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Literatura De América Latina


Enviado por   •  10 de Agosto de 2014  •  3.916 Palabras (16 Páginas)  •  374 Visitas

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SÍNDROME DEL NIÑO SACUDIDO

PARTE DE RIGOBERTO.

Consecuencias

Se considera que tres de cada cuatro niños victimas del síndrome sufrirán algún tipo de discapacidad cognitiva, como retraso mental más o menos marcado y/o un déficit neurológico. Se han observado comportamientos autistas, sin decir palabras sueltas y sin sentido referencial, en los supervivientes con una gran frecuencia, el pronóstico a largo plazo es muy pobre (David, 1999). Además suele acompañarse de un alto índice de discapacidades y secuelas, tales como retraso mental, parálisis cerebral infantil y epilepsias. Muchos niños quedan con ceguera parcial o total, trastornos epilépticos, pérdida auditiva, retardo mental profunda, diplejía espástica (parálisis de un lado), o quadriplejía (parálisis de todos los lados). Algunos niños llevan una vida en estado vegetativo.

Alrededor del 20% de los casos son fatales en los primeros días posteriores a las sacudidas (Centro Nacional del Síndrome del Bebé Sacudido), y aquellos que sobreviven sufren una variedad de discapacidades. A largo plazo se ha observado microcefalia o atrofia cerebral, parálisis cerebral, discapacidades físicas, espasticidad, ceguera parcial o total, pérdida de audición, problemas en el habla, déficit cognitivos, dificultades de aprendizaje y trastornos de conducta (Rufo, 2006).

De hecho, la aparente recuperación tras la lesión infringida, no significa que en un futuro no aparezcan las distintas discapacidades neurológicas, conductuales y del desarrollo. Por lo que sería conveniente el seguimiento de estos niños(Porras, 2002). Conclusión a la que también llegan Karandikar, Coles, Jayawant y Kemp tras realizar un estudio de seguimiento de 45 niños que presentaban lesión cerebral no accidental y hemorragia subdural (2004). 16 niños de la muestra inicial murieron. De los supervivientes, 6 tenían moderadas discapacidades, 11 severas discapacidades y tres de ellos se encontraban en estado vegetativo. Dentro de los problemas detectados destacaron: parálisis cerebral, problemas visuales, trastornos del habla y problemas del lenguaje y alteraciones de la conducta.

Con una muestra menor (23 niños con lesiones cerebrales no accidentales), Hymel y colaboradores (2005) observaron que 14 de ellos tenían severas dificultades, en 8 los déficit eran moderados, y sólo uno de ellos presentaba un desarrollo normal. Las hemorragias retinianas y fracturas en el cráneo se asociaban a un desarrollo pobre.

El estudio longitudinal de seguimiento (59 meses; edad media 25,3 meses) realizado por Lawrence, Thomson, Jonson y Minns (2003) arroja los siguientes datos sobre las consecuencias de las lesiones cerebrales provocadas (52% de los casos SBS): el 68% presentaba consecuencias del síndrome, de los cuales el 36% sufría severas dificultades y una dependencia total, el resto tenía dificultades moderadas. Las secuelas neurológicas concretas que aparecían era microcefalia en el 32% de los pequeños, 20% macrocefalia, 48% déficit visuales (ceguera cortical, agnosia visual, estrabismo, anormalidades del campo visual), 24% parálisis en nervios craneales, 60% déficit motores (hemiparesia, ataxia, tetraplejia), 20% epilepsia. El 36% tenía lesiones del lóbulo frontal. El 64% anormalidades del lenguaje, 52% anormalidades del comportamiento (autolesiones, conductas autoestimulantes, rituales, autismo, déficit atencionales, hiperactividad, impulsividad), 24% anormalidades del sueño.

En el estudio prospectivo longitudinal de Rufo et al. (2006), el 45% de los niños con lesiones infringidas, respecto a los sujetos que había sufrido accidentes, presentaban deficiencia mental.

Consecuencias legales en Costa Rica:

El tipo de lesiones producidas por este tipo de maltrato infantil se enmarca dentro del cumplimiento de las garantías constitucionales consagradas en el Código Penal Titulo I sección III en el capitulo de lesiones, articulo 155 sobre lesiones gravísimas, puesto que como se ha visto la mayoría de las victimas sufrirán secuelas de incapacidad importante, así pues la protección de los menores deberá ser procurada de forma especial de parte del estado como se encuentra definido en la Constitución de nuestro país (articulo 55) y la institución autónoma encargada de dicha función es el Patronato Nacional de Infancia así como todas aquellas entidades publicas a las cuales llegue a su conocimiento este tipo de caso, están obligadas a poner la denuncia respectiva ante las Autoridades Judicial.

Frente a la sospecha dada por la anamnesis y/ o el examen físico, el médico debe solicitar los exámenes complementarios necesarios para documentar y/o confirmar sus hallazgos. En esta instancia queda a su criterio la decisión de hospitalizar al niño para el manejo de las lesiones, así como para protegerlo y realizar nuevas pruebas o recabar nuevos antecedentes que le den mayor seguridad antes de denunciar.

Consecuencias neurológicas:

La evolución natural del síndrome es hacia un daño cerebral secundario, que habitualmente condiciona un retraso mental más o menos marcado y/o un déficit neurológico (Feldman, 2001). De forma excepcional este cuadro puede evolucionar hacia una encefalopatía epiléptica infantil.

Afirma Larence (2003) que en algunos casos, tras varios años de seguimiento, se han observado comportamientos autistas, sin decir palabras sueltas y sin sentido referencial, no obedeciendo las órdenes sencillas, sin pedir las evacuaciones, todo ello, posiblemente en relación con una importante pérdida neuronal, y un aumento de gliosis. En algunas ocasiones, y con el paso del tiempo va incrementándose el volumen de la colección subdural, a la vez que aumenta la atrofia cerebral a lo largo de los meses siguientes, lo que posiblemente exprese la existencia de un trastorno cerebral activo, que no termina de regularse hasta pasados varios años (Hymel, 2005).

Puede resumirse que en los supervivientes con una gran frecuencia, el pronóstico a largo plazo es muy pobre. Además suele acompañarse de un alto índice de discapacidades y secuelas, tales como retraso mental, parálisis cerebral infantil y epilepsias (Hymel, 2005).

Consecuencias Clínicas:

Lawrence (2003), al describir el síndrome, consideraba manifestaciones clínicas esenciales las hemorragias intraoculares y los hematomas subdurales, con presencia mayoritariamente bilateral, en ausencia de signos externos de lesión en la cabeza y en el cuello. Pero en ocasiones había evidencia externa de abuso: fracturas en las extremidades superiores y en las costillas, magulladuras en las partes del cuerpo utilizadas como

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