RESUMEN CUARTO CAPITULO: LA ETICA A NICÓMACO

LA ETICA A NICÓMACO

CUARTO LIBRO: DE LOS QUE DICEN VERDAD Y DE LOS QUE MIENTEN EN PALABRAS O EN OBRAS O EN DISIMULACIÓN

En este capítulo Aristóteles habla acerca de las personas que hablan y obran con la verdad, y de los que mienten.

Dentro del grupo de los que no hablan con la verdad, cataloga como arrogante y fanfarrón a aquella persona que aparenta tener más de lo que en realidad tiene, ya sea porque miente al decir que posee muchos bienes o porque engrandece los que tiene. Por otra parte el disimulado niega la riqueza que tiene, o los aminora.

El que habla y obra con la verdad en cambio, está en el punto medio: ni engrandece ni aminora sus bienes. Aristóteles califica a este tipo de personas como “hombres de bien”; aquel que tiene inmersa en su condición de vida, hablar y obrar con la verdad, y que por ello es digno de alabanza.

Menciona también que el que engrandece sus bienes sin fin alguno, puede parecer más vano y hueco que mal hombre. Si su fin es la honra y gloria, no debería ser reprendido severamente; pero, de hacerlo por codicia de dinero, se lo debería considerar un hombre ruin.

Ambos mentirosos son reprochables, pero más el arrogante.

Aristóteles confirma también que la arrogancia y el ser mentiroso no consiste en la facultad, sino en la elección y voluntad, que al hacerlo constantemente crea el hábito y la costumbre.

Otras frases de filósofos acerca de hablar y obrar con verdad dichas por otros filósofos son:

“Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad”.

Sócrates

“No basta decir solamente la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad”.

Platón

Coincido con Aristóteles con que la media entre la fanfarronería y el disimulo es la verdad. Y que no es una facultad con la que se nace; más bien es parte de los principios y valores inculcados a las personas desde pequeños.

Así también, el mentir es una costumbre que se adquiere en la mayoría de los niños por miedo a decir verdad. Por esta razón considero valientes a las personas que hablan con la verdad, temiendo muchas veces a las represalias.

Considero también, como menciona Aristóteles en este capítulo, que no solo basta con hablar la verdad, sino que hay que obrar de la misma manera. Solo así la persona será sincera con él mismo y con los demás.

Difiero en la parte en la que menciona que aquellos que disimulan deben ser reprochados en menor grado que los fanfarrones; ya que si estamos hablando de verdad, entonces ambos mienten, por lo tanto ya no están bajo el paraguas de lo que

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