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Lamberto Grajeda Barreras_ Pre Resumen_ BIII Wheatley-Kellener


Enviado por   •  9 de Julio de 2012  •  679 Palabras (3 Páginas)  •  577 Visitas

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En la naturaleza, comunidades de individuos diferentes viven en formas que sustentan tanto al individuo como al sistema en su conjunto. A medida que tejen la trama que da vida a estos sistemas, el proceso de estar juntos permite la aparición de nuevas destrezas y talentos. Estos sistemas nos enseñan que el instinto comunitario no es propio de los seres humanos sino que aparece en todas las formas de vida, desde los microbios hasta las especies más complejas. Asimismo nos enseñan que los individuos participan en los ecosistemas de manera muy paradójica. Esta paradoja contiene lecciones importantes para los humanos. La vida toma la forma de seres individuales que inmediatamente tratan de crear sistemas de relaciones. Lo anterior surgen de dos fuerzas aparentemente conflictivas: la necesidad absoluta de libertad individual y la necesidad inequívoca de establecer relaciones. En la sociedad humana nos debatimos en la tensión entre las dos fuerzas. Pero en la naturaleza abundan los ejemplos acabados de esta paradoja que revelan tesoros sorprendentes de enseñanza. Se pueden crear comunidades resistentes y flexibles capaces de acoger la diversidad en la misma medida que en la afinidad.

A medida que da lugar a un sistema nuevo, el proceso coevolutivo proporciona un nivel de estabilidad y protección que estaba fuera del alcance de los individuos aislados. En los individuos y el sistema aparecen nuevas destrezas.

Al desarrollar sus relaciones con otros, los miembros generan nuevos talentos y aptitudes. Tanto los individuos como los sistemas se vuelven más diestros y complejos. Con el tiempo se incrementa la aptitud y la complejidad de la vida.

Estas redes complejas de relaciones ofrecen diversas posibilidades para pensar sobre el sí mismo y el otro. La concepción misma del límite sufre un cambio profundo. Antes muros de protección, ahora se convierten en lugares de encuentro y transacción.

Generalmente pensamos en los bordes como lugares que definen la separación: que está adentro, que está afuera. Pero en los sistemas vivos, los límites son algo distinto. Son el lugar donde se forman nuevas relaciones, un lugar importante de intercambio y

crecimiento cuando un individuo opta por responder a otro. A medida que proliferan las

conexiones y el sistema teje la trama de su existencia, se hace difícil concebir los limites como defensa o incluso como indicadores del lugar donde finaliza un individuo.

Según hemos podido observar, la claridad del propósito de la comunidad cambia la naturaleza misma de las relaciones en su seno. Esta clase de comunidades no pide a sus miembros que pierdan la libertad como condición para pertenecer a ella. Evita la atracción magnética de la proscripción de conductas y creencias, evita volverse doctrinaria y dictatorial, permanece concentrada en los que sus miembros tratan de

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