Sensaciones

3.3. SENSACIÓN DE EQUILIBRIO

En la evolución de las especies, el hombre ha adquirido junto con algunos primates superiores algunas características que lo diferencian de otras, una de ellas es la de marchar erguido sobre las piernas, es decir la bipedestación.

Existen dos estructuras relacionadas con el equilibrio: los canales semicirculares y los sacos vestibulares (utrículo y sáculo) ubicados en el oído interno, junto a los órganos de la audición. Ellos son los órganos sensoriales del equilibrio, a los cuales nos podemos referir como estructuras o aparato vestibular.

Los canales semicirculares están conformados por tres tubos en forma de anillos que contienen un líquido en el interior que se mueve cuando nuestro cuerpo realiza algún movimiento. Estos canales están dispuestos en tres planos perpendiculares del espacio (como las tres superficies que forman la esquina de una caja). Cuando la persona se mueve (como el vaivén del agua cuando movemos un vaso), el movimiento del líquido tuerce pequeñas células ciliadas que, a su vez, excitan neuronas conectadas con ellas, enviando de esta manera señales al cerebro que indican la dirección del movimiento. Esta información permitirá la conservación adecuada de la postura corporal, incluso ante movimientos súbitos.

Los sacos vestibulares son dos: Utrículo y Sáculo. Estos sacos están llenos de una sustancia gelatinosa que contiene unos cristales llamados otolitos. Las células ciliadas, que contienen estos sacos, se tuercen por acción de los otolitos, produciéndose así impulsos nerviosos. La tracción de la fuerza de gravedad sobre los otolitos es permanente, de manera que existe información continua de la posición de la cabeza, aunque la persona se encuentre inmóvil.

Si una persona padeciera de una infección a este nivel, tendría un problema casi constante de mareo (vértigo) ya que perdería esta valiosa información.

Estas estructuras vestibulares están vinculadas con el cerebelo, órgano del sistema nervioso central encargado de mantener el equilibrio del cuerpo.

También se puede encontrar una relación con la estructura visual, de manera que no solo existiría una tensión muscular, sino que, también el mareo típico ante una información visual de movimiento; por ejemplo, una persona se puede marear al ver una escena de un avión en movimiento.

Se puede observar, finalmente, que manifestaciones como las náuseas y el vómito permiten afirmar la relación entre estas estructuras y los órganos internos.

El centro del equilibrio necesita recibir información del medio ambiente para conocer cuál es la posición que debe adoptar el cuerpo. Para tal fin utiliza las informaciones de:

Ojos : Informaciones Visuales

Oídos : Informaciones Vestibulares Y Auditivas

Articulaciones : Informaciones Propioceptivas

3.4 SENSACIONES CINESTESICAS

Son sensaciones producidas por el movimiento de nuestro cuerpo. Nos indican la dirección y la velocidad del desplazamiento corporal en su totalidad o de forma relativa. Se generan por la estimulación de receptores especiales (propioceptores) localizados en los músculos, en los tendones, en los ligamentos y en las articulaciones.

Luego de que los propioceptores han sido excitados, el impulso nervioso se transmite por las vías aferentes a la parte cortical (centro nervioso) ubicada en la circunvolución central anterior, en el lóbulo parietal detrás de la cisura de Rolando. Todos usamos inconscientemente esta información para saber la posición de los miembros de nuestro cuerpo al ejecutar los actos más cotidianos, como caminar, sentarse, pararse, bailar, etc.

Las sensaciones cenestésicas nos informan del movimiento del cuerpo. Nos indican la dirección y velocidad del desplazamiento corporal en su totalidad o de una parte de él. Al jugar, bailar o correr se activan los receptores localizados en el huso de músculos haciendo posible que cada uno de nosotros experimente su propio movimiento.

4. LIMITES DE LA SENSACIÓN

En este preciso instante se está produciendo un sinnúmero de cambios de energía en el ambiente: el viento que desliza la cortina, el aleteo de un ave que emprende vuelo desde la ventana de la casa vecina, los latidos de tu corazón, etc.

¿Podremos captar dichos cambios de energía?

De seguro que no, puesto que aún no han convertido en estímulos al no haber excitado a los receptores sensoriales auditivos. Pero si incrementamos progresivamente la intensidad de dichos estímulos, llegara un momento en el cual si lograran excitarlos.

Asimismo, si seguimos incrementando la estimulación, notaremos un aumento en la intensidad sensorial (como cuando subimos el volumen del radio o incrementamos azúcar al café). Pero llegara un momento en el cual dichos estímulos se harán ten intensos que será imposible detectar si ha habido cambios pese al incremento; ello, incluso, podría provocar daño en los receptores sensoriales. Como habrás notado, nuestra capacidad sensorial tiene límites que están en función de la cantidad de energía que es capaz de detectar nuestro receptor sensorial.

La investigación en este campo ha llegado a precisar

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