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SARAMPION


Enviado por   •  5 de Octubre de 2014  •  412 Palabras (2 Páginas)  •  284 Visitas

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Recordamos a Cuauhtémoc porque fue el último emperador azteca y porque murió a manos de los conquistadores españoles; hasta hace algunos años, las monedas de 50 centavos lucían su efigie como símbolo de un mundo desvanecido. De Cuitláhuac sólo recordamos que fue el penúltimo emperador y que duró unos cuantos días en el poder, tras la muerte de Moctezuma. Cuitláhuac fue quien, defendiendo a Tenochtitlan, derrotó en batalla a Cortés. Los conquistadores recordaron esa derrota, que ocurrió el 30 de junio de 1520, como “La noche triste”. Es posible que la historia hubiese sido otra, pero una epidemia de viruela, enfermedad hasta entonces desconocida por los aztecas, mató a Cuitláhuac, a su hijo Axayacatzin y a varios miles de sus compatriotas en unas cuantas semanas, cambiando para siempre la suerte de su país. Por varias razones, es muy complicado cuantificar con precisión la magnitud de la catástrofe. Una de ellas es que no podemos evaluar cuánta población indígena existía antes de la llegada de los conquistadores, pero hay quienes se atreven a decir que pudo haber sido de alrededor de 25 millones. Las crónicas españolas e indígenas del siglo XVI no siempre coinciden en sus apreciaciones sobre la tragedia; incluso algunos de los textos de esa época, como la Historia de los indios de la Nueva España de Fray Toribio de Benavente, (conocido como Motolinía, el pobrecito), se maquillaron, cambiaron y reinterpretaron tanto a través de los años, que ahora nos resulta difícil discernir entre la realidad y la fantasía.

Se dice que la viruela la trajo a México no Cortés, sino un esclavo negro, Francisco Eguía, quien vino con la expedición encabezada por Pánfilo Narváez, organizada con el fin de interceptar a Cortés. En la América continental, el primer asentamiento indígena que sufrió las consecuencias de la viruela fue Cempoala, en el actual estado de Veracruz, entre abril y mayo de 1520; la enfermedad se fue extendiendo, primero a Tepeaca, luego a Tlaxcala, hasta llegar a Tenochtitlan en los meses de septiembre y octubre de ese mismo año. En Tenochtitlan, una de las ciudades más densamente pobladas de su época, la viruela se propagó con tal fuerza y velocidad que en pocas semanas no había guerreros sanos para hacer frente a los embates de los españoles. Quizá la verdadera fuerza de los conquistadores no radicó en la cruz, la espada, los caballos o las armas de fuego, sino en las enfermedades que vinieron con ellos: la viruela, el sarampión y la poliomielitis.

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