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Sócrates.


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2012  •  Informes  •  911 Palabras (4 Páginas)  •  288 Visitas

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Comentario: Sócrates.

Contextualizándonos en el primer texto, Sócrates, filósofo ateniense del siglo V a. C., se encuentra en juicio con cargos que le acusan de corromper y manipular a los jóvenes

de la época, así como también de impiedad e increencia hacia los dioses de la Polis.

Bajo la acusación de los jueces alentadas por Ánito –uno de los hombres que cargaron contra el filósofo-, el sabio Sócrates; imperturbable y claro, dice que en caso de ser puesto en libertad con condición de no volver a filosofar, renegaría de tal mandato, puesto que es como considerar quitarle el aroma a una flor, imposible. Así es el filosofar en Sócrates, orden de su Daimon, el dios cuya palabra valora más que la de los Atenienses, él (Daimon) es la flor que le manda extender su aroma, en una palabra, filosofar.

Sócrates, maestro de la oratoria y la refutación, sometía bajo crítica todos los elementos -tanto en sentido religioso como político- que se hayan establecido como norma y verdad. Ante una creciente Atenas, dicho pensamiento crítico ponía en peligro a la democracia imperialista que empezaba a surgir en el seno de la Polis, donde el poder y el dinero eran el objetivo principal de los dirigentes y por ende, de los jóvenes que serían futuros sucesores de dichos cargos. Sócrates, entre tanto materialismo, alegaba la importancia que debía dársele al alma, cuya alimentación no depende de lujos, sino de la búsqueda personal de la verdad y la inteligencia.

Así pues Sócrates interrogaba a jóvenes, viejos o forasteros, sin importar raza o color. Este se basaba en el principio de la ignorancia, “Solo sé que no sé”, razón por la cual cuestionaba a aquellos que aseguraban tener excelencia de pensamiento, a aquellos que consideraban tener verdades; estos eran mentirosos, puesto que para el filósofo sólo sabe aquel que de verdad ha sido consciente que nada sabe y que por consiguiente, ya sabe algo. Dicho afán de persuasión hacia los hombres, pretendía no más que orientarlos hacia la mejora de sus almas, no de sus comodidades.

Sócrates consideraba que los atenienses debían estar agradecidos de tener su presencia e influencia, ya que este busca la excelencia de la inteligencia, la única vía para crear riqueza tanto en ámbito público como privado. En contraposición a este planteamiento, la élite dirigente de Atenas, cuyo transfondo ideológico era la riqueza como excelencia, consideró que Sócrates pervertía a sus prometedores jóvenes, los cuales no debían alejarse de la educación democrática y religiosa ya impuestas.

Personalmente, Sócrates poseía como valor ético y moral la no corrupción de las palabras, pues serían estas dañinas en vez de sanar las angustias del alma del hombre.

Así pues, independientemente del veredicto que se le impusiera, no haría nunca

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