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Teoría de supercuerdas

Hola30003 de Marzo de 2013

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Investigaciones recientes sugieren que la teoría de supercuerdas podría encontrarse en un callejón sin salida.

Hoy en día, oír hablar de la fuerza de gravedad y su alcance ilimitado no sorprende fácilmente, es decir; explica desde el caer de una manzana hasta la existencia de agujeros negros. Sin embargo, sus otras tres hermanas: la fuerza electromagnética, la fuerza nuclear fuerte y nuclear débil parecen no pertenecer a la misma familia.

Es de común acuerdo entre la comunidad científica, que por lo menos estas cuatro fuerzas están siempre presentes en nuestro universo y que por tanto, lo gobiernan. Si vemos esta situación como la de los cuatro hilos de una marioneta en una representación teatral llamada “realidad”, es comprensible el atractivo que posee la posibilidad de unificarlas y resumir toda la complejidad de nuestro universo físico a una teoría única: la teoría del todo.

Diversos esfuerzos se han hecho por encontrar esta formulación exquisita que promete conciliar la mecánica cuántica del micro mundo con la teoría general de la relatividad del meso y macro mundo. De lograrse dicha teoría, ofrecería avances sustanciales ante cuestionamientos de todo tipo en física fundamental y posteriormente aplicaciones tecnológicas inimaginables. Preguntas del calibre de ¿cuál fue el mecanismo iniciador del Big Bang?, o ¿existen universos paralelos?, podrían por primera vez dejar de tener una connotación metafísica para volverse “de física”.

La teoría de las supercuerdas representa sin duda el intento más respetable hacia este objetivo en las últimas décadas. Esta teoría esta basada en el supuesto de que la estructura última en el entramado de nuestro universo son pequeñísimas “cuerdas de energía”, que al vibrar de uno u otro modo dan lugar a la materialización de las distintas partículas elementales que a su vez llevan a conformar el átomo, las moléculas... etcétera.; representan así, de una manera metafórica, las notas musicales en la partitura de la melodía de la creación.

Su tamaño es tan ridículo incluso ante el del diminuto átomo, que es como comparar a una hormiga con el tamaño de nuestro planeta. Uno empieza a imaginar el nivel de complejidad manejado en dicha teoría al considerar que las “supercuerdas” residen en una realidad once-dimensional; tres de ellas espaciales, una temporal y siete enrolladas en sí mismas de tal manera que son prácticamente indetectables.

A pesar de no haber manera de verificar parcial o totalmente por el momento su validez, esta teoría es concebida entre los expertos como poseedora de una estructura abstracta tan fina y elegante que prácticamente es un suicidio profesional para un joven físico teórico el no unirse al campo de investigación hoy en día.

¿Es acaso esta fe de nuestros científicos una fe irracional? Cuando se galopa en terreno desconocido ¿cómo reconocer las señales de que se está perdido?

Pareciera no haber respuesta propia a los previos cuestionamientos, a pesar de todo, la teoría ya tuvo dos momentos de reivindicación; primero, cuando de un conglomerado de posibilidades fue reducida a 5 variaciones de la misma y, segundo, cuando en los noventas se produjo la fusión de los distintos “sabores” en algo único llamado la teoría M.

Este último hecho no es poco importante; ya que no se puede concebir que haya dos o más teorías fundamentalmente distintas que expliquen un mismo fenómeno, mucho menos la amplitud del “todo”.

Investigaciones recientes** sugieren que de hecho hay alrededor de teorías M perfectamente validas, cada una describiendo una física distinta. Eso es, más posibilidades que el número de átomos en nuestro universo entero!; De ser cierto, estaríamos ante una de las mayores crisis científicas de los últimos tiempos,

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