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Semblanza De Leopoldo Zea


Enviado por   •  28 de Junio de 2013  •  1.790 Palabras (8 Páginas)  •  409 Visitas

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SEMBLANZA DE LA FILOSOFIA DE LEOPOLDO ZEA

Por Antonio Luna Moreno

Leopoldo Zea (1912) emerge en la década de los cuarenta como el líder intelectual que aglutina, estructura y dirige el esfuerzo por recuperar sistemáticamente el pasado en América Latina. Un esfuerzo de recuperación que se convierte en empresa continental. En los años sesenta, Ibero América ha madurado un nuevo pensamiento que expresaba con claridad la obra de Leopoldo Zea y que muy bien puede resumirse en las palabras: “La filosofía en Latinoamérica como problema del hombre”, conque comienza su libro La filosofía americana como filosofía sin más (1969). La obra de Leopoldo Zea epítome de la trayectoria de la filosofía Iberoamericana en el siglo XX, se ha mantenido a la altura de las últimas generaciones, y hoy representa la fuerza institucional que apoya y dialoga con el nuevo discurso filosófico de la liberación. Por ello, presentar el pensamiento de Zea es establecer la biografía intelectual de este proceso Iberoamericano.

La obra filosófica de Leopoldo Zea se ha caracterizado por una extraordinaria vitalidad, por la evolución y profundización que ha experimentado desde la primera exposición de su pensamiento filosófico, en 1942, en su estudio. Entorno a una filosofía americana. Desde este comienzo, su obra, como bien supo notar Zdenék Kourim, “estuvo orientada hacia dos direcciones según fueron trazadas por José Gaos, es decir, realizar la historización del pensamiento mexicano, (luego proyectado al iberoamericano) y tratar de construir una filosofía a la vez anclada en a circunstancia mexicana y que supere estas”.

El proyecto inicial y su concepción de la filosofía surgen, en efecto, en diálogo con la obra de Samuel Ramos y José Gaos; pero su intuición primordial, que todavía hoy forma los pilares básicos de su sistema filosófico, posee raíces mucho más profundas y había sido ya formulada con claridad por José Martí en Nuestra América. Al igual que Martí, Zea percibe que el hombre iberoamericano vive a espaldas de su realidad en un intento vano de constante auto negación: “El mal está en que queremos adaptar la circunstancia americana a una concepción del mundo que heredamos de Europa, y no adaptar esta concepción del mundo a la circunstancia americana. De aquí que nunca se adapten las ideas a la realidad” (1942, 39).

Zea formulaba, pues, en este primer ensayo de 1942 un programa de acción, que debería estar enraizado en una circunstancia propia, pero que por entonces era todavía desconocida. El germen de la intuición fundamental del sistema filosófico de Zea se encuentra, naturalmente, en esta exposición de 1942, que se convertirá luego en uno de sus ensayos más citados.

Los maestros.

Zea inicia que sus trabajos filosóficos asumiendo, es decir, problematizando y haciendo a la vez suyo, el discurso filosófico de los pensadores Iberoamericanos más destacados de su momento: con Gaos aprende a dialogar con la obra de Ortega y Gasset y aborda la problematización del sentido exclusivista del discurso filosófico euro centrista; de Samuel Ramos recoge el estímulo que suponía haber hecho de la cultura mexicana motivo de reflexión filosófica; con Francisco Romero cree que Iberoamérica ha entrado en una etapa de normalidad filosófica y de que existe un clima filosófico, o sea, una opinión pública que demanda ahora la reflexión filosófica sobre los problemas que la agitan.

La huella, pues, de Samuel Ramos y de Ortega y Gasset en Zea, sobre todo a través de Gaos, palpita con fuerza en su obra escrita en la década de los cuarenta, aun cuando ésta muestra desde su comienzo un inconfundible sello personal. Y es que para Zea la filosofía es fundamentalmente diálogo; en diálogo con sus maestros asume un concepto de filosofía que hace suyo, y que puede muy bien caracterizarse con la misma afirmación de independencia con que Ortega y Gasset proclamaba la suya en 1914: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. En este sentido debemos interpretar el inconfundible sello orteguiano, gaosiano, en los escritos de Zea. En una de sus obras fundamentales de esta primera etapa. El positivismo en México (1943), Zea reconoce así su afiliación gaosiana: “A él no sólo debo estas ideas y mi formación filosófica, sino también un asiduo cuidado en los trabajos preliminares”.

Los años 1945-1946 son claves en la formación, como equipo de trabajo, de un grupo generacional Ibero Americano. Con el apoyo de Gaos, Zea consigue una beca para investigar el pensamiento iberoamericano de los siglos XIX y XX. Francisco Romero se adhiere al proyecto y Zea emprende un prolongado viaje por los distintos países iberoamericanos, Establece entonces contacto con un grupo selecto de jóvenes intelectuales con preocupaciones semejantes –Arturo Ardao del Uruguay, Joáo Cruz Costa del Brasil, Francisco Miró Quesada del Perú, José Luis Romero de la Argentina, Guillermo Francovich de Bolivia-, y con ellos inicia un proyecto de recuperación del pasado cultural. El proyecto adquiere dimensión continental y pronto se unen a él Ernesto Mayz Vallenilla de Venezuela, Angel y Carlos Rama de Uruguay, Félix Schwarzman

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