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La educación en la comunidad primitiva


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  Informes  •  1.503 Palabras (7 Páginas)  •  655 Visitas

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La educación en la comunidad primitiva

Los trabajos de Morgan sobre los indios norteamericanos –celebrados por Marx hasta el extremo de inspirarle un libro que apenas si tuvo tiempo de esbozar pero que Engels consiguió, en gran parte, reconstruir- demostraron la existencia de un comunismo de tribu como origen prehistórico de todos los pueblos conocidos.

Colectividad pequeña, asentada sobre la propiedad común de la tierra, y unida por vínculos de sangre, eran sus miembros individuos libres, con derechos iguales, y que ajustaban su vida a las resoluciones de un consejo formado democráticamente por todos los adultos, hombres y mujeres, de la tribu. Lo que se producía en común era distribuido en común e inmediatamente consumido. El escaso desarrollo de los instrumentos de trabajo impedía producir más de lo necesario para la vida diaria, y por lo tanto, acumular.

Aun en tribus contemporáneas, como en las del sudoeste de Vitoria, ocurre a veces que no hay más instrumento de producción que una grosera hacha de piedra. Con semejantes recursos se comprende que la tribu gastara las horas de cada día en remplazar a duras penas lo que en el día anterior había consumido. Si el nivel de una sociedad se aprecia por el dominio que ha logrado sobre la naturaleza, es evidente que el nivel de las comunidades primitivas no podía ser más inferior. Esclava de la naturaleza, la comunidad persistía pero no adelantaba.

La ejecución de determinadas tareas que un solo miembro no podía realizar impuso precozmente un comienzo de división del trabajo de acuerdo a las diferencias entre los sexos, pero sin el más mínimo sometimiento de parte de las mujeres. Como bajo el mismo techo eran muchos los que vivían –a veces, la tribu íntegra- la dirección de la economía entregada a las mujeres no era como entre nosotros un asunto privado, sino una verdadera función pública, socialmente tan necesaria como la de proporcionar los víveres a cargo de los hombres. Entre los bosquimanos actuales, por ejemplo, las mujeres no sólo cuidan del campamento sino que recogen además las larvas, hormigas, langostas, etc., que forman parte de su alimentación, y son tan conscientes de la igualdad de sus derechos con el hombre que, según cuenta Paul Descamps, no dan hormigas a sus esposos cuantas veces fracasan éstos en las cacerías...11

Si en la comunidad primitiva las mujeres estaban con respecto a los hombres en un mismo plano de derechos, los niños no les iban a la zaga. Hasta los siete años, a partir de los cuales debía ya vivir a sus expensas, el niño acompañaba a los adultos en todos los trabajos, los compartía en la medida de sus fuerzas y recibía como recompensa iguales alimentos que los otros. La educación no estaba confiada a nadie en especial, sino a la vigilancia difusa del ambiente. Gracias a una insensible y espontánea asimilación de su contorno, el niño se iba conformando poco a poco dentro de los moldes reverenciados por el grupo. La diaria convivencia con el adulto le introducía en las creencias y las prácticas que su medio social tenía por mejores. Desde las espaldas de la madre, colgado dentro de un saco, asistía y se entremezclaba a la vida de la sociedad, ajustándose a su ritmo y a su norma, y como la madre marchaba sin cesar de un lado para otro y la lactancia duraba varios años, el niño adquiría su primera educación sin que nadie lo dirigiera expresamente.

Más adelante, los adultos explicaban a los niños, cuando las ocasiones lo exigían, cómo debían conducirse en determinadas circunstancias. En el lenguaje grato a los educadores de hoy, diríamos que en las comunidades primitivas la enseñanza era para la vida por medio de la vida: para aprender a manejar el arco, el niño cazaba; para aprender a guiar una piragua, navegaba. Los niños se educaban participando en las funciones de la colectividad. Y porque participaban en las funciones sociales se mantenían, no obstante las diferencias, a un mismo nivel que los adultos.

Durante el aprendizaje, los niños no eran nunca castigados. “Se los deja crecer con todas sus cualidades y defectos. Los niños son mimados por la madre, y si en algún momento de impaciencia llegan a ser castigados, el padre a su vez castiga a la impaciente.”Entregados a su propio desarrollo –bildung, como dirían siglos más tarde

Goethe y Humboldt-, los niños no dejaban por eso de convertirse en adultos acordes con la voluntad impersonal de su ambiente: adultos tan idénticos a todos los otros miembros de la tribu que Marx decía con justicia que aún se encontraban ligados a la comunidad, por un verdadero

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