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Que Es El Estado


Enviado por   •  21 de Abril de 2013  •  3.206 Palabras (13 Páginas)  •  256 Visitas

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¿QUÉ ES EL ESTADO?

Notas del profesor Tulio Chinchilla

Ensayaremos una definición de uso de la palabra “Estado”, es decir, una definición que indaga, no sobre la esencia del Estado -cuestión importante pero teóricamente compleja- sino por algo más simple y modesto: por las condiciones bajo las cuales estaríamos dispuestos a bautizar como “Estado” a un determinado fenómeno político-social.

En el derecho constitucional y en la ciencia política entendemos por Estado la organización de poder que opera eficazmente sobre un conglomerado humano asentado en un territorio relativamente estable (permanente), poder que se ejerce básicamente mediante un orden jurídico positivo eficaz a fin de garantizar un orden de convivencia, por todo lo cual tal poder obtiene el reconocimiento de soberano de esa comunidad políticamente organizada.

Se trata de una definición de tipo nominalista y no esencialista –para utilizar los términos de la famosa polémica filosófica de la Edad Media- porque busca sólo un propósito modesto: decirnos cuándo y frente a qué fenómeno estamos dispuestos a poner la etiqueta “Estado”. Es una definición que renuncia desde el principio a dar cuenta del origen y fundamento (o razón de ser) del Estado y de sus fines sustantivos trascendentales.

De esta definición cabe destacar algunos de sus elementos:

a) el poder, como elemento estructurante o substancia de la definición. El Estado es ante todo y por sobre todo un fenómeno de poder, éste es la sangre que circula a través del andamiaje institucional del Estado; detrás de las normas jurídicas (constitucionales, legales y reglamentarias) está siempre presente el fenómeno innegable de poder, del mando, de la dominación, del control social. El poder es –siguiendo a MAX WEBER[1]- la capacidad de un individuo o grupo de individuos de que sus mandatos sean muy probablemente obedecidos, aún contra la voluntad de los destinatarios de esos mandatos, y cualquiera sea el fundamento de esa probabilidad (la fuerza, la magia, la religión, el derecho).

b) Normalmente el poder en el Estado no se manifiesta como poder en bruto, como fuerza, sino como orden jurídico positivo, como una normatividad vigente. Con todo, no debería pasarse por alto que el derecho no es la única manifestación del poder, aunque sí la más importante, la que más aparece en la conciencia colectiva y efectiviza la capacidad de moldear la conducta social. Tener poder es ostentar una competencia jurídica –derivada de una norma jurídica positiva- para crear y aplicar normas obligatorias de derecho.

Es tanta la importancia del derecho en la definición de Estado, que Hans KELSEN[2] llega a identificar el Estado con el ordenamiento jurídico nacional. Para este pensador, el Estado es simplemente un orden jurídico vigente en una comunidad territorialmente asentada, y nada más que eso. Así, entonces, hablar del Estado no es sino una forma de ver al ordenamiento jurídico, personificándolo, asumiéndolo como una persona, como un sujeto. Quien dice “Estado” está sencillamente diciendo “orden jurídico vigente en una comunidad nacional”. Y por tanto, todas las propiedades o características del Estado serían sólo atributos o cualidades jurídicos.

Con todo, a pesar de tan sugestiva y lógica perspectiva, una visión puramente normativa o jurídica visión, resulta insuficiente para lograr una comprensión completa del fenómeno estatal. De hecho, no todas las manifestaciones del poder político son reductibles a expresiones puramente normativas, la dinámica del poder es mucho más que normas validas, por lo cual es necesario completar esa dimensión normativa con otras, de naturaleza socio-política que enriquezcan y mejoren la perspectiva jurídica del Estado. Un claro ejemplo de manifestaciones no jurídicas del poder estatal es el vasto despliegue de propaganda mediante el cual se moldea y alimenta el imaginario colectivo con imágenes favorables al poder y a los valores que lo sustentan. A esta actividad podríamos llamar la función simbólica del Estado y de ella da cuenta la ciencia política, no el derecho constitucional.

c) Otro elemento es el conglomerado humano, la base social sobre la cual opera el poder público, lo que la doctrina denomina “la población” del Estado, como segundo elemento del mismo. El poder social se ejerce sobre un conjunto más o menos amplio de personas, las cuales regularmente tienden a conformar un tipo de comunidad que denominamos “nación”, la cual se cohesiona gracias a una práctica histórica de convivencia e interacción permanente durante siglos, gracias a la conjunción de factores materiales y culturales tales como el pasado común (mitos fundacionales), territorio defendido y conquistado, la raza, la lengua, el folclor, etc. La configuración de un pueblo como nación bajo la égida de un Estado es sólo una tendencia histórica muy acentuada: a cada Estado corresponde una nación a la cual expresa jurídica y políticamente. Por eso se habla, entonces, del Estado-Nación, queriéndose significar con ello que estos dos términos conforman un binomio inescindible que es el Estado moderno.

d) El otro elemento de la definición se refiere al territorio del Estado, al ámbito espacial dentro del cual rige el orden jurídico del Estado y dentro del cual éste se halla legitimado de manera exclusiva para ejercer la fuerza según sus normas prevén. Tal como nació y evolucionó el Estado moderno, no puede concebirse un Estado sin territorio, ya que sólo cuando se posee un territorio y éste es reconocido por la comunidad internacional se reconoce la existencia de un Estado soberano. La soberanía del poder estatal tiene una necesaria referencia territorial, se proyecta en un espacio o conjunto de espacios. Lo característico del territorio es estar encerrado en límites fijos y permanentes, reconocidos por el derecho internacional.

e) Un elemento problemático pero inevitablemente presente en la definición se refiere a lafinalidad mínima que ha de perseguir la organización estatal: asegurar un orden de convivencia, un orden social, cualquiera sea ese orden, sea justo o injusto, encomiable o censurable. Es inocultable la dificultad lógica que entraña asignar fines u objetivos a instituciones que son fruto de procesos históricos colectivos, complejos y multicausales; frecuentemente detrás de tales señalamientos de finalidades se esconden estrategias discursivas valorativas de legitimación de determinados fenómenos de poder. Asignar finalidades a una institución social fácilmente excede la postura puramente lógica, descriptiva

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