LAS LIGAS AGRARIAS CHAQUEÑAS
Sol CobeDocumentos de Investigación29 de Marzo de 2017
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Organizaciones sociales en la Argentina de los setenta. Una aproximación a los espacios de formación de las Ligas Agrarias Chaqueñas (1970-1975)
Juan Pablo Nardulli (UBA-CEIP)
Índice
Introducción 1
El conflicto social en el campo chaqueño 5
Las Ligas Agrarias del Chaco 8
Los espacios de formación 18
Conclusiones 29
Bibliografía 32
Introducción
En estas páginas presentamos nuestra aproximación a un problema que ha recibido atención parcial a la hora de enfocar una de las experiencias de organización más intensas y ricas protagonizadas por los campesinos de nuestro país. Las Ligas Agrarias del Chaco fueron un punto de referencia central en el desarrollo de las organizaciones rurales del noreste argentino. Aún en el presente son parte de la memoria de los movimientos campesinos del Litoral. En sintonía con el proceso histórico del que formó parte, esta experiencia de organización y lucha conoció alcances y límites propios de su estar siendo en situación en los primeros setenta. Esta experiencia organizativa es inseparable de una rica experiencia de formación que la contuvo y que al mismo tiempo le dio sustento. Estos espacios de formación, espacios de una praxis que intentaremos comenzar a enfocar aquí en su especificidad, se desarrollaron con grados diversos de sistematización. Este es el objetivo de nuestro trabajo, que apunta a colaborar en la construcción de una historia de la relación entre organizaciones sociales y educación como parte del campo, de límites siempre difusos, de la educación popular en Argentina.
Todas las aproximaciones sobre el tema de las Ligas Agrarias del Chaco toman como insumo el clásico trabajo de Francisco Ferrara. De lectura ineludible para comprender la historia de la Ligas Agrarias, este trabajo presenta una particularidad. Editado por primera vez en 1973, Qué son las Ligas Agrarias[1] constituye la primera sistematización de la experiencia chaqueña. Es posible encontrar en sus páginas, escritas al calor de concepciones que el autor revisará posteriormente, un recorrido por la historia del Movimiento Rural y de las Ligas Agrarias propiamente dichas. Lo fundamental del trabajo fue reeditado tres décadas más tarde como primera parte del libro Los de la tierra: de las ligas agrarias a los movimientos campesinos[2]. En esta reedición Ferrara explicita su cuestionamiento a los presupuestos que animaron sus interpretaciones de los setenta, vinculados a una militancia que ya no es la suya.
El trabajo de Jorge Roze[3] señalaba, antes de la revisión de Ferrara de sus presupuestos originales, los condicionamientos que constriñen el análisis en Qué son las ligas agrarias. Donde Ferrara encuentra homogeneidad en cuanto al sujeto político y social de las ligas, Roze puntualiza el análisis estructural. En un proceso que involucra actores diversos el autor opta por analizar los movimientos de estos a partir de su inserción en la estructura de clases incorporando además -- con la ventaja de una perspectiva más amplia sobre el proceso -- las opciones políticas de estos en el marco de la cambiante coyuntura de los años que van de 1970 a 1976. Más reciente es la producción de Guido Galafassi que apunta, además, a responder preguntas propuestas desde otro registro. Planteando la existencia de dos grandes líneas interpretativas del proceso de desarrollo del agro latinoamericano en los sesenta y setenta – la teoría de la modernización y la teoría de la dependencia – el autor busca identificar “qué modelo de desarrollo reivindican (las ligas chaqueñas) en base a su concreta experiencia como actores de la producción agraria”[4]. El autor concluye que el discurso y la práctica de las ligas parten de una matriz más cercana a la teoría de la dependencia. Desde una perspectiva literaria y al mismo tiempo informada Jorge Miceli ofrece en Monte Madre el apasionado relato de la experiencia de Remo Vénica e Irmina Kleiner que, si se concentra en la etapa clandestina del matrimonio de militantes de las Ligas, nos permite también conocer el marco del trabajo de organización en la zona algodonera chaqueña[5]. Miceli construye en base a entrevistas y al trabajo de Ferrara el escenario de su relato.
Partiendo de la certeza de que toda experiencia de organización popular es formativa, veremos de qué modo se articularon espacios para el desarrollo de diversas formaciones en este caso concreto. En otro trabajo hemos llamado espacios de formación a los espacios de la praxis[6]. Como señalara Adolfo Sánchez Vázquez la praxis es: “…la actividad práctica material, adecuada a fines que transforma el mundo natural y humano.”[7] El autor distingue entre formas y niveles de la praxis.[8] Distingue a su vez la praxis espontánea de la praxis reflexiva: “Para calificar de espontánea o reflexiva la praxis tenemos en cuenta el grado de conciencia que se tiene de la actividad práctica que se está desplegando”.[9] Nos proponemos enfocar nuestra atención sobre los espacios de formación contenidos en la experiencia de las Ligas Agrarias del Chaco diferenciando dos niveles de intencionalidad de estos espacios de la praxis. Al mismo tiempo reconocemos, tratándose de una praxis en situación[10], la necesidad de establecer previamente el escenario político y social en el que se desarrolló. En estos espacios de formación confluyeron los saberes del agricultor, saberes de la tierra pero también de la organización, saberes del universo soterrado de los oprimidos, con los saberes académicos de los técnicos que trabajaban en los circuitos de extensión del INTA y ese – llamémoslo así – saber militante propio del momento histórico que es posible identificar en toda experiencia de organización social.
Por lo dicho hasta aquí decidimos presentar las páginas que siguen ordenadas en tres secciones. En la primera proponemos un recorrido histórico por las experiencias de lucha y resistencia que constituye el heterogéneo conjunto de antecedentes de las Ligas Agrarias en el territorio chaqueño. La zona de actividad de la Ligas tiene una intensa historia de conflictos. La segunda parte presenta una historia de las Ligas Agrarias entre 1970 y 1976. Enfocaremos aquí a las Ligas como momento de tensión y articulación de procesos locales y nacionales. La tercera sección presenta nuestra aproximación a lo que hemos llamado los espacios de formación de las Ligas, que ordenamos según el criterio que oportunamente explicitaremos.
Recurrimos a fuentes que podemos considerar tradicionales en el trabajo del historiador: documentos, periódicos, comunicados de las organizaciones, etc. Sin embargo, sin menoscabo de las fuentes tradicionales, pensamos que no siempre nos permiten un enfoque lo suficientemente afinado de ciertos aspectos de los procesos históricos. Esto es más evidente aún cuando intentamos el análisis vinculado a la realidad vivida, que no suele dejar en general registros abundantes en formato “tradicional”. Recurrimos entonces a las fuentes orales entendiendo estas como el producto del trabajo que sigue las técnicas de la historia oral. Tomamos distancia de perspectivas que pretenden cumplida la tarea del historiador con la presentación de la voz de los protagonistas. Consideramos aquí a la historia oral como un conjunto de técnicas para la construcción de fuentes que, como cualquier fuente, requiere de nuestro análisis. Nos diferenciamos en este punto también de la perspectiva de la historia de vida sin menoscabo de los interesantes resultados de trabajos que en esta línea se han desarrollado. Las entrevistas fueron realizadas a protagonistas directos de la experiencia que constituye nuestro objeto de interés y pensadas con criterio temático.[11] No pretendemos estar proponiendo ninguna innovación metodológica radical. Queremos, sí, llamar la atención sobre la necesidad de enriquecer los modos de aproximación a procesos de formación de características diversas que han acompañado en el pasado y acompañan en el presente la actividad de numerosas organizaciones sociales. Consideramos este trabajo animado fundamentalmente por las actuales necesidades de un número cada vez mayor de educadores militantes de situar su propia experiencia.
El conflicto social en el campo chaqueño
La ocupación de la tierra de la actual provincia del Chaco es un proceso que reconoce su punto de partida en la ley 817 que impulsó la transferencia desde el Estado nacional a manos privadas en el este del territorio. De este modo, según Nicolás Iñigo Carrera, hacia 1891: “(…) quedó establecido un cordón de grandes propiedades a lo largo del Paraná, que se extendía desde la costa del río hasta unas 8 leguas tierra adentro”.[12]La derrota de los pueblos originarios de la región así como el doble proceso de despojo de sus tierras y su transformación en reserva disponible de fuerza de trabajo se realizó en una sucesión de operaciones militares entre 1870 y 1911.[13]
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