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La Carta De William Ospina Para Carlos Gaviria


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  500 Palabras (2 Páginas)  •  131 Visitas

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En estos días me vino a la mente la imagen de una casa abandonada, esa casa que está en la memoria de todo colombiano, y hoy sobre todo en la memoria de tres millones de desplazados. Me pareció oír la letra de la canción: "Ya no vive nadie en ella, y a la orilla del camino silenciosa está la casa / se diría que sus puertas se cerraron para siempre, se cerraron para siempre sus ventanas". Sentí que esa vieja historia de la casa perdida, que es la historia de Colombia, lleva ya demasiado tiempo repitiéndose, y una vez más me dije con tristeza: "Esto tiene que cambiar"

Hoy he estado leyendo el programa de gobierno que usted y el Polo Democrático nos proponen a los colombianos, y pienso que debería ser repartido masivamente, en folletos, que debe llegar a todas las manos, porque tal vez no habrá mejor propaganda, en el sentido noble del término, para su campaña, que esa serena exposición, tanto de lo que se proponen hacer usted, Patricia Lara y el resto de su equipo cuando lleguen a la Presidencia, sino de las razones por las cuales esos propósitos son necesarios.

Toda persona sensata entenderá la necesidad de los cambios que usted propone. Pero muchos todavía no conocen ese programa, y es necesario un ejercicio pedagógico insistente y muy amplio para que nadie se quede sin enterarse de sus propuestas, para que cada quien pueda tomar una decisión serena ante las elecciones que vienen.

Hemos tardado mucho en aprender que el país es de todos y que tenemos que saber actuar como sus dueños legítimos. Porque lo malo no es que los poderosos y los privilegiados se sientan voceros únicos del país y de su destino, y se indignen cuando el resto de la población pretende ejercer su soberanía: lo grave es que los demás nos dejemos influir por esa escandalosa impostura, y lleguemos a creer que de verdad el país no nos pertenece, que jamás nos dejarán acceder al poder, como si un pueblo tuviera que pedir permiso para ser dueño del país que le ha concedido el destino.

Hoy Colombia requiere un mínimo sentido de comunidad.

No la idea fracasada de un colectivismo que ahogue lo individual, sino la idea de un sentido de comunidad que permita formar una fuerza civilizatoria sin anular la iniciativa de los individuos.

Ya va siendo hora de que llegue a Colombia la modernidad, no bajo su forma brutal de cemento y de humo, de prisa y de neurosis, sino bajo la forma de principios de igualdad y de dignidad, de respeto por la diferencia, de freno al egoísmo, de prioridad en la defensa de los más frágiles, de dignificación del trabajo. La democracia no sólo como el poder de las mayorías sino el respeto por las minorías, todos esos principios de los que se ha burlado hasta ahora el poder de los privilegiados y de los potentados, y de los que se sigue burlando el poder de las mafias y de los criminales.

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