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La depresión en la era vacía


Enviado por   •  3 de Abril de 2019  •  Ensayos  •  2.021 Palabras (9 Páginas)  •  88 Visitas

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La depresión en la era vacía

María José Macías Herrera, Valeria Rocha Canseco

Universidad Iberoamericana de León


Resumen

En este articulo abordamos una idea general sobre lo que ocurre actualmente en la época que estamos viviendo y cuales han sido sus efectos para que se manifieste la depresión. La vida posmoderna se caracteriza por un vacío que queremos llenar consumiendo las ideas son fundamentos que nos venden y nos crean un sentimiento de falsa realización, haciéndonos sentir plenos porque estamos cumpliendo con lo que nos dicta nuestra decadente sociedad. Por consecuente debemos de entender que el hombre actual ha cambiado, y que además de los diagnósticos comunes de depresión por predisposición genética o porque el ambiente afecto a esa persona, debemos de pensar en la sociedad, en la depresión en la que está sumergida nuestra sociedad posmoderna. Asimismo debemos de considerar el pensar y buscar antes de actuar para llenar nuestro vacío con conocimiento en lugar de materia inservible que terminarán siendo basura ya que serán reemplazadas por la moda nueva.

Palabras clave: depresión, posmodernidad, inconformidad, vacío, individualismo.

Abstract

In this article we approach a general idea about what is happening at the time we are living and what its effects have been for depression to manifest. The postmodern life is characterized by a void that we want to fill by consuming ideas are foundations that sell us and create a sense of false realization, making us feel full because we are fulfilling what our decadent society dictates. As a result we must understand that today's man has changed, and that in addition to the common diagnoses of depression due to genetic predisposition or because the environment affects that person, we must think about society, about the depression in which our society is submerged postmodern We must also consider thinking and searching before acting to fill our void with knowledge instead of useless material that will end up being garbage as they will be replaced by new fashion.

Key words: depression, postmodernity, nonconformity, emptiness, individualism.

La depresión en la era vacía

No cabe duda alguna que todas las épocas han traído su propia dificultad, que siempre hubo crisis y problemas y duelos. Pero sucede que también en la época en la que vivimos tiene sus particularidades, y somos sujetos insertos en esta sociedad, por lo cual nos vemos afectados por estas. Por lo cual, también podemos pensar el concepto de depresión en relación con esta posmodernidad que nos toca. “Esto es, un nuevo estadio histórico en el que han entrado ya las sociedades democrático-capitalistas avanzadas y que se caracteriza por el ´vaciamiento´ o pérdida de sustancia de los ideales proyectados durante la época moderna”, es así como definía Gilles Lipovetsky. Entonces, podríamos considerar que esta posmodernidad puede, de alguna manera, ser disparadora de un proceso depresivo o acrecentar la depresión que ya padece un sujeto.

“La depresión se presenta como un conjunto de síntomas de predominio afectivo (tristeza patológica, apatía, anhedonia, desesperanza, decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar e impotencia frente a las exigencias de la vida) aunque, en mayor o menor grado, también están presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo y somático, por lo que podría hablarse de una afectación global psíquica y física, haciendo especial énfasis en la esfera afectiva.” (DSM-V). Esta se caracteriza por una marcada tristeza, hace su aparición de manera gradual, suele estar relacionada con una pérdida fácilmente identificable, y sus particularidades dependerán de la personalidad de base de quien la padece.

Normalmente se habla que la depresión se produce generalmente por la interacción de unos determinados factores biológicos (cambios hormonales, alteraciones en los neurotransmisores cerebrales como la serotonina, la noradrenalina y la dopamina, componentes genéticos, etc.), con factores psicosociales (circunstancias estresantes en la vida afectiva, laboral o de relación) y de personalidad (especialmente, sus mecanismos de defensa psicológicos). Sin embargo, hoy en día debe de haber algo más, algo que no sea solo hormonal o una predisposición genética, debe de haber algo en la sociedad actual que haga que nos sintamos insuficientes y vacíos.

El hombre posmoderno

Llamamos posmoderno al hombre que carece de certezas, que vive, pues, en el escepticismo, y que ve todavía los últimos intentos de la agonía moderna con un cinismo a menudo insoportable. Su vida es un enorme hueco sobre el que camina poniendo los tablones de las ideas modernas, como los obreros en las zanjas de las ciudades.

Pero ¿es que acaso se puede vivir así? ¿Cómo hemos podido llegar a una situación semejante? Como los moáis, seguimos en pie, monumentos a un tiempo que ya no es el nuestro, como golondrinas fuera del nido, esperando que el estado les resuelva los problemas, llevando a sus hijos a que los “eduquen” en el colegio. Negociamos con instituciones que son barcos fantasmas, que continúan haciendo su trabajo solo porque no hay nuevos ideales que brinden esperanza. Seguimos viviendo porque hay que vivir y esa es nuestra obligación… pero no sabemos cuál es el motivo de nuestra existencia, el objetivo de nuestra rutina. En nuestra decadencia como sociedad nos hemos aferrado al último bastión que nos quedaba, los últimos residuos modernos, que son frágiles y quebradizos, pero ¿quién se soltará mientras no vea bajo sus pies tierra firme y piso seguro?

El individualismo

        Si la modernidad dio paso al progreso técnico, científico y social, y a la confianza en el futuro, la posmodernidad ha inaugurado el tiempo de la reacción individual. Alcanzado un cierto estadio de confort, uno puede ya preocuparse por lo accesorio. El individualismo se ha convertido en el rasgo distintivo de nuestro tiempo. La obsesión por la diferenciación se adivina en todas las esferas de la vida. La identidad lo es todo, también en su dimensión colectiva, por eso no es extraño que retoñen de nuevo los regionalismos.

        Somos más individuos que nunca, piensa Gilles Lipovetsky, aunque debemos pagar un precio por esa mayor autonomía: los pobres son más pobres, los ricos cada vez son más ricos, se ha perdido el sentido de identidad que tanto nos ha identificado como mexicanos. Tanta es nuestra indiferencia que nos hemos acostumbrado a recibir malas noticias y ser indiferentes hacia ellas.

Perder algo o a alguien es el disparador depresivo. Lo primero que se pierde es el amor omnipresente de la madre, lo segundo, el sentido de inmortalidad. Aceptar las pérdidas es una tarea imposible para quien está profundamente deprimido. De ahí que la adaptación a un medio que se percibe hostil no se presente. Uno de los signos de la sociedad moderna es la soledad, estado permanente de sensación de pérdida. La sensación subjetiva de vacío, proveniente de la brecha narcisista entre autopercepción e ideal del yo. Sin embargo, la soledad es una simple percepción, no se está tan solo como se cree.

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