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Racionalismo Y Emprirismo


Enviado por   •  28 de Julio de 2013  •  4.841 Palabras (20 Páginas)  •  371 Visitas

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OTFRIED HÖFFE

Breve historia

De la filosofía

TRADUCCIÓN DE JOSÉ LUIS GIL ARISTU

RACIONALISMO Y EMPIRISMO

Desde el paso del siglo XVI al XVI, en la época de los descubrimientos en ciencias naturales pero también de la inseguridad política a causa de las innumerables guerras internacionales y civiles, los filósofos buscan un «suelo firme». Al haberlo hallado en parte en las matemáticas y la geometría, y en parte también en el conocimiento de los hechos, esa búsqueda toma la forma de un conflicto entre el racionalismo, que da preferencia al entendimiento o la razón (en latín, ratió), y el empirismo, que prefiere la experiencia (en griego, emperna). No obstante, ninguno se compromete exclusivamente con uno u otro aspecto. Los racionalistas, que son a menudo importantes matemáticos (Descartes, Leibniz y también Pascal), muestran mayor interés por el rigor metodológico y las pruebas y confían más en el entendimiento claro que en los sentidos, confusos y engañosos. Los empiristas, en cambio, procedentes a menudo de la gran política (Bacon) o de las ciencias de la naturaleza y la medicina (Locke), se interesan más por el descubrimiento del mundo y apuestan por la experiencia.

La pugna se plantea en diversos terrenos; en Bacon se trata de una cuestión de teoría y, al mismo tiempo, de política de la investigación; en su respuesta se despoja de autoridad a la filosofía fundamental, la metafísica. Ante el desafío de los escépticos de su tiempo e impresionado por el ejemplo de los matemáticos, Descartes se propone volver a la teoría del conocimiento y la filosofía fundamental. Al mismo tiempo, intenta extender el método matemático a la totalidad del cosmos del saber filosófico y científico. Los sucesores de esta primera cima del racionalismo reaccionan de manera diversa: Pascal, con una crítica inmanente al racionalismo; Spinoza y Leibniz, perfeccionándolo, pero con intereses intelectuales esencialmente nuevos. Gassendi, Locke y Hume responden, en cambio, con un proyecto opuesto de carácter empírico.

En ambos bandos—racionalismo y empirismo—surge la idea de una ciencia unitaria universal. Los temas importantes siguen siendo también los mismos en los dos campos: el problema del conocimiento y la libertad humana y, vinculada a ella, la cuestión de Dios y de la existencia de un alma inmortal. Los enfrentamientos, tanto metodológicos como de contenido, llegan hasta bien entrada la época de la Ilustración y no hallarán una solución reconocida durante un tiempo hasta la reflexión creativa de Kant, con su concepción de las posibilidades y los límites de la razón pura. Como las universidades de la época siguen siendo bastiones de una filosofía académica fosilizada, «inventada para el debate y la ostentación, más que para la búsqueda de la verdad» (Locke), ninguno de los grandes filósofos de este periodo es profesor universitario. En vez de llevar una vida académica, viajan, entablan contactos personales y epistolares con sus iguales y, más que «elaborar teorías en sus gabinetes de estudio», buscan únicamente «aquella ciencia que encuentran en sí mismos o en los grandes libros del mundo» (Descartes). En especial, los tres primeros pensadores, Bacon, Descartes y Hobbes, dominan una retórica que habla de unos comienzos radicalmente nuevos y anuncia su propia época como el amanecer de una filosofía, una ciencia y una sociedad mejores. La retórica contribuye a que ese periodo se vea a sí mismo como una Edad Moderna. No obstante, la herencia escolástica, por ejemplo la disputa medieval sobre los universales, no queda relegada por completo. Además, al igual que en el Renacimiento, se acepta la inspiración de la «sabiduría de los antiguos», del escepticismo clásico (Descartes, de manera indirecta), Epicuro (Gassendi) y también Tucídides (Hobbes).

UN PROFETA DE LA CIENCIA MODERNA:

FRANCIS BACON

Al comenzar la época aparece una persona que no es filósofo de profesión y tampoco naturalista, sino jurista: Francis Bacon (1561-1626), que ocupó durante un tiempo el puesto de presidente de la Cámara de los Lores. La filosofía no le debe ni conceptos precisos ni argumentos sagaces, y tampoco ha pasado a la historia de la investigación naturalista por el descubrimiento de algún método nuevo o de un experimento pionero. Bacon no conoce apenas el estado de la investigación naturalista del momento; un procedimiento tan importante como la incipiente matematización de las ciencias (Galileo, Kepler) le resulta completamente ajeno. Aunque «filosofaba como un presidente de la Cámara de los Lores» (William Harvey, naturalista contemporáneo y descubridor de la circulación de la sangre), lleva a cabo una innovación revolucionaria: imbuido por la vocación de profeta de una nueva época científica, esboza el programa de una ciencia investigativa. Dicho programa no inspira únicamente la creación de la academia inglesa de ciencias más antigua, la Royal Society (desde 1606), sino que, de acuerdo con el título de la principal obra (fragmentaria) de Bacon, la Gran Renovación (Instauratio Magna, 1605 y 1623), y su parte más conocida, el Nuevo instrumento (Novum Organum), su programa introduce nada menos que una reforma radical, una revolución de la ciencia.

La revolución científica de Bacon se condensa en seis elementos: 1) en el centro aparece un arte del descubrimiento. Bacon exige en el saber progresos, innovaciones, de modo que «la verdad» sea una «hija del tiempo» en la medida en que el conocimiento aumenta progresivamente. 2) Como Bacon no espera el progreso científico de la filosofía sino del estudio de la naturaleza, hace bajar de su trono a las autoridades escolásticas y a la filosofía (fundamental), que había sido hasta entonces la reina de las ciencias. En el panteón de la Nueva Atlántida aparecen, en vez de filósofos y teólogos, descubridores e inventores. 3) Para que los estudios de la naturaleza logren progresar, las ciencias naturales no deben fiarse ya de lo aprendido de oídas sino que deben aducir «pruebas legítimas» (lawful evidencé), algo a lo que Bacon estaba acostumbrado por su profesión. Para ello, habrán de realizar experimentos comprobables. 4) Al hacerlo, tendrán que «tender la naturaleza sobre el potro de tortura», pero no para atormentarla sino para conseguir que hable. Kant reconoció una revolución en esta actitud consistente en no contemplar ya la naturaleza de manera pasiva, sino trabajarla activamente ideando preguntas precisas—hipótesis—y forzándola a dar respuestas con ayuda de intervenciones—experimentos—. De todos

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