ÉPOCA ELENÍSTICA

ÈPOCA HELENÌSTICA

Hacia el 300 viven en Grecia los tres poetas principales: Calìmaco, Teòcrito, y Apolonio de lo que llamamos Helenismo. En el 323 la muerte de Alejandro Magno significó un nuevo rumbo en la evolución histórica general de la Hèlade. Desde el 295, la crisis de Atenas, dela polis como estructura, cambia la faz dela época clásica. La época Helenística empieza en los últimos años del siglo IV, con la formación del Imperio de Alejandro, así como su pronta desmembración, a la muerte del mismo.

La crisis de Atenas

La crisis de polis, así como la de géneros ligados a la vida de la polis, por ejemplo la tragedia que había desaparecido; la transformación radical de otros, como la llamada comedia de Menandro. O bien la reaparición, por tercera ocasión en la literatura griega (época feudal, cortes de los tiranos, y ahora, en las cortes helenísticas) de una poesía áulica, aduladora, imposible en la época anterior. La historia clásica, de Tucìdides, salvada por Jenofonte, se despolitiza, para convertirse en novelesca, superficial: dando más importancia a la impresión que un determinado hecho histórico pueda causar en el lector que la comprensión del hecho mismo.

En la ciudad griega la pequeña polis desaparece, rasgo que sin duda caracteriza a la nueva época; su universalidad en las escuelas, en las mencionadas se ensaña lo mismo, hasta los espectáculos son los mismos, así como la administración de las ciudades, ocurre igual.

Podemos decir, que de alguna forma el hombre helenístico estaba siendo consiente de su nuevo mundo, abierto, sin limitantes, con posibilidades, en el orden literario, Calimàco aseguró que la epopeya no tenía sitio en su época.

Desde la época clásica el hombre griego se replanteaba la cuestión de su fe en los dioses: la crítica racionalista, después de la época de la democracia, se había minado la fe del hombre griego.

Nuevas Condiciones

Ese mundo lo había cambiado Alejandro, ahora los hombres eran libres de vivir su vida en condiciones más equitativas. Se da el nacimiento de dos filosofías: estoicismo y epicurìsmo, sistemas éticos, centrados en el individuo, ahora podemos hablar de un “yo” sereno, filosóficamente ordenado, sin dejar de abatir ni influir por los avatares constantes de la fortuna.

Como ejemplo esta Alejandría, ciudad de Egipto fundada por el héroe macedónico. La poesía se convierte en un juego preciosista y menudo: cada palabra esta usada por una razón, cada metro rebuscado y complicado, el mito expulsado de sus manifestaciones más populares.

Poesía áulica

Resulta obvio que este tipo de poesía no podía tener su apoyo en el pueblo. Los príncipes alejandrinos, con su gusto por la molicie y por la cultura, gran parte de sus riquezas las destinaban a la mantención de instituciones como el Museo y la Biblioteca, en Alejandría. A todo le daban un valor funcional: los dioses, la religión, la literatura, la filosofía; todo se resumía en un proceso que culminara en la época romana, en un eclecticismo que servía para solucionar problemas concretos. La función del científico, pero más que nada del hombre de letras, en una época con estas características, suele pasar inadvertida, marginada de la evolución histórica.

La literatura romana de la época de Augusto (Virgilio, Horacio) es un reflejo de ello. Pero Augusto sabe pedir algo a cambio, una eficacia del poeta que podemos traducir en arma de ideología política, mientras que en el monarca helenístico no llega ni a colaborar con el poeta: le deja hacer, sin tener confianza en el, confiando más bien en la idea de una civilización (no de una cultura) en la cual el poeta siempre ha sido considerado como algo natural: siempre ha habido poetas, en Grecia.

Bucolismo

La época helenística, es civilizada, más no culta. Las monumentales ciudades son el centro de la vida. Y en contraste nace la poesía bucólica, novela luego en la época de Longo, como si fuera un contraste en relación a la vida metódica, institucionalizada, y sin rasgo de que se acabe con la monotonía diaria. Nace la historiografía monumental, los grandes viajes, y los grandes héroes. En la época romana esta monumentalidad tendrá un crítico en la persona de Luciano.

Poesía y mecenazgo

Siempre ha sido misión de las hijas de Zeus, misión de los poetas,

Cantar la gloria de los inmortales, las gestas de los hombres famosos.

Pero las Musas son diosas, y, como diosas, cantan a los dioses;

Nosotros, en cambio, somos mortales, y, como mortales, cantemos a los mortales.

Con estas palabras justifica Teòcrito, al comienzo del idilio XVI, su intención es celebrar la gloria de Hieròn. Pregunta el poeta: quién es capaz de protegerle, y se responde:

No lo se, pues los hombres ya no desean, como antes, ser cantados por esas sus gestas, ahora se dejan vencer por la avaricia. Ahora nadie se quiere preocupar por los poetas, porque dicen que de los poetas se encargan los dioses. Quien quiera oír uno, bastantìsimamente tenemos con Homero.

Otros Poetas

Hay muchos poetas helenísticos, así Nicandro, o Arato, o los bucólicos, imitadores y epígonos de Teòcrito, tales como Mosco o Bion. O los epigramáticos, un genero menudo, que tuvo auge inicial y coincide con los comienzos del helenismo y que dura hasta la primera época bizantina, cuando comiencen a recogerse en antologías, como la de Agatias o la famosa Palatina.

La comedia nueva, Menandro, con sus tipos arrancados de la vida cotidiana, con problemas corrientes, de algún modo exagerados, es una comedia parecida a la actual, burguesa, ciudadana, que tiene como fin el divertir como una obra de Moliere, como una de Plauto.

La Historia

El centro de la historia se va de Atenas y de Grecia: el mundo es mucho mayor, gracias a Alejandro, y la nueva época, que ha sentido el gusto de lo insólito, lo remoto, prefiere la India, por ejemplo en la obra de Megastenes, Indiakà, en cuatro libros, que son un estudio etnológico, racionalista, que asegura que Dioniso

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