ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

UN EXAMEN A LA TRADICIÓN PEDAGÓGICA


Enviado por   •  2 de Junio de 2015  •  2.543 Palabras (11 Páginas)  •  212 Visitas

Página 1 de 11

UN EXAMEN A LA TRADICIÓN PEDAGÓGICA

Gastón Sepúlveda E.

El propósito de este taller es reconocer cómo las preconcepciones que subyacen a nuestras prácticas y acciones son determinantes para el carácter de éstas últimas. El trabajo es reflexionar sobre las creencias más profundas en las que se fundan nuestras prácticas.

"Todo lo dicho es dicho por alguien" Maturana, H. y Varela, F. El Árbol del Conocimiento

Todos nosotros nos hemos formado, sobre todo los profesores, con la idea que conocemos y actuamos en nuestras prácticas mediante la aplicación de principios y métodos y que, en la medida que tenemos a éstos muy claros, podemos controlar y evaluar adecuadamente lo que hacemos. La creencia es que podemos hacer totalmente explícito nuestro quehacer cotidiano en la medida que estamos plenamente conscientes de los principios que lo gobiernan. Esta forma de pensar la hemos heredado de la tradición racionalista en ¡a que se funda todo el desarrollo científico y tecnológico de occidente a partir del siglo XVI.

Esta concepción no sólo se expresa como un planteamiento especializado, sino que ha colonizado prácticamente casi todo nuestro sentido común. Hemos llegado a estar tan profundamente convencidos de esto que es difícil que alguien discuta la imagen que percibimos y conocemos el mundo "tomando" ítemes de información de lo que nos rodea y que, después, los procesamos de algún modo para obtener un "cuadro" de esa realidad que nos permita intervenirla, mediante un cálculo de medios y fines.

Desde esta perspectiva, una profesión se concibe como una práctica orientada a ia resolución de los problemas que surgen en dominios especializados (salud, leyes, ingeniería, educación, etc.), realizada rigurosamente mediante la aplicación de una teoría o técnica científica. Los problemas con los cuales se enfrenta un profesional son resueltos mediante la selección de lo mejor que se puede encontrar en las fuentes científicas disponibles. Así, nuestra imagen de un profesional es la imagen de un "experto" que es capaz de escudriñar el conocimiento científico para solucionar los problemas con los que se enfrenta. Por ejemplo, los problemas de aprendizaje que presenta un alumno pueden resolverse aplicando los principios de la sicología o los problemas de la institución educativa aplicando los principios de la ciencia de la administración.

No obstante, si uno reflexiona un poco sobre lo que realiza cotidianamente en su trabajo, puede percatarse que éste está compuesto en su mayor parte de una "rutina" que se ejecuta dentro de un rango reducido de conciencia. Algo parecido a lo que ocurre con las acciones que se acostumbran a realizar a diario: caminar, esperar movilización, conducir un automóvil, hacer clases, entre otras. Cuando se hace una clase, difícilmente se tienen presentes principios pedagógicos o sicológicos para orientar las interacciones con los alumnos. Más bien éstas siguen determinadas pautas estereotipadas, formas de decir y de actuar que se repiten sin que podamos tener conciencia cabal de ellas.

Nuestras prácticas, en tanto que son destrezas que ponemos en funcionamiento cotidianamente en dominios compartidos con otras personas y en los cuales somos socializados, proveen las condiciones necesarias para que podamos reconocer ios objetos, comprender como sujetos y, en términos más generales, podamos dotar de sentido al mundo en el que nos movemos. El conocimiento que subyace a estas prácticas, no es algo que podamos hacer explícito, del mismo modo como no estamos totalmente conscientes de la gramática de la lengua que hablamos. Todo ¡o que hacemos cotidianamente se basa en algo difuso que no podemos definir totalmente, pero que determina poderosamente lo que hacemos. ¿Cómo sabemos y dónde hemos aprendido, antes de actuar, que determinadas cosas son buenas y apropiadas para nuestros estudiantes? Simplemente las sabemos. De ello podemos deducir que lo que es bueno, apropiado, apto, correcto, etc. ya está en nosotros, forma parte de nosotros. Este es un particular tipo de conocimiento. El conocimiento de la práctica. En este tipo de conocimiento nuestra familiaridad con las cosas y eventos no consiste en un cuerpo de reglas y de decisiones conscientes que explícitamente hayamos aprendido, sino de disposiciones para responder de maneras adecuadas a las distintas situaciones en las cuales estamos inmersos. ¿Cómo se aprende aquello? ¿Por qué sabemos que tal cosa es apropiada o conveniente para un estudiante? ¿Cómo podemos dar una respuesta apropiada a un determinado comportamiento que manifiesta un alumno? etc.

Así, por ejemplo, cuando, nuestra acción se orienta por la experiencia que poseemos en manejar tales situaciones, experiencia que ha sido fundamentalmente construida en la socialización que hemos hecho en ese ámbito de prácticas. Casi en ninguna oportunidad "aplicarnos" principios pedagógicos o sicológicos para orientar lo que hacemos. Es más, reconocemos que muchos de estos principios son cuestiones de teoría y que ¡a práctica tiene otras exigencias que éstos no alcanzan a satisfacer. En otras palabras, lo que hacemos profesionalmente no siempre consiste en aplicar un conocimiento "sistemático" de pedagogía, más bien mucho de ello es la reproducción de las imágenes que nos hemos formado de tales desempeños a través de las relaciones sociales que establecemos en nuestro trabajo.

La comprensión de esos y otros aspectos de nuestra práctica cotidiana es algo que está "en-carnado", "in-corporado" (literalmente, en nuestro cuerpo) en la totalidad de nuestro ser. Esta comprensión proviene de la totalidad del grupo y del ambiente estructurado simbólicamente al que pertenecemos. Los valores de lo que es bueno y apropiado no tienen que ver tanto con regias explícitas de comportamiento, sino con los modelos que otras personas, dentro del grupo al que pertenecemos, nos proporcionan en términos de acciones prácticas. Nuestras propias prácticas cotidianas encarnan en sí una serie de respuestas penetrantes, una serie de discriminaciones, destrezas motoras, habilidades para usar determinados utensilios, etc. cuyo resultado es una interpretación de lo que es ser persona, un objeto una institución, etc. En la escuela, por ejemplo, nuestra práctica respecto a las relaciones que tenemos con nuestros estudiantes es la que pone de manifiesto la comprensión que tenemos de esas relaciones: autoridad - dependencia, distancia - objetividad, paternalismo - sumisión, etc. Ahora bien, esa comprensión ha surgido de nuestra propia socialización en ese tipo de ambientes, en los cuales las prácticas y acciones tienen ese valor simbólico.

En

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (17 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com