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OSHO- LOS TRES TESOROS


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2013  •  5.491 Palabras (22 Páginas)  •  436 Visitas

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Del surgimiento de los opuestos relativos.

Cuando todos en la Tierra

reconocen la belleza como belleza,

surge (el reconocimiento de) la fealdad.

Cuando todos en la Tierra

reconocen lo bueno como bueno,

surge (el reconocimiento de) el mal.

Por lo tanto:

Ser y no ser

son interdependientes en el crecimiento;

lo difícil y lo fácil

son interdependientes en la ejecución;

lo corto y lo largo

son interdependientes en el contraste;

lo alto y lo bajo

son interdependientes en la posición.

los tonos y la voz

son interdependientes en la armonía;

delante y detrás

son interdependientes en la compañía.

Por lo tanto, el Sabio:

Administra los asuntos sin actuar.

Predica la doctrina sin utilizar palabras.

Todas las cosas se desarrollan por sí mismas;

pero él no se aparta de ellas;

Les da vida, más no toma posesión de ellas.

Actúa, pero no se apropia.

Realiza, pero no reclama méritos.

Como no exige méritos,

el mérito no puede serle arrebatado.

Del Tao Absoluto

Hablo de Mahavira como parte de mi deber mi corazón nunca está con él. Mahavira es demasiado matemático, no tiene la poesía de ser, no es un místico. Es grande, está iluminado, pero es como un vasto desierto: en él no puedes encontrar ni tan sólo un oasis. Pero como nací jaina, estoy en deuda. Hablo de él como parte de mi deber, pero mi corazón no está ahí. Hablo só¬lo desde la mente. Cuando hablo de Mahavira hablo como un fo¬rastero, porque él no está dentro de mí y yo no estoy dentro de él.

Lo mismo sucede con Moisés y Mahoma. No he hablado sobre ellos y no me apetece hablar de ellos. Si yo no hubiera nacido jaina tampoco habría hablado nunca de Mahavira. Mis discípulos mahometanos y mis discípulos judíos vienen a mí muchas veces y me dicen: "¿Por qué no hablas de Mahoma o de Moisés?" Es difícil explicárselo. Muchas veces, mirando sus caras, tomo la decisión de hablar; repaso una y otra vez las pa¬labras de Moisés y de Mahoma, pero de nuevo lo pospongo. Ninguna campana suena en mi corazón. No tendría vida si hablase sería algo muerto. Ni siquiera siento ningún deber ha¬cia ellos como lo siento hacia Mahavira

Todos ellos pertenecen a la misma categoría: son demasiado calculadores, extremados; se pierden en el extremo opuesto. No son armonías, no son sinfonías, son notas sueltas. La nota ais¬lada tiene belleza una belleza austera pero monótona. De vez en cuando está bien, pero si continúa, te aburrirás y querrás que pare. Las personalidades de Mahavira, Moisés y Mahoma son como notas aisladas: simples, austeras, incluso hermosas de vez en cuando. Pero si me encuentro con Mahavira, Moisés o Mahoma en el camino les presentaré mis respetos y escaparé.

Hablo sobre Krishna. Krishna es multidimensional, so¬brehumano, milagroso, pero tiene más de mito que de hombre real; es tan extraordinario que no puede existir. Sobre esta tie¬rra no pueden existir personas tan extraordinarias; sólo existen en forma de sueños, y los mitos no son sino sueños colectivos que la humanidad entera ha estado soñando, bellos, pero increíbles. Ha¬blo sobre Krishna y disfruto con ello, pero disfruto como se disfruta de una bella historia, contándola. Pero eso no es muy significativo, simple chismorreo cósmico.

Hablo sobre Jesucristo. Siento una profunda simpatía hacia él. Me gustaría sufrir con él, y me gustaría llevar su cruz un rato a su lado. Pero nos mantenemos paralelos, nunca nos encon¬tramos. ¡El es tan triste, está tan cargado cargado con las mi¬serias de toda la humanidad! No puede reír. Si vas con Jesús de¬masiado tiempo te volverás triste, perderás la risa. Le rodea la melancolía. Aprecio a Jesús pero no me gustaría ser como él. Puedo caminar con él un rato y compartir su carga, pero luego tenemos que separarnos porque nuestros caminos son dife-rentes. Jesús es bueno, pero demasiado bueno, casi inhumana¬mente bueno.

Hablo sobre Zaratustra muy rara vez, pero le amo de la ma¬nera en que un amigo ama a otro amigo. Te puedes reír con él, no es un moralista, no es un puritano puede disfrutar de la vida y de todo lo que la vida ofrece. Es un buen amigo, se podría es¬tar con él para siempre pero es sólo un amigo. Y la amistad es buena pero no es suficiente.

Hablo sobre Buda le amo. A través de siglos, de muchas vidas, le he amado. Buda es tremendamente bello, extraor¬dinariamente bello, magnífico. Pero no está sobre la tierra, no camina sobre la tierra. Vuela en el cielo y no deja huellas, no puedes seguirle, no sabes nunca dónde está. Es como una nube. A veces te encuentras con él, pero eso es accidental. Y es tan refinado que no puede echar raíces en esta tierra, está destinado a algún cielo más elevado. En ese sentido Buda es unilateral. La tierra y el cielo no se encuentran en él. Es celestial pero le falta la parte terrenal; es como una llama, hermoso, pero no hay aceite, no hay recipiente. Puedes ver la llama, pero se eleva más y más, nada la sujeta a la tierra.

Le amo, hablo de él desde mi corazón, pero sin embargo, sigue habiendo una distancia. Siempre la hay en el fenómeno del amor. Te acercas más y más y más, pero incluso en la cer¬canía existe una distancia. Esa es la desgracia de todos los amantes.

De Lao Tse hablo de forma totalmente diferente. No me re¬laciono con él, porque incluso para estar relacionado se necesita una distancia. No le amo, porque ¿cómo puedes amarte a ti mismo? Cuando hablo de Lao Tse lo hago como sí estuviera hablando de mí mismo, mi ser es totalmente uno con él; cuando hablo de Lao Tse es como si me estuviese mirando en un espejo se refleja mi propia cara. Cuando hablo de Lao Tse estoy con él absolutamente.

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