Historia De Ecuador
leonardocan9 de Abril de 2013
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Historia de la Republica de Ecuador (1809 –1976)
por Salvador Ceprian
El estudio de la realidad política ecuatoriana, nos obliga a aproximarnos a los orígenes de esta nación andina, desde los momentos previos a la emancipación de la Corona Española hasta la inmediata actualidad, por la necesidad de conocer los antecedentes históricos, que nos permitan entender mejor, tanto el desarrollo como la evolución que han sufrido tanto las formaciones políticas, como de los diferentes grupos de interés y las clases sociales que inciden en el sistema de participación política
Los estudios que nos permiten acercarnos al análisis de la realidad histórica y política del Ecuador son varios y los podemos clasificar atendiendo a las diferentes disciplinas que abordan la investigación, ya sea de orden sociológico[1], de orden económico[2] o de orden político[3], clasificando cada uno de ellos, los diferentes periodos en los que se puede estructurar el proceso político ecuatoriano.
En la elaboración de la estructura de nuestro trabajo, sin perjuicio de las demás obras de especial interés que también han sido objeto de análisis, nos hemos decantado como guía del estudio, considerando la eminente naturaleza política del trabajo, la obra de Jorge Salvador Lara “Breve Historia Contemporánea del Ecuador”.
I.-1. A a. La Patria Heroica y Departamento del Sur de la Gran Colombia
La jornada histórica del 10 de Agosto de 1809, constituye el inicio del proceso emancipación de los territorios de la América Española [4], que años más tarde, darán origen a la creación de las actuales Repúblicas independientes de Iberoamérica.
La ciudad de Quito protagoniza la primera insurrección civil frente a las autoridades de la Audiencia, con ocasión del marcado carácter extranjero que toman las autoridades coloniales, tras la coronación de José I Bonaparte, como Rey de España, por su hermano Napoleón. Este hecho de extraordinaria importancia, provoca una fuerte contestación popular dirigida por la aristocracia criolla, en defensa de los legítimos derechos dinásticos de Fernando VII, contra la ocupación francesa, constituyendo la “Junta Soberana”[5], con independencia de la voluntad interna de las elites locales, orientadas a la autonomía política respecto del poder central de la Corona.
Los Virreyes de Nueva Granada y del Perú ponen termino a la aventura insurreccional, sofocando con sus respectivos ejércitos, la revuelta. A la represión y restauración del poder colonial, le sigue un periodo de acusaciones, procesos y condenas de los responsables políticos[6], con fines ejemplificadores, que producirán efectos contrarios a los deseados, con el levantamiento del 2 de Agosto de 1810, con el que los quiteños intentan liberar a los condenados por las autoridades coloniales, acabando la jornada con un tremendo fracaso y con la ejecución de los dirigentes encarcelados[7].
I.- 1. A. B. Departamento del Sur de la Gran Colombia (1820 – 1830)
El guayaquileño José de Antepara, que intervino desde los primeros momentos en el proceso de independencia, junto a Francisco de Miranda, reinicia las conspiraciones en compañía de oficiales del Batallón Numancia, con la intención de hacerse con el control de la ciudad, aprovechando el descontento existente en la población, contra las autoridades realistas, para lo que solicitan ayuda a los generales Simón Bolívar y José San Martín, a quienes ofrecen sus servicios. En las ciudades del sur, Cuenca y Loja, se reproducen hechos semejantes durante el mes de Noviembre, lo que consolida, irremisiblemente, dos frentes irreconciliables en la Audiencia entre realistas y republicanos, estos últimos forman parte del proyecto de la República de la Gran Colombía que propugna los bolivarianos, con la firme pretensión de liberar el territorio la vieja Audiencia de Quito de la Monarquía Española y atraerlo a la causa independentista. El hecho culminante de la confrontación fratricida entre ambos proyectos se produce en la batalla de Pichincha[8]. El papel que se le atribuye a la antigua Audiencia dentro de la nueva República es de reserva de efectivos tanto humanos, como económicos para el proyecto de expansión y liberación del Virreinato del Perú, fiel al poder de la Corona[9].
El final de este periodo político viene determinado por cuestiones que marcarán el futuro de la República, de un lado, por el proceso de descomposición interna de la República de la Gran Colombia, con el fracaso político de Simón Bolivar, las tendencias disgregadoras de Venezuela y el conflicto sempiterno entre caudillos conservadores y liberales que arruinaran la joven república; y de otro lado, por el conflicto fronterizo entre la Gran Colombia y el Perú[10], en el que se trasladarán las reivindicaciones territoriales de esta última contra la futura República del Ecuador[11].
La descomposición de la Gran Colombia se produce tras el periodo de dictadura de Simón Bolívar, que fracasa en el proyecto unificador, llevándole al exilio forzoso y después a la muerte, lo que provoca la independencia de Venezuela, bajo el poder del general Páez, tras el asesinato de Antonio José de Sucre, última esperanza de mantener vivo el sueño bolivariano evitando la secesión. El triunfo del general Santander y sus partidarios en el resto de Colombia consolida el proyecto disgregador. El Departamento del Sur, por su parte, ajeno a los conflictos civiles de Colombia y tras la perdida del Mariscal Sucre, fiel a las tesis bolivarianas, decide iniciar un proyecto propio como república independiente[12].
I.- I.A.c Periodo del militarismo extranjero o floreano (1830 – 1845)
El floreanismo surge con la proclamación de independencia y le mantenimiento en el poder de las elites de la aristocracia terrateniente con los militares grancolombinos procedentes de la guerra de la independencia, ejemplo de esta unión es el matrimonio del general Juan José Flores[13], de origen venezolano y humilde con una dama aristocrática de la sociedad quiteña. Las estructuras políticas, económicas y sociales del nuevo estado siguen siendo las mismas que en el periodo anterior, si bien esto no implica la existencia de conflictos internos, con la aparición de una incipiente oposición que surge entorno al periódico “El Quiteño Libre”, objeto de persecución por el gobierno y origen del conflicto entre las diferentes elites políticas de la República, encabezará la oposición[14], el futuro presidente Vicente Rocafuerte.
El advenimiento al poder del presidente Vicente Rocafuerte, no significa, en modo alguno, una ruptura con la anterior situación, sino, todo lo contrario, el continuismo con la política floreana, lo que provoca el abandono de los presupuestos más liberales y el entendimiento personal con el general Flores, que fue nombrado General en Jefe del Ejercito.
Juan José Flores vuelve a la presidencia en 1839, mediante procedimientos democráticos, sin que ello, no implique una creciente oposición, tanto en el interior, representada por la Sociedad Filantrópica-Literaria y otros grupos liberales, como en el exterior, que encabeza el ex-presidente Vicente Rocafuerte en el exilio y la Linterna Mágica de Pedro Moncayo. Todo ello provoca en el presidente, el deseo de permanencia en la máxima magistratura de la república e institucionalizar su poder mediante una nueva constitución, que no logrará los fines pretendidos, desencadenando la insurrección popular en Guayaquil, el 6 de Mayo de 1845, que se extiende rápidamente a toda la nación[15].
I.-1.A.d. Periodo del militarismo nacional o urbinista (1845 – 1860)
Derrocado el presidente Flores, Ecuador es gobernado por las sucesivas presidencias de Vicente Ramón Roca, Manuel Azcazubi y Diego Novoa, de tendencia nacional y civil, frente a la influencia de la anterior presidencia de un fuerte predominio de los militares venezolanos del periodo de la independencia próximos a los círculos de Antonio José de Sucre y Juan José Flores. La primera de ellas, la correspondiente a V. Ramón Roca, estuvo condicionada a los continuos peligros que tuvo que resistir de los intentos de involución de los sectores floréanos, que amenazaban la paz con la continua presión de sus partidas tanto desde dentro como desde fuera del país. Mantuvo unos postulados no tan abiertamente liberales como los que representaba su oponente electoral, José Joaquín Olmedo, por lo que pasará a denominarse, políticamente, su gobierno, el roquismo, como “retrogrado” o conservador. Finalizado el periodo presidencial y celebradas nuevas elecciones, se produce un empate técnico, que no se puede resolver tras repetidos recuentos, entre los dos candidatos, el general Antonio de Elizalde, apoyado por el roquismo, y Diego Novoa, por los anti-roquistas. La solución pasa por mantener al vicepresidente D. Manuel Azcazubi, en la presidencia interina, de la que será desalojado tanto por ser considerada la situación ilegal y por el talante moderado frente al floreanismo, por el general J. Mª Urbina, quien nombra a Diego Novoa, primero, Jefe Supremo, y, posteriormente, presidente interino.
José María Urbina[16] accede a la jefatura de la república como consecuencia de la incapacidad de Novoa para resolver la situación de hecho, como por la frustración política de los sectores más pre-liberales del Ecuador, y en especial, de la ambición política del general. Esta presidencia si va a producir profundos cambios en las estructuras económicas y sociales de la república, prueba de ello son, el fomento del intercambio comercial y la eliminación de gravámenes a los productos
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