contraídas obligaciones más definidas e inmediatas. Dichas obligaciones eran las mismas que para los demás vasallos, salvo en algunos casos las militares, y debían someterse a la investidura. Como consecuencia de esta situación, esos cargos eclesiásticos se hicieron muy apetecibles, y accedieron a ellos hombres sin vocación religiosa, a veces sin estar ordenados siquiera, y que eran, de hecho, peones del señor. De las actividades propiamente eclesiásticas se encargaba el bajo clero.

Geográficamente, el feudalismo presentó acusadas particularidades. Las formas más «puras » se dieron en Francia y Alemania. En Italia unos feudos se atenían al sistema franco ( en el que el heredero era el primogénito y los hermanos debían prestarle homenaje) y otros al lombardo (los hermanos varones eran coherederos con iguales derechos). En España el fenómeno feudal se dio de manera desigual, seguramente a causa de la movilidad de las fronteras y de la tardía consolidación de los reinos cristianos. En Castilla se encuentra una forma particular de vasallaje, la behetría, en la que el vasallo elegía libremente al señor y conservaba esta libertad para abandonarlo si entendía que no se cumplía el pacto. En Cataluña, la influencia directa del mundo carolingio configuró, aunque con limitaciones, un sistema parecido al franco, y allí se compiló el primer código conocido de derecho feudal, los Usatges (siglo xi). En Inglaterra, el feudalismo lo introdujeron los normandos, que lo habían asimilado al establecerse como vasallos del rey franco. Los invasores se asignaron grandes explotaciones individuales en cuyos dominios se situaban aldeas

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