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Gustavo Bueno


Enviado por   •  6 de Marzo de 2013  •  2.022 Palabras (9 Páginas)  •  257 Visitas

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Gustavo Bueno es uno de los filósofos más importantes en la España de hoy en día, aunque el peso de su obra filosófica –por razones en modo alguno filosóficas sino ideológico políticas, partidistas, burocráticas o gremiales– no se corresponda, según los ideólogos de turno, con la fama que como filósofos alcanzaron pensadores como Ortega y Gasset, José Gaos o Miguel de Unamuno, entre otros.

En la filosofía de Gustavo Bueno sobresale su concepción de la materialidad, como componente esencial de cualquier tratamiento filosófico. Se entiende que se contrapone a la filosofía idealista, espiritualista, que reducen la ontología a uno de sus aspectos. En su concepción hay una ontología general (M) que se divide en ontología especial (M1), (M2) y (M3), referidas a los cuerpos en calidad física y objetiva, a las vivencias sustentadas en el interior de signo subjetivo y a la trascendencia ideal o esencial fundamentada en los formalismos, respectivamente.{34}

Gustavo Bueno aplica sus categorías ontológico-materiales al campo de la ética, afirmando una definición material de las normas éticas. Dice que «Las normas éticas quedarían así definidas por su objetivo material, que no sería otra que el de la salvaguarda de la fortaleza de los sujetos corpóreos, en la medida en que ello sea posible, y por los procedimientos que estén a nuestro alcance, por ejemplo, mediante la medicina, definida ella misma como una profesión de naturaleza ética. Pues aquello que es universal a todos los hombres, y que establece relaciones de conexividad entre ellos, es precisamente el cuerpo humano.»{35} Añade que la universalidad conexa de la ética materialista es abstracta y está sometida a procesos de contradicción dialéctica con otras normas morales, religiosas, políticas, &c.; por ejemplo, la norma ética no matarás frente a la norma jurídica de la ejecución capital. Pero también hay contraposición entre las mismas normas éticas; un ejemplo es la legítima defensa, como norma que autoriza matar a quien quiere matarme; otro caso está relacionado con la separación de los hermanos siameses que supone un conflicto entre normas éticas, en la medida que la separación implica la pérdida de la vida de uno frente a la muerte del otro; de la misma manera ocurre entre la opción de salvar la vida de la madre o la del feto, conflicto que presupone a dos normas éticas. Lo que no se vale, dice Bueno, es confundir las normas éticas con otras normas, enmascarando propósitos diferentes al contenido ético, tal como él lo plantea. Asevera que una banda de ladrones no puede tener ética porque siguen normas morales que regulan la lealtad de sus miembros, que aseguran la eficacia de las actividades ilícitas. Ello no impide que Bueno reconozca las indudables interacciones entre las normas morales o políticas con las normas éticas. Menciona Bueno que «En cualquier caso no se trata... como algunos podrían pensar, de pretender un mero cambio de denominaciones, a saber, de llamar «desviaciones morales» a la deserción, a la traición o a la infidelidad, en lugar de llamarlas «desviaciones éticas». Dirán algunos: «¿qué más da un nombre u otro? ¿acaso no es todo lo mismo cuanto cosa?» Nuestra respuesta es que no es lo mismo y que no se trata de un cambio de nombres, sino de un cambio de conceptos, de conceptuaciones de cosas tales como la traición, la infidelidad, el asesinato o la deserción política. No es lo mismo llamar «cuadrado» a un cuadrilátero equilátero que llamarle «paralelogramo equilátero», pues si así lo hacemos estaríamos muy cerca de la confusión de este cuadrado con el rombo... Otro tanto, y aún más, diríamos cuando nos movemos entre las figuras que se dibujan en el terreno político.»{36}

Para entender las diferencias de Bueno entre ética y moral es pertinente distinguir dos tipos de totalidades. Para ello asentemos que los seres humanos forman conjuntos, y que se pueden ver como totalidades, las cuales tienen dos dimensiones propias: la dimensión distributiva y la dimensión atributiva. En el sentido distributivo los sujetos corpóreos se presentan como individuos de una unidad isológica, es decir, como individualidades repetidas. Por su parte, los sujetos corpóreos, en cuanto elementos de una totalidad atributiva, o unidad sinalógica, se configuran como partes de una totalidad.{37}

Bueno no entiende el fundamento trascendental de la moralidad en el mismo sentido de Kant, como si surgiera de una conciencia pura, sino que más bien «la individualidad corpórea constitutiva de las subjetividades operatorias (los individuos humanos)» es la que es fuente de las conductas de la moralidad, de las conductas éticas y propiamente morales. De tal modo que la moralidad está referida a los sujetos humanos, pero no en su sentido de espíritus, conciencias, mentes, sino como sujetos corpóreos y por su acción práctica. Como sujetos operatorios, los seres humanos tienen la capacidad proléptica de planificar, en cuanto a las restantes personas, y de programar, en conexión con las cosas, según normas, dice Bueno. El ser del ser humano –valga la expresión– a través de la praxis orientada por normas, se vuelve un deber ser. Las leyes normativas pueden ser justificadas y obedecidas o desobedecidas, porque operan en el campo de la praxis que permite al ser humano tener varias opciones que pueden ser elegidas en algún momento. Por ello, para Bueno las normas son «rutinas victoriosas».

Según esto, la ley fundamental de la moralidad, en forma de sindéresis, se podría plantear así: «debo obrar de tal modo (o bien: obro ética o moralmente en la medida en) que mis acciones puedan contribuir a la preservación en la existencia de los sujetos humanos, y yo entre ellos, en cuanto son sujetos actuantes, que no se oponen, con sus acciones u operaciones, a esa misma preservación de la comunidad de sujetos humanos»{38} Esta sindéresis, según Bueno, se desdobla en dos planos: el de la ética y el de la moral. Los deberes éticos, aplicados en el plano distributivo, mandan que haya acciones orientadas «a la preservación de la existencia de los sujetos corpóreos», en tanto que desde el contexto atributivo

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