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Enviado por   •  19 de Septiembre de 2013  •  4.918 Palabras (20 Páginas)  •  512 Visitas

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EL ZORRO GLOTÓN

Un buen día, un zorro encontró una cesta de comida que unos granjeros habían dejado en el hueco de un árbol. Haciéndose tan pequeño como pudo, pasó por el estrecho agujero para que los demás animales no le vieran zampándose aquel rico banquete.

El zorro comió, comió, comió... y comió todavía un poco más. ¡No había comido tanto en toda su vida! Pero cuando terminó todo y quiso salir del árbol, no pudo moverse ni un centímetro. ¡Se había vuelto demasiado gordo para salir por el hueco! Pero el zorro glotón no cayó en la cuenta de que había comido demasiado y pensó que el árbol se había hecho más pequeño. Asomó la cabeza por el agujero y gritó:

-ISocorrooo! iSocorrooo! Sacadme de esta horrible trampa.

En ese mismo momento, una comadreja pasó por allí y, al verla, el zorro exclamó:

-Oye, comadreja, ayúdame a salir. El árbol está encogiendo y me está aplastando.

-A mí no me lo parece -rió la pequeña comadreja- El árbol es igual de grande que cuando lo he visto esta mañana. Quizá tú hayas engordado.

-¡No digas tonterías y sácame de aquí! -le chilló el zorro— Me muero, en serio.

A esto la comadreja replicó: -Lo tienes bien merecido por comer demasiado. Lo malo es que tienes los ojos más grandes que el estómago. Tendrás que quedarte ahí hasta que adelgaces... y entonces podrás salir. Así aprenderás a no ser tan glotón.

El pobre zorro tuvo que quedarse dos días y dos noches en su triste encierro. ¡Nunca jamás volvería a comer tanto!

EL VIAJERO EXTRAVIADO

Hace muchos, muchísimos años ,había en Suiza un campesino con un carácter tan desagradable, que ninguno de sus vecinos se atrevían a hablar con él, ni dejaban a sus animales, cerca de sus tierras, por temor a que los maltratase de igual manera que a los perros callejeros que se acercaban por su casa.

Un buen día, con él en invierno en todo su esplendor, se vio obligado a dejar la comodidad de su hogar y atravesar las montañas, para descubrir qué tipo de herencia le había dejado uno de sus parientes. Como no estaba acostumbrado a salir de su casa, al poco tiempo de ponerse en el camino, se perdió en el bosque. Tras mucho tiempo caminando por un terreno desconocido, se cayó a un agujero.

Allí, solo y desamparado, comenzó a gritar en busca de socorro, pero nadie parecía escucharlo. Cuando ya lo daba todo por perdido, sintió una presencia que respiraba muy cerca de su cara. Al girarse, descubrió a un enorme perro, con un barril colgado de su cuello y una manta de cuadros en el lomo. Tras beber un poco del barril y recuperar el calor perdido con la manta, se subió en su espalda y le dejo que le llevara hasta un lugar seguro.

Fue así, como el malvado campesino, descubrió lo equivocado que había estado toda su vida y como el San Bernardo, gracias a su herencia, tuvieron su propio refugio en la montaña.

LA PRINCESA Y EL GUISANTE

Había una vez un joven príncipe en edad casadera, que decidió iniciar un viaje para encontrar una princesa con la que casarse y dar herederos a su reino. Así fue como se embarcó en un largo periplo, que le llevó a recorrer todo el mundo conocido, en busca de esa princesa verdadera con la que contraer matrimonio. En tan extenso territorio, muchas fueron las candidatas que encontró en su camino, pero ninguna tenía lo que el príncipe estaba buscando.

Una oscura noche, en la que el cielo parecía estar a punto de derrumbarse y la lluvia golpeaba incesantemente los muros del palacio, alguien llamaba a la puerta de forma desesperada en busca de refugio.

Cuando los sirvientes abrieron la puerta, descubrieron que se trataba de una empapada y sucia mujer, que afirmaba ser una auténtica princesa, a pesar del lamentable aspecto que presentaba.

Para comprobar si era cierto lo que decía, la reina se dispuso a realizar una pequeña prueba, que consistía en meter un insignificante guisante, sin que su huésped lo supiera, entre capas y capas de colchones y edredones.

Cuando llegó el nuevo día y todos se habían levantado, la reina se interesó por cómo había pasado la noche su invitada.

-He pasado una noche terrible señora. No sé qué tendría esa cama, pero era algo de tal dureza, que me ha dejado el cuerpo en un estado tan maltrecho, como si hubiese dormido encima de unas piedras.

Al escuchar sus palabras, se dieron cuenta de que sus palabras eran ciertas y que esa delicadeza, tan solo la poseen las princesas de verdad.

Y así fue como el príncipe encontró a la mujer para casarse y como un pequeño guisante, termino mostrándose junto a las más altas joyas de la corona

ISABELA Y SUS AMIGOS

Había una vez una niña llamada Isabela, Ella es muy bonita y le gustan los animales, Isabela vive en una finca en compañía de sus abuelos Javier y Mariela; Los padres vivían en la ciudad muy ocupados trabajando.

Pero Isabela se empezó a enfermar, y, los abuelos preocupados por su nieta la llevaron al pueblo donde un doctor, para saber que pasaba con la niña, cuando la reviso le mando unos exámenes para estar seguro de lo que tenía… cuando salieron los exámenes el medico les dijo: – la pequeña sufre de bronquitis y asma y no puede estar cerca de animales, por su pelo y tampoco puede correr por su asma.

Isabela muy triste de lo que había dicho el doctor enseguida les dijo a sus abuelos: – Pero yo quiero seguir consintiendo a mis amigos los animales. Los abuelos no le respondieron.

Entonces para el bien de Isabela y para el bien de todos, la mandaron a la ciudad con sus padres para que se recuperara pronto y no peligrara su vida con el pelo de los animales.

Los padres se pusieron muy contentos porque iban a volver a ver a su hija, pero también se pusieron triste por tan semejante noticia, Isabela se puso triste por que dejaba a sus abuelos, amigos de la escuela y a sus animales.

Después

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