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Epoca Paleolitica

alinfa0112 de Julio de 2012

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Introducción

 

aleolítico, etimológicamente, significa piedra antigua. Los primeros prehistoriadores utilizaron el término para designar una época en la que los útiles se fabricaban tallando piedras. Se trata de la época más larga de la Prehistoria y los principales yacimientos conocidos se localizan en Europa (Francia, Alemania y España), en África (Tanzania y área mediterránea) y Asia (norte de la península arábiga y zona de Pekín).

Del primer periodo del Paleolítico se saben muy pocas cosas, ya que la única información que se puede obtener es, prácticamente, la que se desprende de unas piedras toscamente trabajadas y con frecuencia difíciles de clasificar.

El Paleolítico Medio es más rico en yacimientos y en variedad de útiles por lo que la información que de ellos puede desprenderse es mayor, pero aún escasa.

Cráneo de Gibraltar (Museo Etnológico de Madrid),

perteneciente a un Neanderthal (grupo Homo sapiens)

 de sexo femenino que vivió en el Paleolítico Medio.

Hay que esperar pues al Homo sapiens sapiens del Paleolítico Superior para poder ofrecer un panorama de cómo era la vida de estos hombres capaces ya de manifestarse a través del arte.

Economía y Sociedad

Durante miles de años los hombres prehistóricos no hicieron otra cosa que imitar lo que veían a su alrededor. Como cualquier otro ser vivo se limitaron a tomar de la naturaleza lo que necesitaban, pues la agricultura y la ganadería aún tardaría mucho tiempo en ser dominada. Los frutos silvestres y la caza de los animales que habitan el entorno constituían el medio de subsistencia.

Los habitantes del Paleolítico eran, por lo tanto, cazadores y recolectores. Su relación con la naturaleza era plenamente depredadora y practicaban una economía de subsistencia. Así pues, para ellos el principal problema debió ser simplemente sobrevivir y, cuando lograban hacerlo, era siempre a costa de la naturaleza que explotaban mediante la caza y el consumo de cuantos frutos comestibles encontraban.

Todo en sus vidas giraba en torno a esas actividades, y si en el entorno del hábitat no encontraban suficiente, entonces quedaban forzados a la emigración hacia otros lugares, obligándose a practicar una vida nómada que proveyera el sustento. La propia estructura social también estaba condicionada por sus necesidades de supervivencia.

Economía y Sociedad (continuación)

 

omo se ha dicho, dependiendo de los animales que habitualmente, eran sus presas, los humanos del paleolítico se vieron obligados a perseguirlos y, por lo tanto, su forma de vida fue nómada. Entre humanos y bestias debía mantenerse una especie de equilibrio ecológico para que quedara garantizada la supervivencia de la especie depredadora. Por ello, y en la necesidad de no romper ese equilibrio, los hombres tenían que desplazarse cada vez que la caza no era suficiente.

Las plantas silvestres que eran recolectadas también se agotaban y forzaban a cambios de lugar.

Este sistema económico o, si se prefiere, esta relación con la naturaleza, condicionó muchos aspectos de la vida del hombre paleolítico. Independientemente de que el hombre es una especie social, es decir, que busca vivir en grupo, pronto se descubrió que la caza de los grandes mamíferos (mamut, reno, bisonte, ciervo, etc) resultaba más fácil si colaboraban varios individuos que en solitario. La captura de esas bestias se realizaba, con frecuencia, mediante trampas (grandes fosas, por ejemplo) que exigían demasiado trabajo para una sola persona.

Por otro lado, no tenía sentido cazar un mamut para alimentar a un solo individuo. De este modo fueron surgiendo grupos sociales de unos 20 o 30 individuos para practicar la caza. Ese número, aparentemente reducido, era el ideal para preparar trampas, consumir la carne cazada y también para desplazarse con facilidad de un lugar a otro en busca de sustento. Ese constante cambio de residencia hizo que el habitante del Paleolítico no se estableciera en poblados permanentes y por lo tanto que no construyera viviendas con materiales perdurables. Obligado a perseguir a sus presas, se limitó a levantar simples chozas o a buscar refugios naturales, como cuevas o abrigos de roca.

Las herramientas y los útiles del Paleolítico también estuvieron en función de la caza. Se fabricaron hachas y puntas de lanza de piedras duras como el sílex y la cuarcita, lanzas de madera endurecidas por el fuego y pequeños instrumentos de piedra como las raederas y los buriles para trabajar con ellos las pieles de los animales cazados.

Desconocemos si los grupos sociales tenían organizada una jerarquía de poder, pero es fácil suponer que aquellos individuos mejor dotados para la caza, o con mayor ingenio para preparar trampas, debieron ejercer ciertas funciones de mando para organizar las tareas encaminadas a conseguir alimentos. Aunque de forma muy tímida, debió haber una cierta división del trabajo, según la cual los individuos más fuertes se dedicaron a la caza y a la preparación de sus armas; las mujeres, encargadas de los niños, debieron ocuparse de la preparación de las pieles y de las tareas de recolección de plantas y frutos. En definitiva, los distintos trabajos se distribuyeron en función de la capacidad de cada miembro del grupo.

Con respecto al origen de estos grupos, lo más probable es que se tratara de clanes familiares con un antepasado común. En épocas avanzadas del Paleolítico se dieron en algunas zonas reuniones de diferentes clanes para formar una tribu.

Mentalidad y pensamiento

 

ara determinar cuál fue el pensamiento y las preocupaciones que ocuparon la mente del hombre del Paleolítico, hay que recurrir, como en otros campos, a los restos que se conocen de las actividades de estos hombres. Estos restos, bien sean utensilios o manifestaciones artísticas, tienen una constante de carácter universal: los animales. Si se tiene en cuenta que más de un 35 por ciento de los individuos no llegaban a cumplir los 20 años y que sólo cinco de cada cien conseguían superar los 40, será fácil entender que la comida, es decir, la supervivencia, fue la preocupación fundamental de estos cazadores nómadas. El animal era, por lo tanto, símbolo de vida; si había animales, estaba asegurada la supervivencia.

Un bisonte tallado en asta de reno

(Madeleine - Francia)

Así, desde que, a comienzos del Paleolítico Superior, aparecen las primeras manifestaciones artísticas, éstas se muestran como representaciones de animales. Menos frecuentes, pero también de los primeros momentos en los que aparece el arte, son los dibujos esquemáticos de sexos masculinos y femeninos o las esculturas o relieves de las llamadas "venus" (estatuillas femeninas con los caracteres sexuales muy marcados). Si los animales representados significaban comida y, por lo tanto, posibilidad de vida, las "venus" y las representaciones de sexos significaban fecundidad, es decir, deseo y garantía de que el clan podría disponer de los miembros suficientes para asegurar su supervivencia y una ayuda mutua. El poder de cada clan dependía de que el número de sus miembros no disminuyera y de que la comida no faltara. El hombre del Paleolítico reflejó, desde época temprana, estas preocupaciones en sus primeras manifestaciones artísticas.

Resulta difícil determinar si estos habitantes de hace 30.000 ó 40.000 años desarrollaron algún tipo de religión. Es posible que adoraran alguna fuerza de la naturaleza o incluso, alguna especie animal de la que dependían particularmente (otros pueblos primitivos que han perdurado hasta nuestros días lo hacen).

No obstante, el análisis de las formas artísticas creadas hace pensar más en prácticas mágicas que religiosas. Las representaciones de animales se hicieron, o bien grabadas en los utensilios de caza, o pintadas en el fondo de las cuevas. Al tallar el mango de un hacha con la cabeza de un caballo, el hombre paleolítico debió pensar que le daba a su arma más fuerza en contra de aquel animal y, cuando procedía a pintar un bisonte, no hacía más que practicar un ritual mediante el cual se hacía poseedor del animal a través de la posesión de su imagen. El artista cazador pensó que manteniendo encerrada la imagen del bisonte o del mamut en lo más recóndito de la cueva, poseía el espíritu del animal y la caza sería más propicia.

Si las pinturas en las cuevas fueron obra de rituales mágicos, las "venus" de la fecundidad debieron ser amuletos mágicos que favorecieron la procreación. El carácter de amuleto de estas estatuillas viene dado por su pequeño tamaño (10-12 cm), lo que hace de ellas objetos de uso personal.

Más difícil resulta interpretar los ritos funerarios que se practicaron desde finales del Paleolítico Medio. Los enterramientos no son abundantes en el Paleolítico y los que se han encontrado ofrecen peculiaridades tan concretas que sólo permiten deducir que en estos hombres había una preocupación por la muerte que les hizo enterrar a sus semejantes.

En cualquier caso, desde el Paleolítico Medio hay muestras de diferentes cultos en torno a los cráneos humanos, aunque se desconoce qué simbología podían tener esos rituales en torno a la cabeza.

Las técnicas de fabricación de útiles

 

as actividades cazadoras del hombre del Paleolítico hicieron que éste se ocupara, casi exclusivamente, de fabricar armas destinadas a la captura de sus presas y pequeñas herramientas para cortar la carne o curtir

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