Socialismo
EverIsaacMarquez5 de Noviembre de 2014
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EL SOCiALiSMO COMO ALTErnATiVA GLOBAL: UnA PErSPECTiVA DEL SUr1
Me gustaría pensar en la crisis del socialismo y de los países so- cialistas desde el Tercer Mundo. Pensar en el socialismo como alternativa global desde allá, desde esa zona terrestre, a fines del siglo XX y en los albores del XXi. Cuando se analiza el proceso de “reconversión” de los países de “orientación socialista” del Tercer Mundo se advierte claramente que en la inmensa mayoría de ellos cambian los objetivos centrales del desarrollo. La crisis del “socialismo real” en la Unión Soviética y en los países del Este de Europa afecta gravemente sus proyectos de crecimiento con justicia social y con soberanía comercial o financiera, así como una distribución del ingreso, una estratificación y un desarrollo social relativamente más equitativos que los de otros países del Tercer Mundo. La restauración del capitalismo dependiente y neoliberal va muy lejos y no sólo viene de fuera. Cambia abiertamente el ob- jetivo central de una “futura sociedad igualitaria” y el de la pro- pia “liberación”, mientras los planes de desarrollo y el mercado mismo quedan controlados por los monopolios que son otra vez
1 Texto extraído de Pablo González Casanova, El socialismo como alternativa global: una perspectiva del Sur, febrero de 2001, disponible en http://www.pa- nuelosenrebeldia.com.ar/content/view/231/67.
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los beneficiarios directos de la acumulación. Es más, las relacio- nes sociales de producción y de dominio se reconstituyen con el nuevo tipo de autoridad neocolonial-asociada, o de Estado su- pranacional, representado, entre otros, por el Fondo Monetario internacional (fmI). El fenómeno no es poco común. Si en Cuba la deuda externa (hacia los años noventa) corresponde sólo al 20% del producto nacional, en Angola alcanza el 55%, en Mo- zambique el 62%, en Tanzania el 67%. Algo semejante ocurre en otros 16 países subdesarrollados que se conocían como de “orientación socialista”. En la mayoría de ellos —como en los del Came— el endeudamiento externo impone las “políticas de ajuste” a que obligan las “cartas de in- tención” y los “convenios” con el fmI. Con resistencias o aceptaciones variadas, por presiones direc- tas del Fondo y del Banco Mundial, o de las propias burocracias y “burguesías” asociadas, e incluso por presiones o insinuaciones de la Unión Soviética, en sus últimos años, los países de “orien- tación socialista” del Tercer Mundo aplican una política que en todos los casos parece significar renovación de la dependencia y del capitalismo periférico neoliberal. Si en los Estados antes po- pulistas esa política corresponde al abandono de los proyectos de “desarrollo nacional independiente”, con cesión de los procesos de acumulación a la burguesía transnacional y asociada, en los países antes llamados de “orientación socialista” corresponde también al abandono práctico del proyecto de acumulación so- cialista y al cambio de clase dominante o de bloque dominante, que buscó basarse en el pueblo trabajador como eje del camino al socialismo. El nuevo “bloque” corresponde a la asociación de muchos funcionarios, que antes se decían marxistas-leninistas, con las burguesías locales y transnacionales. Los “camaradas empresarios” se vuelven “hombres de negocios” y “funcionarios modernos”. Mientras el socialismo de Estado, según ha observado Wors- ley, “se propone elevar los niveles de vida como su objetivo priori- tario”, las políticas de ajuste hacen del pago del servicio de la deu- da externa un objetivo táctico, y de la restauración del capitalismo
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y la dependencia, el objetivo estratégico. El cambio estructural se advierte con la reorientación de todas las medidas económicas a la acumulación de capital privado asociado y transnacional, y con la transformación del trabajo en mercancía barata de los propie- tarios privados de los medios de producción. Si no todos los países llamados de “orientación socialista” se encuentran al final de tan dramático proceso, todos los que nego- cian con el fmI reciben y aceptan, de buen o mal grado, las conoci- das presiones de políticas neoliberales por las que “el extranjero” y “el capitalista” —esos personajes clásicos— retoman el control esencial de la economía. Escojamos un ejemplo: en Mozambique las desnacionalizaciones se dan desde 1979; en 1984 acaba allí el monopolio de Estado del comercio exterior para beneficio de las compañías privadas; en 1986 se liberaliza la legislación sobre inversiones extranjeras, mientras se impone un severo programa a la población, con una devaluación de la moneda que alcanza el 420%, con nuevos impuestos indirectos, con alza de precios de 200% a 400%, con alza de salarios de sólo 50% a 100%, y en fin, con disminución de gastos sociales del Estado… Políticas semejantes se advierten en los demás países con go- biernos populares o socialistas, desde nicaragua —aún antes de la derrota electoral— hasta Vietnam. Todos esos países parecen destinados a perder la guerra económico-social después de ha- ber ganado la guerra en el campo de batalla. “Somos muy buenos generales del pueblo —dijo con sorpresa el comandante Tomás Borge— y muy malos economistas”. En realidad la política que plantearon no se propuso nunca —con excepción de Cuba— el manejo práctico del excedente por el pueblo y con prioridad a la inversión y al gasto social. Hoy en Vietnam la “política de ajuste” lleva a la creación de empresas privadas, a la ampliación de empresas agrícolas pri- vadas, al “mercado libre” controlado por los monopolios, a la supresión de las subvenciones al consumo, al “adelgazamiento” del sector público, a una legislación “muy liberal” con las inver- siones extranjeras… Sólo Cuba establece una “política de auste- ridad” que no cambia ni da visos de cambiar el signo de clase de
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la acumulación dominante, y que no transforma el trabajo de la inmensa mayoría de la población en mercancía sometida o por someter a las leyes de la oferta y demanda del capital… Tal vez ese sea el hecho más odioso de su rebeldía frente a un imperio que la considera parte de su zona de influencia manifiesta y que ve en la franja de mercado abierto al turismo y al mercado mundial un futuro de contradicciones que el pueblo-gobierno no podrá superar. El peligro es conocido de todos los cubanos y es enfren- tado con preocupación y con éxito. En otros casos, el fenómeno del endeudamiento externo e interno, junto con las políticas de ajuste a que conduce, significa que no sólo se ha perdido o está por perderse el proyecto socia- lista en muchos países periféricos, sino el de la liberación o el de la soberanía nacional frente a los grandes imperios y el capital corporativo. Descubrir lo que pasó y lo que pasa resulta difícil y es tarea prioritaria. Explicar y prever lo que viene es aventurarse en un terreno que no por temerario deja sin embargo de constituir una preocupación muy extendida. La política de restauración del capitalismo en los países “so- cialistas” desarrollados y subdesarrollados afecta todos los pro- yectos de liberación; amenaza tanto el legado social y nacional del antiguo “nacionalismo revolucionario” y “populista”, como a los gobiernos que aún tienden a fortalecer sus posiciones con bases trabajadoras y populares. Las contradicciones del socialis- mo autoritario y su crisis creciente debilitan en lo inmediato a los Estados y movimientos del Tercer Mundo que recibieron apoyo de la urss y de otros países que ya se han pasado al capitalismo o que viven la transición al capitalismo totalitario en la economía, la tecnología, la política y el pensamiento. Muchos Estados y movimientos populares del ex Tercer Mun- do —y no sólo los socialistas— se sienten cada vez más en el de- samparo, y, en todo caso, enfrentados a su suerte en una forma que no habían previsto. La ofensiva neoliberal aprovecha e im- pulsa las distintas contradicciones en que están envueltos. Entre esas contradicciones se encuentran las mismas del “socialismo
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desarrollado”: la ausencia de una organización democrática de las bases que controle el autoritarismo y la corrupción de las burocra- cias; la falta, en los procesos de democratización, de la disciplina necesaria para la lucha contra las antiguas clases expropiadas y contra el imperialismo; las enormes fallas del aparato productivo, víctima también del autoritarismo y de la corrupción, que acaban con cualquier “plan” y con el desarrollo económico social para las mayorías. La penosa situación también se ve expresada en ideas autoritarias que miman al “marxismo-leninismo” doctrinario, y que se adaptan a “políticas realistas” de colores locales, en mez- clas o saltos que van de la “doctrina” más abstracta a la “realidad” más extravagante, sin mayor reparo epistemológico o moral. Las contradicciones que ocurren en los ex Estados socialistas centrales aparecen en los periféricos en niveles de desarrollo eco- nómico y social muy inferior. no surge en las masas de éstos la esperanza de ocupar un sitio al lado de los países más avanzados del capitalismo —como en Polonia o Checoslovaquia—, pero sí existen los mismos elementos de fascinación por la sociedad de consumo que se advierten en la Europa del Este y en rusia, y na- turales deseos de expresar nuevas ideas, intereses y sentimientos en formas que entran a menudo en conflicto con las condiciones económicas y políticas objetivas, o con los dirigentes y sus hábitos de gobernar y expresarse. incluso Cuba, donde los sistemas de participación de la población en el gobierno se amplían y prac- tican cada vez más, sobre todo en las
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