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Giordano Bruno


Enviado por   •  18 de Junio de 2014  •  1.709 Palabras (7 Páginas)  •  209 Visitas

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Abriendo a los estudiosos los ‘Archivos Históricos’, la Iglesia expone los documentos de época para estudiar y así averiguar, por el ejercicio de las facultades intelectuales, la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas.

Las fábulas como las leyendas se desmoronan en su propia ignorancia, por falta de ciencias, letras y noticias.

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Como "muestras" de la supuesta "industria de ejecuciones y tortura" de la Inquisición católica en su lucha oscurantista contra la ciencia mencionas tres casos, ninguno de los cuales es aplicable:

Giordano Bruno no era un científico. Lamentablemente, fue condenado a muerte, pero por sus convicciones y enseñanzas heréticas, no por ningún trabajo científico.

Miguel Servet fue condenado y ejecutado por los calvinistas, en la ciudad de Ginebra gobernada por Calvino.

Galileo Galilei no fue ni torturado ni mucho menos ejecutado. Curiosamente, podría decirse que Galileo tenía razón en teología (la Biblia no fue inspirado por Dios para enseñar ciencias naturales) y sus jueces (Cardenales y teólogos) tenían razón en ciencia: Galileo debería haber presentado su teoría como una hipótesis, porque no tenía pruebas científicas del movimiento de la Tierra. La única prueba que aducía era falsa. Ese movimiento se probó empíricamente muchos años después del célebre caso Galileo.

Hereje para los católicos, luteranos y calvinistas

A las 2:21 PM, por Alberto Royo infocatolica.com XII.MMX

GIORDANO BRUNO, GRAN INTELECTUAL Y COMPLICADO TEÓLOGO

No es difícil para un turista que pasea por la ciudad de Roma acabar, antes o después, en la plaza de Campo dei Fiori, la plaza del mercado. No es una plaza de las más hermosas, ni se la puede comparar con las vecinas plaza Farnese o la impresionante plaza Navona con su obelisco, sus fuentes de Bernini, la Iglesia de Santa Inés de Borromini, etc. Sin embargo, la plaza de Campo dei Fiori, a pesar de estar rodeada de casas más bien sobrias y de aspecto austero, es una de las más populares entre los romanos. Y ello, además del mercado al aire libre de flores y alimentación (que causaría horror a los inspectores españoles de sanidad), sobre todo por una estatua que se halla en medio de la plaza.

Se trata de un fraile encapuchado y lo curioso de dicha estatua es que fue erigida por el estado italiano laico en 1889, tras la conquista de Roma, por supuesto no por devoción a la vida religiosa y mucho menos a la Iglesia, sino todo lo contrario, precisamente como provocación a la Iglesia, como bien saben los romanos aún sin tener que leer las inscripción de la estatua en la que se rinde honor a dicho fraile “qui dove il rogo arse”, esto es, donde fue quemado por la inquisición. Y no es extraño ver de vez en cuando a los pies de la estatua coronas o ramos de flores de la gente que rinde homenaje al ajusticiado por la Iglesia.

El encapuchado que desde lo alto del monumento mira con cara arrogante hacia el Vaticano, como desafiando, es Giordano Bruno (1548-1600), considerado por muchos un mártir de la cerrazón eclesiástica, pero cuya vida tiene más entresijos de lo que a primera vista parece. Nacido en Nola, población no lejana a Nápoles, ingresó con 17 años en la orden dominicana, en Nápoles, donde años después el mismo escribió que la ciudad tenía en alta consideración a sus hermanos de religión, pero que en realidad eran “burros e ignorantes”. Abandonado el nombre mundano de Filippo, tomó el de Giordano y comenzó la formación religiosa hasta ser ordenado sacerdote en 1572.

Ya un tanto original en sus posturas teológicas durante los años de estudiante, no tardó nada más que cuatro años en ser acusado de herejía, por lo que, después de obetener en 1575 el título de doctor, en 1576 tuvo que viajar a Roma para defenderse de dicha acusación en el convento de Santa Maria sopra Minerva, sede del superior provincial, ante el cual no quiso ceder, por lo que dejó la ciudad y de paso también la orden de Santo Domingo. A partir de ese momento comenzó una peregrinación intelectual por varios países que no parece consiguió hacerle encontrar la paz.

Después de viajar por varias ciudades italianas, llegó en 1579 a Ginebra, ciudad en la que Calvino había instaurado una república protestante y a dicha doctrina se adhirió Bruno, pero con la cual también se pronunció en disconformidad. En una ocasión publicó y distribuyó un panfleto acusando a Calvino de cometer 20 errores en una lectura. Por este motivo fue hecho prisionero hasta que se retractó y abandonó el calvinismo bajo la acusación de coartar la libertad intelectual. Se trasladó a Francia donde, luego de varios tropiezos por la guerra religiosa, después de enseñar astronomía y filosofía en Lyon y Tolosa, fue aceptado por Enrique III como profesor de la Universidad de París en 1581.

Hombre de impresionante memoria, hizo famoso en París un método que nemotécnico que llamó “arte de la memoria”. Fascinado por el neoplatonismo y el gnosticismo, y parece ser que llegó a sostener teorías panteístas, afirmando que Dios y la creación fueran idénticas. En

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