La Experiencia Moderna Y Contemporánea Del Tiempo

Para ilustrar cómo es vivida la experiencia del tiempo John Bury habla de "la idea de progreso". Afirma que durante la Edad Media lo importante no era la vida la material, y las acciones terrenales sino que el fin último de las personas era la salvación del alma pero que a partir de la modernidad ese ideal fue modificado por la idea de progreso; apareció la obligación moral de pensar en el futuro, y en las generaciones venideras.

Sin embargo dice que la dirección en que se mueve el hombre, la meta que se propone no es siempre la deseable, el progreso no está asegurado el movimiento realizado por las personas puede darse en una dirección inesperada y para nada beneficiosa. Por eso el progreso es como si fuera un acto de fe, no es cien por ciento seguro.

Este concepto se fundamenta en sus referencias al futuro ya que cree que si la humanidad avanza a paso firme en un sentido definido el progreso le permitirá alcanzar la felicidad.

El tiempo ya no es portador de sentido, y como dice Galimberti el hombre "en su total dependencia del aparato técnico, deviene ahistórico, porque no dispone de otra

memoria más que aquella mediada por la técnica". Además siguiendo a Schmucler se puede decir que el tecnologismo actúa sobre el tiempo ya que nos impone su proyecto como propio, se instala de forma autoritaria como algo indiscutible y marca el "fin de la historia" nos obliga a vivir pensando en el futuro.

Por otra parte antes de que fuesen inventadas las grandes máquinas en el sentido que las conocemos hoy en día el ser humano ya se había visto disciplinado gracias a la mecanización de su conducta. En relación a ello Mumford sostiene que el reloj fue más que la máquina a vapor el elemento fundamental para la revolución industrial ya que da la idea de la medición exacta, la posibilidad de que todo sea cuantificable, y también trae aparejada la eficiencia en relación a la producción.

El paso a una concepción mecánica en la categoría de tiempo tiene que ver con el deseo de orden y poder que se hizo visible particularmente en la rutina de los monasterios. Allí se crearon las primeras formas de medir el tiempo que cambiaron las relaciones entre las personas, y también de éstas con la naturaleza.

El reloj fue un elemento fundamental para sincronizar las diferentes actividades de los hombres dando pie a una forma de producción estandarizada, y ya en el siglo XIII el reloj mecánico llegó a las ciudades y con él la exigencia de una vida ordenada instaurándose una rutina metódica. A partir del reloj el tiempo fue racionado y se convirtió en una mercancía más.

La extensión de la división en minutos y segundos en el siglo XIV fue otro aparte para la consolidación del tiempo abstracto para articular acción y pensamiento. Mumford también destaca que el tiempo de los acontecimientos humanos, el tiempo de las funciones orgánicas es

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