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Metafísica (apuntes)


Enviado por   •  24 de Enero de 2016  •  Apuntes  •  2.148 Palabras (9 Páginas)  •  313 Visitas

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Aristóteles comienza por distinguir cuatro sentidos fundamentales de entidad (οὐσία): entidad como esencia (τὸ τί ἦν εἶναι), como universal (τὸ καθόλου), como género (τὸ γένος) y como sujeto o sustrato (τὸ ὑποκείμενον) (VII 3, 1028b 33-36).

        Aristóteles empieza por considerar este último sentido, el de sujeto o sustrato, ya que entidad parece ser, más que ninguna otra cosa, el sujeto primero (τὸ ὑποκείμενον πρῶτον), es decir, aquello de lo cual se dicen las demás cosas sin que ello mismo se diga de ninguna otra (καθ' οὗ τὰ ἄλλα λέγεται, ἐκεῖνο δὲ αὐτὸ μηκέτι κατ' ἄλλου: VII 3, 1028b 36-37). Es, por tanto, el referente último de nuestro discurso acerca de la realidad y, paralelamente, el sustrato real de las determinaciones que le atribuimos a modo de predicados.

        Ahora bien, este sentido de entidad como sujeto o sustrato último de determinaciones es insuficiente para definir la entidad, ya que, según este sentido, entidad sería, en última instancia, la materia desprovista de toda determinación, algo de lo cual se predica cualquier otra cosa, pero cuyo ser es distinto del de cada una de las cosas que se le predican. Pero la entidad no puede ser simplemente un sustrato material indeterminado e incognoscible en sí mismo carente de cualquier determinación, ya que la entidad es sujeto o sustrato, pero no es cualquier sujeto o sustrato, sino que debe tener también estas dos características propias: 1) estar dotado de existencia separada e independiente (χωριστόν) y 2) ser algo esencialmente determinado (τόδε τι) (VII 3, 1029a 28). Por lo tanto, también hay que considerar entidad tanto a la forma (εἶδος) como al compuesto de materia y forma (τὸ <σύνολον> ἐξ ἀμφοῖν) que constituye el individuo, los cuales son, por tener esas características, entidad en mayor grado que la materia.

        Aristóteles comenzará a estudiar primero la forma tomando como punto de partida las entidades sensibles, ya que adopta el principio metodológico de empezar primero por lo más cognoscible para nosotros para llegar después a lo más cognoscible por naturaleza[1]. Lo más cognoscible para nosotros son las entidades sensibles, compuestas de materia y forma, pero lo más cognoscible por naturaleza es la forma o esencia de ellas, que es entidad en el mayor grado (VII 3, 1029b 2-12).

        Aristóteles define la esencia (τὸ τί ἦν εἶναι[2]) de una cosa como lo que se dice que esta cosa es por sí misma (ὃ λέγεται καθ' αὑτό, VII 4, 1029b 14), es decir, aquello que a cada cosa la constituye en su ser. O dicho de otro modo, lo que la cosa es por sí misma. Eso excluye los accidentes de la entidad, como la cualidad, la cantidad, el lugar o la situación, los cuales no pueden constituir la esencia de la cosa. Así por ejemplo, la esencia de una superficie no es “ser blanca”, aunque la superficie sea por sí misma blanca, ya que la superficie no consiste por sí misma en ser blanca.

        ¿Pero qué ocurre con los compuestos de entidad y accidente, como p. e. “hombre blanco”? ¿Se puede decir que tienen esencia? Y si es así, ¿cuál es esta? Aristóteles responde que la esencia del compuesto “hombre blanco” es la misma que la esencia de “hombre”, ya que la esencia en sentido estricto sólo lo es de entidades, no de los compuestos de entidades y accidentes. Así, la esencia de “hombre blanco” no es “ser-blanco” ni “ser-hombre-blanco”, sino “ser hombre”. La razón es que la esencia es, como la entidad, algo determinado, y los compuestos de entidad y accidente no son algo determinado, es decir, algo individual, porque se predican de otra cosa. Como la entidad no se predica de otra cosa, sólo ella se puede decir que es algo determinado, y, por tanto, sólo ella tiene esencia en sentido propio (VII 4, 1029b 25-30a 6).

        Por otro lado, la esencia de una cosa es lo expresado por su definición (ὁρισμός). Por tanto, todo nombre aplicado a una entidad, como “hombre”, significa la unidad de su esencia que, a su vez, es explicada y desplegada en la definición. Sólo hay definición de lo que es primero, es decir, de aquello que se expresa sin predicarse de algo (VII 4, 1030a 10-11). Por eso, sólo hay definición de la entidad. Para las demás cosas, hay enunciados (λόγοι) que expresan lo que significan, pero no hay ni definición, ni esencia (VII 4, 1030a 14-17).

        No obstante, Aristóteles admite que podría hablarse de definición y esencia en el caso de compuestos o accidentes, pero en sentido derivado. Pues así como puede hablarse de “ser” en sentido primario, aplicado a la entidad, y de “ser” en sentido secundario, aplicado a las demás categorías o modos de predicación, la esencia se da de modo primario y absoluto en la entidad, y en sentido derivado en las demás categorías (VII 4, 1030a 18-b 13).

        Cuando Aristóteles dice que la esencia pertenece a la entidad de la que es esencia, lo que está diciendo es que ambas se identifican, es decir, que “Sócrates” como sujeto de determinaciones, individual y separado, y que no se predica de otra cosa, es lo mismo que “ser-Sócrates”, esto es, aquello que se dice que es Sócrates por sí mismo. Pero, a su vez, Aristóteles añade que si la esencia se identifica con la entidad de la cosa, la cosa misma también se identificará con la esencia de su entidad (VII 6, 1031a 15-18). El argumento tiene forma silogística:

Sócrates = la entidad “Socrates”

La esencia “ser-Sócrates” = la entidad “Sócrates”

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Sócrates = la esencia “ser-Sócrates”

Con este argumento, Aristóteles pretende defender la inmanencia de la esencia y su inseparabilidad de las entidades de las que es esencia. Porque si entidad y esencia no coinciden, se producirían al menos tres aporías, que Aristóteles expone tomando como ejemplo las Ideas platónicas (VII 6, 1031a 28-b 11):

1) Si el Bien en sí, que es una entidad, fuera distinto de su esencia, “el ser-bueno”, el hecho de “ser-bueno” sería una entidad subsistente e independiente, y primera en relación a la Idea de Bien, lo que haría de ésta un ser dependiente.

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