La envidia
Luis Hector CasasTrabajo6 de Febrero de 2019
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La envidia….
¿Qué es la envidia? La envidia es la admiración disfrazada, ya que no se és, como al que se envidia.
Voy a ilustrar esto con la siguiente leyenda:
Una cobra, acechaba a una luciérnaga, esta huía lo más rápido que podía de la depredadora que no desistía en su deseo de capturarla y comérsela. Huyó por tres días enteros y aun la perseguía. Cansada, exhausta la luciérnaga decidió fingir cansancio por lo que paró y le dijo a la cobra: “Me rindo, pero antes de que me comas, respóndeme tres preguntas” La cobra con desdén y un aire de supremacía le respondió: “Nunca hago este favor, pero como de todas maneras te voy a comer, pregúntame.”
La luciérnaga le preguntó: “¿Acaso ataño a tu cadena alimenticia?”
La cobra respondió: “No”
La luciérnaga le preguntó: “¿Te hice algún mal?”
Nuevamente la cobra respondió: “No”
A lo que la luciérnaga finalmente preguntó: “Entonces, ¿Por qué quieres comerme?”
La cobra le contesto: “¡Porque no soporto tu brillo!”
La luciérnaga resolvió su duda, entendió el sin sentido del letargo y la envidia de la cobra, por lo que solo sonrió y voló más alto; la envidiosa cobra se quedó sin ese bocado que mostró ser inalcanzable. En un guiño final la luciérnaga le grito “Aprende a brillar tu misma para que los demás admiremos tu resplandor.”
Hay quienes envidian el brillo, el físico, o la vida que no tienen, los logros, la familia y hasta una sonrisa. Por eso, brilla, se tú mismo y siempre da lo mejor de ti; nada podrán hacerte porque tu luz está intacta, y a lo mejor así, ellos traten de brillar por sí mismos. Busca el aplomo y se tan fuerte que nada turbe tu paz; habla de felicidad y prosperidad a quien conozcas. Has sentir valiosos a tus amigos y mira lo bueno de todo para que ese optimismo sea verdadero. Piensa, trabaja y espera solo lo mejor. Alégrate por igual del éxito ajeno, como del propio; olvida los errores del pasado y aférrate a los logros de lo que tienes y tendrás en un futuro. Dale a cada ser que encuentres una sonrisa y mejórate a ti mismo tanto, que ni tengas tiempo para criticar a los demás.
Porque, tú eres demasiado grande y fuerte para preocuparte o temer; muy noble y estable para crisparte ante las dificultades. Sonríe siempre y nunca olvides que el pesimismo conduce a la debilidad y el optimismo a la fortaleza. Cierra la puerta a la envidia y déjala ir porque en exceso se convierte en odio; este destruye la salud y quién odia solo es la sombra patética de un ser humano; se arrastra por el mundo en letargo brutal y parte de este plano con gran ahogo mental y emocional, tendrá un retorno de igual tenor a lo que dio. Odiar es ser odiado, lo que haces en vida es como un “boomerang” porque lo arrojas y te regresa. Cuando ahondes en el “ahora” lograras una conciencia pura y sentirás ti presencia tan intensa y alegre que todo lo negativo será positivo. Así, el egoísmo transmutara en generosidad y el odio en amor; verás al mundo igual pero tú “yo” interior evolucionó, porque sin dudarlo el que ama solo recibe dicha.
Quien odia tiene broncas y rencores, es aletargado y atrae personas con quien pelear. La envidia, el odio y el rencor son emociones que vibran bajo y destruyen cada célula del cuerpo. Elimina la ira antes que esta te elimine. ¿Cómo? Sin forjar envidia al otro, razonando en su contexto y dilo en voz alta retando a tu ira, pero solo, sin alimentar el círculo vicioso de la agresión; viendo que hay un beneficio oculto en todo, sea incidente o accidente de la vida. Por eso, el amor incondicional es el único capaz de sanarnos y liberarnos para volver a ver la unidad en todo. ¿Cómo lo logro? Enfocando la mente en el presente absoluto; el mejor antídoto para las emociones desbocadas y la manera de sentir la sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo.
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