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Filosofia Del Pensmiento Humanista


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2014  •  3.732 Palabras (15 Páginas)  •  250 Visitas

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TEMA: SINTESIS DEL LIBRO:

NARRACIONES EXTRAORDINARIAS DE

“EDGAR ALLAN POE” 

EL GATO NEGRO

La historia trata un suceso sin decir como se llaman los personajes; el relato narra como un personaje, tiene pasión por los animales, y su última adquisición después de casarse a sido un gato.

Un día que venia bebido cogió al gato y como no le gustaba su forma de mirarle le arranco un ojo, después se arrepintió, pero el gato se quedo sin uno de sus globos oculares. Poco después decidió acabar con el sufrimiento del pobre gato y lo ahorco en un árbol, cuando fue de camino a su casa una gran concentración de curiosos estaba delante de ella, la casa estaba ardiendo.

Después del pavoroso incendio, solo quedaron un par de tabiques en pie, todo lo demás fue totalmente calcinado, siniestro total, pero sin vidas humanas de por medio, este señor fue a ver lo que quedaba de su casa y entre ello vio un tabique que le llamo la atención, era el único que permanecía casi intacto, se fijo, y pudo distinguir entre las formas de la pared una silueta de un gato...Después de un tiempo, su situación volvió a ser relativamente normal, tenia casa, mujer, proyectos de futuro, etc., pero un día yendo de copas en un bar encontró a un gato y decidió adoptarlo, se lo llevo a casa.

Él notaba que el gato le miraba mal, que solo se fiaba de su mujer, que a él no le daba muestras de afecto, ni le seguía, ni le hacia caso. Un día que había bebido llego a casa ebrio y decidió matar al gato, cogió una hacha se la hecho a la espalda y mato a su mujer, ella se había puesto detrás para ver lo que iba hacer y ella fue quien recibió el hachazo, la mato de un golpe.

Éste viendo el panorama, decidió hacer un agujero en la pared, metió el cadáver y lo tapó como si la pared estuviera intacta, siguió con su propósito de matar al gato, no lo encontró. Poco tiempo después la gente sospechaba de la extraña desaparición de su vecina, y la policía le incriminaba como principal sospechoso.

Un día los agentes del orden fueron a su casa a hacer una inspección no encontraron nada, pero se empezaron a oír maullidos desde el sótano, los agentes se guiaron por ellos y resultaron estar detrás de la pared, la tiraron y vieron que allí había un gato maullando y una mujer muerta.

EL CUERVO

Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebidas, inclinadas sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyese de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. "Es -dije musitando- un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más."

¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasas moribundas reflejadas en el suelo; angustia del deseo del nuevo día; en vano encareciendo a mis libros dieran tregua a mi dolor. Dolor por la pérdida de Leonora, la única, virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada. Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante de la seda de las cortinas rojas Llenábame de fantásticos terrores jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie, acallando el latido de mi corazón, vuelvo a repetir: "Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. Algún visitante que a deshora a mi cuarto quiere entrar. Eso es todo, y nada más."

Ahora, mi ánimo cobraba bríos, y ya sin titubeos: "Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro, mas el caso es que, adormilado cuando vinisteis a tocar quedamente, tan quedo vinisteis a llamar, a llamar a la puerta de mi cuarto, que apenas pude creer que os oía." Y entonces abrí de par en par la puerta: Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura permanecí largo rato, atónito, temeroso, dudando, soñando sueños que ningún mortal se haya atrevido jamás a soñar.

Mas en el silencio insondable la quietud callaba, y la única palabra ahí proferida

era el balbuceo de un nombre: "¿Leonora?" Lo pronuncié en un susurro, y el eco

lo devolvió en un murmullo: "¡Leonora!" Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda, toda mi alma abrasándose dentro de mí,

no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza. "Ciertamente -me dije-, ciertamente algo sucede en la reja de mi ventana. Dejad, pues, que vea lo que sucede allí, y así penetrar pueda en el misterio. Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio, y así penetrar pueda en el misterio."

¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta, y con suave batir de alas, entró un majestuoso cuervo

de los santos días idos. Sin asomos de reverencia, ni un instante quedo;

y con aires de gran señor o de gran dama fue a posarse en el busto de Palas,

sobre el dintel de mi puerta. Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano cambió mis tristes fantasías en una sonrisa

con el grave y severo decoro del aspecto de que se revestía. "Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-. No serás un cobarde.

Horrido cuervo vetusto y amenazador.

Evadido de la ribera nocturna. ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!" Y el Cuervo dijo: "Nunca más."

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado pudiera hablar tan claramente; aunque poco significaba su respuesta. Poco pertinente era. Pues no podemos

sino concordar en que ningún ser humano ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro posado sobre el dintel de su puerta, pájaro o bestia, posado en el busto esculpido de Palas en el dintel de su puerta con semejante nombre: "Nunca más."

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto. Las palabras pronunciaron, como vertiendo su alma sólo en esas palabras. Nada más dijo entonces; no movió ni una pluma. Y entonces yo me dije, apenas murmurando: "Otros amigos se han ido antes; mañana él también me dejará, como me abandonaron mis esperanzas."

Y entonces dijo el pájaro: "Nunca más." Sobrecogido al romper el silencio

...

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