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Ligas Agrarias Un ejemplo de lucha en el agro de los ´70 en Argentina


Enviado por   •  29 de Abril de 2019  •  Monografías  •  4.138 Palabras (17 Páginas)  •  175 Visitas

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Trabajo Final

Ligas Agrarias:

Un ejemplo de lucha en el agro de los ´70

Historia Rural Argentina

Universidad Nacional de La Plata

Facultad de Humanidades

y Ciencias de la Educación

Departamento de Historia

Docente: Banzato, Guillermo

Presentado por

Mario Roberto Docters

Legajo 97088/9

Mail: mariodocters@yahoo.com.ar

Introducción

En el presente trabajo, trataremos de analizar las causas, el desarrollo y las consecuencias de las luchas que se desatan en el mundo agrario durante la década del ´70 en el Norte de nuestro país, tomando como eje orientador las experiencias de las Ligas Agrarias en general.

En un contexto de crisis del Capitalismo a nivel global, desde principios de los ´60, no solo en el sentido económico, (un ejemplo podría ser la “crisis del petróleo”), sino fundamentalmente a nivel sociopolítico e ideológico, se desata lo que se denominaría como “la primavera de los pueblos”, un levantamiento generalizado de las masas oprimidas a lo largo y a lo ancho del mundo, protagonizando revueltas y revoluciones por doquier, destacándose la Revolución Cubana, la Revolución Vietnamita, el Mayo Francés, etc. En la región, Latinoamérica era cantera de movimientos revolucionarios, expresión de pueblos que, cansados de la explotación y desigualdad, luchaban por una nueva sociedad. En Argentina en particular, desde la Resistencia Peronista se venían radicalizando las protestas sociales, conformándose a su vez  organizaciones armadas que profundizaban la crisis estatal que ni siquiera dictaduras sangrientas como la de Onganía podían frenar. Después del Cordobazo, ya nada sería como antes. El pueblo argentino en general, y los trabajadores en particular, entendían que la reivindicación por sus intereses solo se podía lograr a través de la autoorganización y la lucha. En ese contexto general y particular, cabe destacar el potencial del Norte Argentino. Allí, tanto por condiciones estructurales (desigualdad extrema, indigencia, superexplotación, “semifeudalismo” social y político, etc.) como por condiciones coyunturales (desempleo abundante luego del cierre de la mayoría de los ingenios azucareros durante el gobierno de facto de Onganía), el Norte del país fue productor de movimientos sociales y políticos populares y/o revolucionarios.

Contexto Político (1966-1976)

A partir de 1966, se abre una nueva etapa en la historia argentina. La lucha de clases entre la burguesía y la clase obrera se agudiza. El gobierno militar encabezado por Onganía implementaría una política de coacción permanente a las bases obreras y campesinas que se venían organizando y resistiendo los embates de un capital financiero que destruía las economías regionales y provocaba grandes cantidades de desempleo y marginalidad. Se aumentaba la edad jubilatoria, se congelaban los salarios, se devaluaba la moneda nacional, se condicionó la posibilidad de realizar huelgas, etc. Claramente la burguesía, o mejor dicho, el sector de la burguesía que dirigía el Estado, realizaba una cruzada contra los intereses del pueblo y los trabajadores, sin titubear a la hora de reprimir brutalmente, como lo hiciera en la Noche de los Bastones Largos como preludio de lo que luego sería una practica habitual. En lo político, se suprimían los partidos políticos y se reemplazaba a la Constitución Nacional. Todo esto generó que incluso la pequeña burguesía se viera afectada y se adhiera a las movilizaciones populares que primero se llevarían puesto al Ministro de Economía Krieger Vasena, y luego a Levingston (el sucesor de Onganía); estoy hablando de los denominadas “azos”.

Posteriormente, la burguesía sería representada por tal vez uno de los más lúcidos militares que estuvieron al frente de la Nación: el General Lanusse. Éste vio la imposibilidad de mantener el gobierno de facto “in eternum” como pretendía Onganía, y creo las bases para el Gran Acuerdo Nacional (GAN), fundamentalmente dedicado a un acuerdo con Perón. Paralelamente, el descontento popular y la imposibilidad de mantener las reivindicaciones por las vías legales, sumado a la intención de trascender los reclamos momentáneos y construir una nueva sociedad, se formaban los principales movimientos guerrilleros, de los cuales merecen destacarse Montoneros y el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP). Esta suma de cuestiones generaría que el GAN se convirtiera en un dique de contención para las luchas revolucionarias, desligando en parte a las organizaciones armadas de buena parte de sus bases. Por su parte, el peronismo que asume el 25 de mayo de 1973 culmina con la etapa anterior de la que hablábamos, ya que “se legitiman nuevamente los canales tradicionales de acción política a través de los cuadros políticos partidarios”[1], por lo que se condiciona la legitimidad de la movilización popular. Posteriormente, el fracaso de la política económica del peronismo, sumado a la posibilidad real de toma del poder por parte de la guerrilla, llevaron a la burguesía a golpear las puertas de los cuarteles. El 24 de marzo de 1976 instauraría otra etapa: la de aniquilamiento de cualquier tipo de oposición, desatando la represión más feroz y sangrienta que haya conocido el pueblo argentino.

Contexto socioeconómico

Desde fines de los años sesenta, se desata una doble crisis que sería determinante en la creación de las Ligas Agrarias. Por un lado, se produce una crisis agropecuaria nacional relativa, causada por “el precio insuficiente de los productos de las cosechas, el aumento permanente del precio de los insumos y el incremento exagerado de las cargas impositivas y sociales”[2], deprimiendo el ingreso agropecuario hasta la imposibilidad de invertir en una tecnología mínima. Esta crisis es el preámbulo de la política de apertura financiera y penetración del capital internacional, que iba a tener el ministro Krieger Vasena como profundización del modelo de Frondizi, con el consecuente declive de las economías regionales y del mercado interno.

Por otro lado, desde ya hacía una década, se venía dando una baja considerable del precio del algodón que provocaba la merma de la producción regional.

Las consecuencias principales de este proceso crítico fueron la pauperización de pequeños productores otrora acomodados, la proletarización de muchos de ellos, la emigración laboral, el “trabajo golondrina” forzoso, y la pérdida de tierras por deudas.

Por otro lado, debe destacarse el cierre de 11 de los 27 ingenios azucareros existentes en la provincia de Tucumán, por las consecuencias que tendría. En agosto de 1966, 50.000 obreros y empleados se quedaban sin trabajo, como así también quedaban excluídos cerca de 11.000 pequeños cañeros. El cierre forzado produjo una caída del producto bruto provincial del 35%. Entre 200,000 y 250,000 tucumanos (casi el 30% de la población) tenían que emigrar de la provincia. La mayoría emigraron a Buenos Aires donde el aumento en mano de obra causó una caída en salarías. Los pueblos azucareros quedaban vacíos; “el cierre no fue un mero cierre fabril, sino la muerte de pueblos enteros”[3]. Por otro lado, el régimen militar, aparte de romper la economía provincial, sacó fondos para la educación, lo que causó la movilización de un movimiento estudiantil que se unía a los reclamos obreros y campesinos.

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