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Racionalismo


Enviado por   •  19 de Marzo de 2013  •  27.811 Palabras (112 Páginas)  •  501 Visitas

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Racionalismo

El racionalismo (del latín, ratio, razón) es una corriente filosófica que apareció en Francia en el siglo XVII, formulada por René Descartes, que se opone al empirismo y que es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la experiencia sobre todo el sentido de la percepción.

El racionalismo ha aparecido de distintas formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental, pero se identifica ante todo con la tradición que proviene del filósofo y científico francés del siglo XVII René Descartes, quien creía que la geometría representaba el ideal de todas las ciencias y también de la filosofía.

Mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades universales, evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias. Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch Spinoza y el pensador y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.

I. Terminología y significado

A primera vista racionalismo no expresa sino lo que es propio de la razón, el ámbito de sus competencias y el campo de su actividad. Esto significaría que «razonable» o conforme a razón es equivalente a «racionalista» o conforme al racionalismo. De hecho es éste un esquema con el que se ha procedido con frecuencia al interpretar fenómenos de la vida moderna y contemporánea. Muestra de ello es el hecho de que las distintas interpretaciones del mundo y de la vida se suelen considerar como racionalistas o como irracionalistas. El mismo lenguaje se opone a tal simplificación. No es sorprendente que concepciones catalogadas como irracionalistas sean paradójicamente muy razonables y que por el contrario concepciones asumidas como racionalistas resulten al postre irracionales. Esto se explica por el hecho de que «racionalismo» y «racionalista» son términos que por una parte hacen valer la razón o lo racional en oposición a otras capacidades o actividades, como son la voluntad, la imaginación, el sentimiento, etc., y por otra parte consideran como propia y específica de la razón una determinada forma de actividad, que no tiene por qué ser aceptada. Más aún, por el hecho de ser determinada, ésta o aquélla, es lógico que esté destinada a ser sustituida por otra.

Se explica así que el racionalismo, de suyo un fenómeno característico del pensamiento moderno, siga una trayectoria accidentada, provocando una y otra vez reacciones en contra, bien de forma total, al considerar que ofrece una visión sesgada de la realidad, bien de forma parcial, pero no menos radical, en cuanto que frente a la visión más bien uniforme y homogénea se pretende hacer entrar en juego otros elementos y ofrecer así una visión más compleja. Otro factor que acentúa la limitación del racionalismo es la imagen que de él se da. Una cosa es lo que nos dejaron escrito autores tan señeros como Descartes o a quienes muy bien puede considerarse como figuras altamente representativas del racionalismo, y otra cosa muy diferente la imagen estereotipada que de ellos se nos presenta con frecuencia.

El racionalismo ha oscilado entre la fascinación de su programa, en el que se hace valer la vigencia de lo racional, fuente a su vez de la justicia y de la libertad, y la decepción debida no sólo a los obstáculos que encuentra su realización, sino sobre todo a las contradicciones internas de la propia concepción racionalista. La historia del éxito del racionalismo es también la historia de su fracaso. Es de suponer además que este vaivén incesante, que se retrotrae a los albores del pensamiento filosófico, forma parte ya del destino humano, puesto que de una parte no se concibe que la vida humana pueda asentarse sobre bases que no sean racionales, y por otra parte esto lleva consigo la tendencia a supeditarlo todo a principios y normas racionales, que como tales tienen la pretensión de ser universales y por consiguiente de tener vigencia por igual para los más distintos fenómenos, con independencia de cuál sea su índole propia —algo tan inevitable y constructivo como, al mismo tiempo, problemático y destructivo, puesto que con ello se cuestiona por principio el ser de cada cosa.

Desde esta perspectiva de reconocimiento, incluso de exaltación, de lo diferente el tema del racionalismo cobra, por contraste con el vacío que ha dejado y sigue dejando, una renovada actualidad.

Representantes del racionalismo

Karl Raymund Popper (1902 - 1997)

Es la figura más influyente y respetada de la filosofía de la ciencia en la segunda mitad del siglo XX, destacándose por las fuertes críticas que realiza al positivismo lógico en su primera versión. En relación a ello declaró lo siguiente: no compartía la metodología inductivista como vía de acceso al conocimiento científico, afirmaba que la observación siempre está impregnada de teoría y estableció como criterio de demarcación científico la "Falsabilidad".

A pesar de estas diferencias con la edición inicial del Círculo de Viena compartió algunos puntos básicos de la Concepción Heredada (Received View).

Su pensamiento se difundió con un importante auge en la década de los cincuenta y de los sesenta en los Estados Unidos, y a continuación en el resto del mundo, constituyéndose en referencial para la mayoría de los epistemólogos.

El punto de partida de la reflexión filosófica de Popper estriba en la importancia atribuida a las teorías científicas, así como la contrastación negativa con la experiencia, por la vía de la falsación. Popper afirma que "las ciencias empíricas son sistemas de teorías; y la lógica del conocimiento científico, por tanto, puede describirse como una teoría de teorías...La filosofía de la ciencia, entonces, queda planteada como disciplina meta teórica, o meta científica, cuyos objetos principales de reflexión son las teorías científicas, y no las ideas, ni los universales, ni los hechos más simples y elementales" (Echeverría 1989).

En la corriente popperiana la razón científica funciona a base de construir sistemas peculiares de conocimiento del mundo, a objeto de poder explicar los fenómenos con la meta final de dominar la naturaleza, lo que equivale en muchos casos a transformarla; y el instrumento fundamental para cumplir con

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