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Los Aztecas

137782 de Junio de 2014

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Aztecas

1. Introducción

2. Organización social

3. Calendario Azteca

4. La formación del matrimonio

5. El juego de pelota Tlachtli

6. Filosofía

7. Religión

8. Los sacrificios

9. Algunas características de la cultura azteca

10. En busca de nuevas rutas

11. La llegada y sus primeras impresiones

12. Choque de culturas

13. Cómo reaccionaron los nativos?

14. La conquista espiritual

15. ¿Qué pasó con la población?

16. Relaciones con los indios

17. Final de Hernán Cortés

18. Breve reseña del Nuevo Mundo y Hernán Cortés

19. Se ensancha el mundo conocido

20. La conquista de México

21. Actualidad de los aztecas

22. Bibliografía

Introducción

En la zona geográfica que corresponde a la mitad sur del México actual, se desarrolló una gran actividad cultural desde unos 2000 años a. C. En esta región habitaron diversos pueblos, algunos de los cuales nos han dejado muestra de su floreciente cultura, como es el caso de los restos arqueológicos de la ciudad de Teotihuacán, ya deshabitada cuando llegaron los españoles. En la meseta central mexicana desde finales del siglo VII hasta mediados del siglo XII, se desarrolló la cultura tolteca que llegó a fusionarse con la maya en su expansión hasta el Yucatán.

En este marco geográfico, más concretamente en las orillas e islas del lago Texcoco, se desarrolló la civilización azteca, una de las civilizaciones mejor conocida de la América precolombina y la unidad política más importante de toda Mesoamérica cuando llegaron los españoles. Los aztecas son herederos de la tradición cultural de los toltecas, que sirven de nexo entre la cultura azteca y la maya.

Los aztecas, que se hacían llamar a sí mismos «mexicas», llegaron del norte y se asentaron en la cuenca del Texcoco a mediados del siglo XII, fundando su capital, Tenochtitlán, en 1325 . La palabra «azteca» tiene su origen en una legendaria tierra del norte llamada «Aztlán». Según cuenta la leyenda, los aztecas abandonaron esta mítica Aztlán, por orden de los dioses y debían instalarse allí donde encontrasen un águila devorando a una serpiente.

El azteca fue un pueblo que, mediante alianzas militares con otros grupos y poblaciones conoció una rápida expansión y dominó el área central y sur del actual México entre los siglos XIV y XVI, si bien es cierto que en un primer momento tras su llegada, tuvo que enfrentarse a otros pueblos ya asentados en la zona. Tras la muerte de Moctezuma II en el 1520, se puso de manifiesto la debilidad de este gran imperio, derivada de aquella rápida expansión: no podían controlar aquel vasto territorio; las divisiones internas entre provincias y las tensiones y ambiciones independentistas de algunos pueblos, facilitó a los españoles, dirigidos por Hernán Cortés, la conquista de este gran imperio, que culminó en 1521.

A continuación, le mostraremos una serie de costumbres y sucesos que acontecieron en la vida los aztecas que hicieron que sus vida y existencia cambiara para siempre.

Organización social

Contrariamente a lo que se ha creído, el pueblo azteca no era un imperio en toda la extensión de la palabra. Cierto, nadie podía desobedecer una orden del Gran Orador o Huey Tlatoani, nombre correcto del emperador Azteca.

El hijo del Gran Orador no siempre fue el heredero. Era un Consejo de Sabios – muy similar al Senado Romano – el que decidía de manera democrática quien sería el próximo gobernante principal del Gran Templo.

Una vez electo el Gran Orado, era obedecido en todo, debido a que era el representante en la Tierra del dios Huitzilipochtli. El Gran Orador era, además del jefe del gobierno, el sacerdote principal del Gran Templo.

El corazón del imperio Mexica fue el calpulli. Allí antes de que existiera el imperio, ya existía el calpulli. Este se formaba generalmente por parientes o personas con la misma profesión, de esta forma, existían calpullis de sacerdotes, guerreros águilas, guerreros ocelotes, carpinteros, alfareros, etc. Cada calpullis era una forma de gobierno autónoma, con su propio Orador o gobernante, el cual era elegido por los más ancianos moradores del calpulli. Cada calpulli tenía su propia escuela, su propia templo, a veces era importante, tenía su propia guarnición.

En la sociedad azteca no había clases cerradas. Cualquiera podía llegar a ser miembros del Consejo de Sabios. Sin embargo, solo los nobles podían ser Grandes Oradores.

Una costumbre azteca consistía en que el Gran Orador, una vez elegido, dejaba de ser un humano, para convertirse en un dios. De hecho, cada Gran Oradora azteca era adorado en el Templo Mayor.

El protocolo azteca exigía que nadie podía ver directamente al emperador, ni hablarle o escucharle. Por eso, existía el portavoz, era el que transmitía lo dicho por su señor a los lacayos y los que le respondían al emperador. Pero, en casos graves, el rey hablaba de manera directa con su consejo.

Calendario Azteca

El pueblo azteca daba mucha importancia al tiempo, que era registrado en dos calendarios: el de 365 días, xihuitl, que era solar y/o el agrícola compuesto por 18 meses de 20 días, más cinco días “inútiles” o “aciagos” y la cuenta de los destinos de 260 días, llamada tonalpohualli, que tenía más bien carácter adivinatorio. Este estaba dividido en 13 meses de 20 días cada uno. Cada día tiene un nombre y se combina rotando con un número del 1 al 13, hasta completar los 260 días (13 veces 20 = 260. Cada día con su numeral tiene una carga energética que lo conecta con la fuerza del cosmos y esta bajo la protección de un dios, se relaciona a un rumbo del universo y a un color, y tiene un augurio asociado.

Los aztecas dividían el calendario solar en cinco períodos de 73 días, especie de estaciones a los que llamaban cocij: cocij cogaa, era el tiempo del agua y del viento simbolizado por el cocodrilo; cocij col lapa era el tiempo de las cosechas, representado por el maíz; cocij piye chij era el tiempo santo o de fiesta, representado por el águila o guerrero; cocij piye cogaa, tiempo de sequías e inicio del calendario; cocij yoocho, tiempo de las enfermedades y las miserias, representadas por el tigre.

La formación del matrimonio

En la sociedad Azteca, la familia estaba formada primero por el matrimonio en el cual el varón sólo podía tener una esposa, que era la legítima y era llamada Cihuatlantli, con quien se casaba con el ritual correspondiente, pero podía tener tantas concubinas como pudiera sostener pero estas realizaban el ritual matrimonial. La edad ordinaria para contraer matrimonio era entre los 20 y los 22 años más o menos, no podían casarse padres con hijos, ni padrastros y entenados, ni hermanos entre sí. Para casarse, el joven necesitaba el permiso de sus maestros del Calmecac o del Telpochcalli, esto se obtenía cuando los padres ofrecían un banquete de acuerdo a sus recursos. Luego, los padres del novio se dirigían a los padres de la novia a través de ancianas quienes llevaban la petición. Era costumbre que la primera vez se negara la petición y más tarde se contestaba con la aceptación o la negativa formal. Pero entre los plebeyos se hacía más frecuente la unión libre y después de tener los recursos adecuados, se efectuaba la ceremonia. En la ceremonia nupcial, los novios se sentaban uno enfrente del otro, donde intercambiaban vestidos y se daban de comer mutuamente, como símbolo de ayuda mutua para el futuro. El divorcio era conocido por los aztecas, pero para que fuera válido tenía que haber sentencia judicial. Después de esto los contrayentes podían volverse a casar.

El juego de pelota Tlachtli

El juego de pelota se jugaba en un patio que tenía forma de H acostada. A ambos lados del travesaña de la H se extendían los muros y en el medio de casa uno se insertaba verticalmente un anillo de piedra o de madera, a diferencia de la posición horizontal del aro en el juego del baloncesto que hoy conocemos. Los jugadores trataban de pasar a través de este anillo una pelota de hule macizo, a la cual sólo le podían pegar con los codos, las caderas o las piernas. Cuando anotaba puntos sus partidarios tenían el derecho de despojar de sus ropas a los contrarios.

Filosofía

Las concepciones de los aztecas relativas al Universo reflejaban sus gustos trágicos y sus inclinaciones a los sacrificios y prácticas sangrientas. La creación del Mundo había empezado por el sacrificio voluntario del dios Nanahutzin (dios de la sífilis, como Amimitl era lo era de la disentería), que se arrojó a una hoguera. Quetzalcoátl había sacrificado a su hijo, que tras ello se convirtió en Sol. Cuatro edades o soles se había sucedido, cada una de ellas terminaba por un cataclismo. Al final de la primera, los hombres habían sido destruidos por los jaguares. La segunda, por el viento. La tercera acabó mediante una lluvia de fuego y la cuarta, en diluvio.

Los primeros sacrificios, los habían hecho los dioses para alimentar al Sol con sangre de corazón. El mundo subterráneo comprendía nueve pisos; los cielos, trece, superpuestos. En fin, práctica esencial en la religión de los aztecas era, como ya hemos indicado varias veces, los sacrificios humanos, costumbres que fueron en aumento a medida que la civilización progresaba.

Esto, la abundancia de dioses y su complicado ritual dio nacimiento a un cuerpo sacerdotal muy numeroso a cuya cabeza estaban dos grandes sacerdotes, que llevaban el

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