Un Dia Como Cualquier Otro

Un día como cualquier otro, me encontraba yo sentado en mi ordenador invirtiendo mi tiempo en un negocio nada factible, algo que no me aportaba nada para mi evolución, cosa que sigo haciendo constantemente y que me atrevo a decir que nos sucede a todos a diario. Estaba navegando por las redes sociales.

En lo que entra mi papá y comenzamos a hablar, la conversación que tuvimos era una propuesta, una de la que me siento muy agradecido hoy en día, pues he aprendido muchas cosas de eso. Mi padre me dijo que si quería entrar a un curso para aprender a hablar ingles conversamos un rato largo. Mi adversario invadió mis pensamientos, buscando diversas excusas para rechazar la propuesta que me estaban ofreciendo.

Luego de excusarme en incontables oportunidades, decidí resistirme a la victimización y aceptar la oferta. Aun con la mente llena de excusas como: no tengo tiempo, saldré muy tarde del curso y a esa hora no hay transporte para la casa o me interfiere con los horarios de mis otras actividades, todo eso quedaba sintetizado en una sola actitud que era la ya conocida por todos:

La Flojera

Luego de eso, termine aceptando la oferta pero seguía convencido de que no iba a ser posible terminar el curso. Al pasar unos días, quien esto escribe se encontraba en un aula de clases con 5 personas más y un profesor, para mí fue incomodo al principio, ya que yo era el menor del grupo, me habían puesto con un grupo de adultos. Al pasar el tiempo, nutrido curso se iba desintegrando poco a poco, mis otros compañeros fueron desertando y saliendo del curso, también con pretextos parecidos a los que yo tuve cuando me fue ofrecida la oportunidad de conocer el nuevo idioma.

Esto a mi me favoreció, porque a medida que era menos personas la clase se hacía más personal y podía avanzar a mi propio ritmo. Quedamos dos personas, ya nos conocíamos mejor y era más cómodo para los dos aprender. Un día la coordinación del curso nos manifiesta que hay otro grupo con más personas que están al mismo nivel en el que nos encontrábamos, fusionaron los grupos y volvimos a ser 6 personas y el profesor.

Tras pasar unas semanas, volvió a ocurrir ese extraño fenómeno, mis compañeros se retiraron del curso, pero esta vez quede yo solo recibiendo las clases, se podría decir que tenía una asistencia impecable, solo falte a una clase por ir a ver un show de stand up comedy.

Debido a esto, tuve más avances en el idioma y descubrí que la única manera de aprender a hablar ingles es hablándolo, permitiéndome equivocarme y aprendiendo de mis errores. Puede sonar como algo obvio, algo que es lógico y que todos sabemos que es así, pero no es lo mismo pensarlo que hacerlo. Poco a poco fui soltando el miedo a equivocarme y a hablar en ese desconocido idioma. También pensé mucho en aquel fenómeno que hacía que la gente se retirara del cuso.

La

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