Teoría General Del Estado
jnolasco18 de Mayo de 2013
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UNIVERSIDAD HUMANITAS CANCUN
CARRERA DE LICENCIATURA EN DERECHO
MATERIA TEORÍA DEL ESTADO – CUARTO TRIMESTRE
ACERCA DEL ESTADO
JORGE EDUARDO NOLASCO MARTÍNEZ
El Estado puede ser formalmente definido como una estructura de poder público asentado sobre un determinado territorio, rigiendo con sus disposiciones y actos a la población que se encuentra contenida en él, tanto en las relaciones jurídicas de los individuos con otros, como de éstos con el órgano rector. En lo que corresponde a las relaciones internacionales, concebidas como las actuaciones de un Estado frente a otro, es el ente del poder legal o fáctico que representa, ya sea los intereses de sus ciudadanos, o de los de su clase gobernante, dependiendo del modelo de Estado al que se refiera.
La palabra “Estado” proviene del latín status, y éste del verbo stare que significa “estar parado” identificándolo con algo detenido o establecido. De su uso conjunto para referirse a la situación que guarda la cosa pública, status res publicae, se simplifica a su primer componente, y luego amplia su significado para llegar a denominar a la organización política de poder que se encarga de la administración, mantenimiento, aprovechamiento y permanencia del interés público o común de sus integrantes.
Si bien el vocablo es aplicado incluso retroactivamente a las formas de organización social que surgieron desde las primeras ciudades en el medio oriente hasta los actuales Estado Nación, la concepción acerca de sus alcances, de sus orígenes, de su definición, de su conformación, de sus características y atributos han sido motivo de divergencia y reflexión por parte de filósofos, juristas, politólogos, sociólogos y otros autores de distintos géneros y disciplinas, para tratar de definirlo de acuerdo a su modelo particular de referencia, o para englobarlo en una teoría general descriptiva del mismo.
Una vez que se generaron de manera espontánea las organizaciones precursoras del Estado por la ley de las consecuencias imprevistas, en el acto de varias familias, clanes o tribus de asentarse voluntariamente en un lugar que permitiera el seguro sustento de sus miembros, son las relaciones económicas y sociales entre ellas las que algunos textos consideran determinantes para la elección o aceptación de un cuerpo gobernante. Especialmente en la teoría de las necesidades hidráulicas, la cuál establece que el propósito de llevar a cabo grandes obras para el suministro continuo de agua que rebasaban la capacidad individual o del grupo familiar, mueve a los núcleos sociales a asociarse para su realización, ampliando la división de trabajo existente para dar lugar a una nueva clase dedicada a la administración del bienestar común.
Las funciones de protección, avance tecnológico, dominio, generación de identidad cultural y otras son posteriores a las de satisfacción de necesidades alimentarias básicas, y se originan por la capacidad de las incipientes ciudades-estado de producir satisfactores en abundancia tal, que permiten a sus integrantes dedicarse a actividades no directamente relacionadas con su diaria supervivencia.
Dice Hans Kelsen en su opúsculo teoría de la justicia , “La necesidad de justificación o racionalización es quizás una de las diferencias que existen entre el hombre y el animal”. Una vez creado el Estado (aún en su fase primitiva no completamente estructurada), la necesidad de justificarlo y sobre todo de perpetuarlo a través de generaciones – hacerlo trascendente – origina esfuerzos racionales e irracionales que pretenden validar ante los gobernados la actuación de sus dirigentes. En lo que toca a la parte racional, y progresando desde las actividades cosmogónicas, los filósofos griegos a partir de las guerras medicas se orientaron a todo lo relativo al hombre y su sociedad, y sus máximos expositores se ocuparon primordialmente del tema de la organización de las polis, ciudades-estado, tal como expresa Aristóteles en su Ética Nicomaquea , indicando que el fin de todas las artes útiles era la Política puesto que “hablamos de la competencia de la ciencia soberana....la cual es con toda evidencia la ciencia política”...“Desde el momento que la política se sirve de las demás ciencias prácticas y legisla sobre lo que debe hacerse y lo que debe evitarse, el fin que le es propio abraza los de todas las otras ciencias”, refiriéndose con esto a que el fin último de todas las ciencias esta supeditado o sujeto a lo que es mejor para el Estado, en el entendido de que éste ejecuta lo que es mejor para la comunidad. Lo anterior es de suma importancia y así lo reconoce el politólogo Giovanni Sartori al indicar que para los Griegos el hombre existía en sociedad solo en función de sus aportaciones a la polis, es decir que su condición de ciudadano estaba supeditada a la participación útil que tenía para el conjunto, para su conglomerado social.
Tomemos igualmente, por ejemplo, para demostrar las diferentes ideas del concepto de gobernante lo siguiente: es hasta el siglo XII cuando surge la concepción territorial del Estado con el sutil cambio que hace el llamado Juan I, conocido como Juan sin Tierra, que modifica su título de ser “Rey de los Bretones” a “Rey de Bretaña”. En efecto, anteriormente se consideraba que los gobernantes tenían autoridad sobre los habitantes, no sobre un territorio; en este sentido eran los integrantes de un determinado reino los que ocupando espacios hacían mas extenso el dominio del mismo. Esta concepción es finalmente asentada por Maquiavelo durante el Renacimiento, quién incorpora a la naciente Ciencia Política el vocablo de Estado para referirse ya no solamente al gobernante, su territorio y sus gobernados, sino a la situación estática impersonal que tiene aquél como ente supremo. Los hombres existían como medios para alcanzar los fines del Estado
Debido a la importancia de dar al Estado no solamente una utilidad práctica, sino una explicación razonable, surgen las diferentes ideologías que pueden pretender: a) justificar el modelo imperante de gobierno por parte de la clase en el poder y sus adherentes, o b) proponer modificaciones a la forma de gobierno o modo de gobernar, por parte de clases menos favorecidas (no solo en el aspecto económico sino también en lo político) y sus simpatizantes, al modelo estatal vigente. Con posterioridad surgen las teorías demostrativas y explicativas, filosóficas y científicas que tratan de revelar, aparentemente, porque el Estado es lo que es y no otra cosa, como se conforma, los atributos comunes a los diferentes tipos de Estado, y digo aparentemente porque no encontramos textos sobre el Estado o la Política que no incluyan la opinión del autor en cuanto a como debería ser en un futuro la aplicación de ciertas prescripciones, siempre con el propósito expuesto “para el mejor beneficio de la sociedad y de la humanidad”; cuando se habla de política es difícil permanecer neutral o impasible, o mantener calladas las propias opiniones y propuestas. Es entendible si consideramos la analogía, por poner un ejemplo, de un tratado de Ética, que por mas riguroso que se desarrolle dictará o validará normas morales que son congruentes con la ideología del autor.
En cuanto al inciso a) que es “justificar el modelo imperante de gobierno” partimos en el curso de esta materia con las propuestas presentadas por Platón en cuanto a si debe ser privilegiado un gobierno de hombres o un gobierno de leyes. Sus reflexiones sentaron las bases de discusión sobre este tema que se alargaría durante gran parte de la civilización occidental, con sus aportaciones en ambos sentidos, y las de su discípulo Aristóteles; y a través de este último, rescatado por Agustín de Hipona en su labor teológica, se viene a conformar una parte importante de la historia política de la edad media.
Volviendo un momento al origen, a las polis en Grecia, los preceptos platónicos de “La República”, donde claramente favorece la concepción de una élite de hombres que dicten los acuerdos y decidan sobre las controversias basados en sus virtudes por todos reconocidas y aclamadas, especialmente aquella referente al “amor a la sabiduría”, se desploman ante los ojos de su autor cuando trata de aplicarlas de manera práctica con sus consejos a Dionisio II de Siracusa. En su etapa madura Platón escribe “Las leyes”, en la que aun mantiene una orientación similar a sus teorías sobre la organización ideal del Estado, pero incorporando la prefabricación de ciertos preceptos de legalidad que pudieran ser conocidos y así ser observados por todos.
Un régimen totalitario es mas proclive a identificarse como un gobierno de hombres, a un gobierno democrático que debería ser en teoría fundamentalmente basado en un gobierno de leyes. No es posible imaginar una concepción democrática auténtica establecida en una persona o un consejo de hombres sabios, que por sabios que sean, no pudieran preveer ni atender la compleja diversidad de la sociedad actual, o garantizar a sus gobernados la certeza jurídica necesaria para el orden y la armonía.
Pero, como bien nos indica Norberto Bobbio en el inicio del capítulo VII de su obra El futuro de la Democracia, debemos ser capaces de distinguir entre la forma de gobernar y el modo de gobernar. El modo de gobernar alude a si las personas encargadas de la conducción del Estado estarán representadas por una monarquía, una oligarquía o teóricamente por todos, en tanto que la forma de gobernar, es si se estará regido por la voluntad de los hombres sabios y prudentes, o es si el estado de derecho y garantía
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