LAS VÍAS TOMISTAS

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Lo que nos hace seres humanos e individuos existentes es el  intermedio que sostiene el alma y lo que somos. La esencia del hombre no tiene que llegar a un ser supremo, sino que, hay un elemento más que lo mantiene con su existencia, y ese elemento superior es Dios.

La razón de abstener el ciclo de lo que uno cree y la fe, es la manifestación del deseo de la salvación para el hombre y su bien moral, resguardando una construcción racional para poder elevarse  a Dios. Santo Tomás de Aquino refuerza todo esto con cinco cosas retomadas de los filósofos (Aristóteles, Avicena, Platón y su misma inspiración), en lo cual describe que para elevarse a la existencia del alma de Dios, no es necesario obtener la perfección de superioridad, sino, de la mente abierta hacia lo que se profesa. Incluso relaciona las cinco rutas que uno puede seguir para alcanzarlo desde nuestra alma espiritual.

La primera vía tomista es la del movimiento, en la cual, hay una exigencia racional a través del primer motor que es Dios, y es quien pone en razón al movimiento y el que no tenga que ser movido por alguien. Un ejemplo más claro, es que un sujeto puede mover cosas, objetos o materia; pero lo que no puede hacer, es mover sus pensamientos, su raciocinio; al menos que alguien los mueva por él. Por eso se menciona que el primer motor inmóvil es Dios.

La segunda ruta tomista es la de causalidad, en donde todo efecto requiere de una causa adecuada, y a la vez la capacidad racional para ordenarlo. Esto da referencia a que un orden cósmico necesita una racionalidad pero que no sea por si misma. Aquí se puede dar un ejemplo de que, el hombre, haga o deshaga alguna cosa o alguna acción, nunca será por él mismo, sino porque algo mueve todo lo de su alrededor. Ese alrededor es quien lo conforma Dios.

El tercer camino tomista es la contingencia, en la cual argumenta que hay alguien que sostiene la existencia, y ese ser que la mantiene es Dios.

La cuarta vía tomista es la denominada Grados de Perfección. Aquí muestra el modelo de perfección, que se encuentra en Dios y Jesucristo. Incluye, a la vez, que todo modelo puede ser imperfecto, que las singularidades son por sí mismas y que le llamamos bueno a quien nos sirve. Esto quiere decir que lo perfecto, jamás se podrá componer por algo imperfecto, y es necesario que exista un ser insuperable, es decir, que si queremos aspirar a la perfección, la perfección es Dios.

La quinta y última vía tomista hace referencia al Orden del Universo, y explica que el cosmos está ordenado a un fin, pero hay entes no inteligentes, y que por consecuente ha de existir un ser supremo que sostenga el universo, y ese ser es Dios.

Con esto, Santo Tomás de Aquino refuerza su teoría acerca de que todo, absolutamente todo tiene un ser máximo, llegando a la conclusión que Dios si existe, y como tal, puede persuadir desde el principio hasta el final del hombre.

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