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La Tecnica, Spengler


Enviado por   •  5 de Marzo de 2013  •  19.293 Palabras (78 Páginas)  •  350 Visitas

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"Der Mensch und die Technik" - München 1931

Ensayos posteriores a “La Decadencia de Occidente”

Traducción: Manuel García Morente

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PRESENTACIÓN

Oswald Spengler, extraordinario filósofo —lamentablemente desaparecido en la década del ’30—, famoso por su obra “La Decadencia de Occidente”; escribió los presentes ensayos después de publicada la citada obra. Estos ensayos son pues posteriores y por lo tanto una ampliación de sus tesis con nuevas ideas, sobre el hombre, la técnica, la rapacidad humana, la codicia, el heroísmo, etc.

La magnífica dialéctica de Spengler, de lógica verazmente visionaria y progresista, se apoya en las realidades históricas con sus flujos y reflujos de progreso, cultura y ciencia, demostrando cómo el maquinismo y la técnica — siempre modernas en el desarrollo de la Historia — entran siempre en contradicción con las organizaciones sociales, familiares y gubernamentales, cuando las clases sociales y sus gobiernos son incapaces de marchar correlativamente a la técnica, creyendo que la técnica puede llevarse a cabo por personas aisladas, en vez de realizarla con bloques nacionales y continentales.

La voracidad y la mentalidad mediocre de las clases que entregan los gobiernos a los economistas y políticos liberales, se suicida lentamente.

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Índice

Prólogo

I. La Técnica como Táctica

II. Herbívoros y Animales de Rapiña

III. El Advenimiento del Hombre. La Mano y la Herramienta

IV. El Segundo Grado: Hablar y Emprender

V. El Final: Ascenso y Término de la Cultura Maquinista

Notas

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Prólogo

En las siguientes páginas expongo un pequeño número de pensamientos, que extraigo de una obra mayor, en la que trabajo desde hace años. Ha sido mi propósito tomar el punto de vista que en la Decadencia de Occidente apliqué exclusivamente al grupo de las culturas superiores y probarlo sobre el supuesto histórico de dichas culturas, o sea la historia del hombre desde su origen. En aquella obra hice la experiencia de que la mayor parte de los lectores no se hallan en situación de mantener la visión aplicada a toda la masa de los pensamientos; y por ello se pierden en las esferas particulares, que les son más familiares, viendo lo demás de soslayo o quedando incluso absolutamente ciegos para ello, por lo cual obtienen una falsa imagen, tanto de lo que yo decía como de aquello sobre lo cual lo decía. Estoy, desde luego, convencido de que para comprender el destino del hombre hace falta considerar comparativamente todas las esferas de su actuación al mismo tiempo y no cometer el error de partir exclusivamente de la política, de la religión o del arte, para iluminar aspectos particulares de su existencia, en la creencia de haber descubierto con ello todo.

Sin embargo, me aventuro a ofrecer aquí un pequeño número de problemas que en sí mismos están conexionados, y, por tanto son apropiados para dar una impresión provisional del gran misterio del destino humano.

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I. La Técnica como Táctica

El manejo y los medios. — Lucha y arma. — Evolución y cumplimiento. — La transitoriedad, como forma de lo real.

1

El problema de la técnica y de su relación con la cultura y la Historia no se plantea hasta el siglo XIX. El siglo XVIII, con el escepticismo fundamental, con la duda, que equivale a la desesperación, había planteado la cuestión del sentido y valor de la cultura, cuestión que condujo a problemas ulteriores siempre más desmenuzados, y con ello creo las bases que permitieron al siglo XX ver la historia universal como problema.

Por entonces, en la época de Robinson y de Rousseau, de los parques ingleses y de la poesía pastoril, considerábase al hombre “primitivo” como una especie de corderito pacífico y virtuoso, echado a perder más tarde por la cultura. Pasábase completamente por alto la técnica; y, en todo caso, ante las consideraciones morales, considerábasela como indigna de la atención.

Pero la técnica maquinista de la Europa occidental creció en proporciones gigantescas desde Napoleón; y con sus ciudades fabriles, sus ferrocarriles y sus barcos de vapor obligó, finalmente, a plantear en serio el problema. ¿Qué significa la técnica? ¿Qué sentido tiene en la historia, qué valor en la vida del hombre, qué rango moral o metafísico? Diéronse muchas respuestas a estas preguntas. Todas ellas pueden reducirse en el fondo a dos.

Por una parte, los idealistas y los ideólogos, los epígonos del clasicismo humanista de la época de Goethe, despreciaban las cosas técnicas y las cuestiones económicas en general, considerándolas como extrañas y ajenas a la cultura. Goethe, con su gran sentido de todo lo real, había intentado en la segunda parte del Fausto penetrar en las más hondas profundidades de ese nuevo mundo de los hechos. Pero ya con Guillermo de Humboldt comienza la concepción filológica de la historia, una concepción ajena a la realidad y según la cual medíase, al fin y al cabo, el rango de una época histórica por el número de cuadros y de libros que en ella se hayan producido. Un soberano no poseía significación de importancia más que si se conducía como un Mecenas. No importaba lo que por lo demás, fuese. El Estado era una constante perturbación para la verdadera cultura, que se fraguaba en las aulas, en los gabinetes de los científicos y en los talleres de los artistas. La guerra era una barbarie inverosímil de épocas pretéritas, y la economía algo prosaica

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