Las Concepciones Del Bien Y El Mal

La concepción metafísica

Una primera concepción de los conceptos Bien o Mal es esta, en la que los conceptos Bien o Mal son conceptos absolutos. El Bien y el Mal no son valores, sino entidades enfrentadas la una a la otra. Los seres humanos, según esta concepción debemos escoger entre el Bien o el Mal como motor de nuestras acciones.

La concepción ética

Una segunda concepción habla más de bueno o malo, y no tanto de Bien o Mal, ya que considera que no existen conceptos absolutos, sino características de las acciones humanas. Esta concepción, lejos de ser metafísica es una concepción ética.

La visión de Leibniz

Leibniz señala tres formas de concebir el Mal y el Bien:

1. El Mal Metafísico: el Mal en sí mismo, siendo fuente y origen de todos los males concretos.

2. El Mal Físico: el que puede darse en la relación entre dos seres naturales, cuando uno se ve perjudicado.

3. El Mal Moral: el que se da entre seres humanos, actuando libremente y con intencionalidad.

El juicio moral

Aquí, la visión más extendida sería la que presenta el concepto del Mal, no como una característica absoluta de los seres (como lo dice la concepción metafísica), sino como fruto del juicio moral, y, por lo tanto, de una interpretación personal y subjetiva de la realidad. Naturalmente, el concepto del mal sólo puede existir como elemento complementario del bien. Si todo es malo, o todo es bueno, dicha concepción no existe, pues el juicio moral existe en cuanto podemos optar entre diferentes categorías.

El Maniqueísmo

Considera la existencia como una lucha entre elementos contrarios como son bien y el mal. Por ejemplo: El universo de Tolkien, es claramente un enfrentamiento entre el Bien y el Mal en el que existe, incluso, una concepción estética (los seres bellos pertenecen al bando del Bien, mientras que la fealdad es propia del Mal). Esta concepción también ha llegado a Hollywood, donde, salvo en el caso de las vampiresas, la belleza es propia de los personajes buenos.

El bien y la alegría. La alegría proviene del interior. Desde el centro de nuestra mente, de nuestra alma, hay un bienestar, una paz que se reflejan en todo nuestro cuerpo. Quienes pueden valorar su paz interior más que la exterior, se acercan más a la alegría. Si se afrontan las cosas del exterior nos alegramos pero si la persona se deja afectar por ellas, elige sufrir. El bien es el valor otorgado a una acción de un individuo, es una inclinación natural a fomentar lo deseable, motivado por una comprensión del entorno o de las personas. Aquel que quiera elevarse, libre de tormentos y sin remordimientos ni

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