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Enviado por   •  24 de Noviembre de 2014  •  3.712 Palabras (15 Páginas)  •  217 Visitas

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CAPITULO I

Breve reseña histórica de la universidad

Las universidades como tales, surgen a finales del siglo XII e

inicios del XIII, como corporaciones de oficios que agrupaban a

maestros y alumnos, Le Goff (1986) comenta:

Los orígenes de las corporaciones universitarias son a

menudo tan oscuros para nosotros como los orígenes de las

corporaciones de otros oficios. Se organizan lentamente,

mediante conquistas sucesivas, a favor de incidentes fortuitos

que son otras tantas ocasiones. Los estatutos a menudo sólo

sancionan esas conquistas tardíamente. Nunca estamos seguros

de que los estatutos que llegaron hasta nosotros sean los

primeros. Y en esto no hay nada asombroso (p.72).

Las causas que provocaron su origen son descritas por MorosG.

(1985) en los siguientes términos:

Se considera variadas las circunstancias que le dieron origen.

Entre ellas se señalan: el aumento de la población que se dio

entre los siglos XI y XIV y que desembocó en una creciente

urbanización con el consiguiente intercambio de bienes,

costumbres e ideas, aparición de los gremios, los cambios en la

organización social; el surgimiento de un extraordinario afán de

saber sólo comparable con el que prevaleció durante el

Renacimiento y la Ilustración: mayor demanda de educación

dando lugar a las migraciones estudiantiles; la aparición de un

nuevo oficio: el oficio de enseñar,... (p. 48).

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En cuanto al origen de la palabra universitas, según

Tünnermann citado por Moros (1985), hay que buscarlo en el Digesto

Romano dónde “lo universitas es lo contrario de lo singuli y significa

el conjunto de los seres o elementos particulares o elementos

constitutivos de una colectividad distinta de los individuos que la

integran”. Y para Mondolfo (1966), citado por Villarroel (1990), se

denominaba

universitas a la totalidad de las personas que se

dedicaban a un determinado oficio; y, por lo tanto, la existencia

de esas totalidades y organizaciones particulares y la distinción

entre una y otras de ellas se relacionaban con el hecho de la

división del trabajo y la diferenciación de los oficios que creaba

una comunidad entre los adictos a un mismo oficio y su distinción

con respecto a los que ejercían oficios diferentes. (p. 33).

Como es de notar se ha destacado el hecho de que la

universidad inicialmente, no fue concebida en términos estrictamente

académicos, sino como corporaciones de intereses gremiales, en

este caso, de maestros (magistri) y de aprendices (discipuli); Estas

corporaciones se constituyeron en centros de saberes convirtiéndose

en universitas magistrorum e scholarium. Pericot y otros, (1962)

afirman:

La concreción de estas escuelas en una corporación o

Universidad operóse en el momento en que un estímulo motivó la

agrupación de las personas que daban o recibían las

enseñanzas. En París, este estímulo fue la intervención

episcopal, empeñada en mantener su antigua fiscalización sobre

las escuelas mediante el privilegio de conferir la licentia

docendi o facultad de enseñar. La masa de escolares que había

acudido a la ciudad y la multiplicidad de maestros que en ella

enseñaban constituyó una potencia corporativa que se enfrentó

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con el obispo con singular energía hasta conseguir su

emancipación. (p.692).

En Bolonia, la situación se presentó dada la gran cantidad de

aprendices que allí participaban, quienes ante el desamparo legal

en el cual se encontraban, decidieron organizarse en una

corporación que les permitiera protegerse y a su vez poder enfrentar

a los maestros con la finalidad de hacerlos cumplir con algunas

normas didácticas. Es interesante poner de relieve la circunstancia

de que estos aprendices provenían de diferentes localidades y en

vista de ello se fueron constituyendo en naciones para ayudarse y

protegerse entre sí, de allí surgió el concepto de facultad o colegio

(del latín collegium , sociedad).

Una característica fundamental de estas corporaciones fue la de

adquirir su autonomía enfrentando los poderes eclesiásticos y

laicos. Aún siendo, como lo eran, instituciones de la cristiandad,

nunca aceptaron las pretensiones de los obispos lugareños de

reclamarlos como súbditos y en esta lucha logran importantes éxitos

como los señalados por Le Goff (1986):

En 1213, en París, el canciller pierde prácticamente el

privilegio de conferir la licencia, es decir, la autorización para

enseñar. Ese derecho pasa a los profesores de la universidad. En

1219, el canciller, en ocasión del ingreso de miembros de

órdenes mendicantes en la universidad, intenta oponerse a esa

novedad. Y entonces pierde sus últimas prerrogativas. En 1301

hasta dejará de ser el jefe policial de las escuelas. Y después de

la gran huelga de 1229-1231 la universidad quedó sustraída a la

jurisdicción episcopal. (p.72).

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Igualmente, los enfrentamientos con los poderes reales y

comunales, los cuales pasan por una serie de hechos violentos

(París, 1229; Bolonia 1321; Oxford 1232-1240), finalmente culminan

con una franca independencia frente a estos poderes laicos.

Algunos de estos enfrentamientos fueron observados por el Papa

Inocencio III, quien reconoce a las instituciones y las coloca bajo la

protección de la Santa Sede, esta actitud se sucede por cuanto que

advierte en este movimiento una fuerza extraordinaria y

trascendental en el orden intelectual. Gregorio IX da continuidad a

esta política, la cual había generado una seria contradicción entre la

postura laicista de los intelectuales y la pertenencia a la iglesia

católica, pues al estar sometidos al control papal entran a formar

parte de su política y de sus fines, recibiendo a cambio la apertura de

todo el mundo cristiano, es decir el derecho de enseñar en todas

partes (licentia ubique docendi), de allí se suceden las creaciones de

Tolosa, Montpellier, Padua, Roma, Salamanca, Oxford, Cambridge.

Lérida, etc. Esta situación habrá de desplegarse con intensidad en el

transcurso de los siglos siguientes.

Lograda, de algún modo, la autonomía, la cual además estuvo

caracterizada por la exención de las jurisdicciones locales y por un

constante intercambio entre maestros y aprendices, dándole de este

modo un carácter viajero a la misma (se dio el caso en París, en

1229, al ser muertos numerosos estudiantes por parte de los

sargentos reales, la universidad se retira a Orleáns durante dos años,

dando muestras de verdadera independencia). Hutchins citado por

Moros (1985) puntualiza:

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Las corporaciones universitarias de la edad media, en la cima

de su poderío no eran responsables ante nadie, en el sentido de

que no debían rendir cuentas de sus actos ante ninguna

autoridad. Reclamaban y con éxito, independencia absoluta de

todo control secular y religioso. Para defender e imponer esta

pretensión, contaban con una ventaja inestimable: no tenían

propiedad alguna. Si la autoridad secular o religiosa intentaba

controlarlas, se mudaban sencillamente a otra parte. Como el

idioma que usaban servía en todas partes, se acogía de buen

grado a una Universidad y puesto que la inclinación a viajar

siempre ha sido característica de la profesión académica, no

tenían dificultades para trasladarse a otra comunidad o a otra

nación cuando sentían que la atmósfera se tornaba opresiva.

(p.49).

Queda claramente visto el carácter autónomo de las

corporaciones universitarias, que junto con la exclusividad de

efectuar la colación de los grados universitarios y de poder hacer

uso del derecho de huelga y de secesión, conformaban un poder

fundamentado en estos privilegios.

Graciarena (1984), realiza un particular enfoque acerca del

origen de la autonomía de las universidades. Veamos:

La conexión social de la universidad en esta fase fue tal que

pudo florecer intelectualmente desde sus comienzos debido

precisamente a su disociación con la producción económica y a

su relativa irrelevancia con respecto a la estructuración de las

clases sociales y al ejercicio del poder. Todo esto le proporcionó

un considerable margen de autonomía intelectual e institucional

y, aunque parezca paradojal, una cierta representatividad social.

(p.14).

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La óptica de este autor se basa en la vinculación que pudieran

tener las universidades con el poder y las clases sociales, siendo

precisamente la inexistencia del vínculo la posibilidad de actuar

libremente, sin las interferencias que originaría una conexión con

esos factores. En todo caso, queda claramente determinada la

concepción autonómica de la universidad desde su gestación. Estas

características iniciales dejarán marcada una profunda impronta que

tendrá repercusiones hasta nuestros días, tal y como lo veremos más

adelante.

El Método Escolástico

Habiendo asumido la iglesia el trabajo de transmitir el

conocimiento y resolver sus contradicciones, el interés fundamental

radicaba en la discusión de los grandes problemas de la vida

sobrenatural, el destino del hombre, la naturaleza de Dios, la

Teología, la Filosofía y temas afines, constituyendo la denominada

“Escolástica”.

Es a finales del siglo XI, cuando Anselmo, arzobispo de

Canterbury, conmueve las tediosas, por repetitivas, discusiones

filosóficas de la iglesia al exigir otros argumentos a la Dialéctica y a la

Metafísica, “infundiendo en los pensadores cristianos la confianza en

el poder de la razón”. “Con la divisa fides querens intellectum ,

inaugura la Escolástica propiamente dicha, esto es, la especulación

activa que gradualmente va elaborando el sistema filosófico en que

se refleja el pensamiento cristiano”.

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Para Le Goff,

El escolasticismo une las leyes de la imitación con las leyes

de la razón, las prescripciones de la autoridad con los

argumentos de la ciencia. Y un progreso decisivo del siglo

consiste en que la teología apela a la razón y así la teología se

convierte en una ciencia. Los escolásticos realizan la invitación

implícita de las Escrituras que incitan al creyente a dar razón de

su fe: Estad siempre dispuestos a satisfacer a quienquiera que os

interrogue, a dar razón de lo que hay en vosotros por la fe y la

esperanza. Los escolásticos responden al llamado de san Pablo

para quien la fe es el argumento de las cosas invisibles ... Según

Guillermo de Auvernia... los escolásticos recurren a la razón

teológica, la razón iluminada por la fe(ratio fide illustrata)... la fe

en busca de la inteligencia, quedará iluminada cuando santo

Tomás establezca como principio: ´La gracia no hace

desaparecer la naturaleza sino que la perfecciona´(Gratia non

tollit naturam sed perfecit). (p.p. 91-92).

Dos consideraciones en torno a esta cita. La primera está referida

al concepto de ciencia que priva en el autor. Como es sabido, en la

actualidad, el sólo uso de la razón no garantiza la producción de un

conocimiento científico, sin embargo, ubicándonos en el siglo XIII,

denominado como la edad de oro de la escolástica, este esfuerzo

intelectual podemos considerarlo como un atisbo de lucidez

científica. Dampier (1992), amplía esta idea en los siguientes

términos:

... puede decirse que fue precisamente el absoluto

racionalismo de su sistema el que formó el clima intelectual en el

que nació la ciencia moderna. En cierto sentido, la ciencia fue

una revolución contra ese racionalismo, una llamada a los hechos

brutos, prescindiendo de que se conformasen o no se

conformasen con ciertos esquemas racionales preconcebidos.

Pero en el fondo de esa misma actitud late el presupuesto

necesario de la regularidad y uniformidad de la naturaleza... El

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racionalismo filosófico de los escolásticos fue al mismo tiempo

producto y elemento integrador de un esquema de pensamiento

general organizado, y suministró a la ciencia la creencia

prefabricada de que ´cada episodio concreto puede conectarse

con sus antecedentes de una manera perfectamente definida,

como un caso particular de los principios generales. Sin esta

creencia hubieran resultado desesperantes los trabajos increíbles

de los científicos´. (p.p. 117-118)

La segunda tiene que ver con la afirmación de Pablo acerca de la

fe, de donde se desprende que lo visible es lo conocible, aclarado

por Tomás, quien citado por Tranoy (1983) afirma:

... ´ahora bien, de aquello que mueve por sí mismo a nuestro

intelecto o a nuestros sentidos al conocimiento de sí mismo

puede decirse que es visto. Por lo tanto, es evidente que no

podemos tener la fe (fides) ni opinión (opinio) concernientes a lo

que es visto, sea por los sentidos, sea por el intelecto. (p.82),

Lo cual marca la pauta del desarrollo de la escolástica como

poderoso movimiento intelectual.

Este modo de pensar proviene de un método descalificado por el

desconocimiento que de él se tiene y que se trata de resumir a

continuación

Cinco aspectos lo fundamentan, a saber:

1°) El vocabulario. Se trata de darle contenido a la palabra;

hacerla corresponder con su definición.

2°) La dialéctica. Hacer del objeto del saber un problema; discutir

en torno a él y convencer al oyente o al lector.

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3°) La autoridad. Nutrirse de textos, especialmente de Aristóteles,

los árabes, así como, de manera particular, de las Escrituras, pero

partiendo del principio de entender que la verdad en ellos contenida

no ha sido poseída por entero, “Los que escribieron antes que

nosotros no son para nosotros señores sino que son guías” dice

Gilberto de Tournai, citado por Le Goff, enfrentando así aquello de

“Todo ya está dicho y llegamos demasiado tarde...”

4°) La razón, como la facultad intelectual que permite distinguir lo

bueno y verdadero de lo malo y falso, afirmado en las expresiones de

Pablo, Anselmo y Tomás, ya citados.

5°) Los ejercicios. Quaestio, disputatio, quodlibet. La base es la

lectio o comentario de los textos, el análisis gramatical que da la

littera, la explicación lógica que suministra el sentido, sensus, y,

finalmente, la exégesis, la cual revela el contenido de ciencia y de

pensamiento, sententia.

Como se ve la base es el comentario de los textos,

analizándolos, explicándolos y culminando con la exégesis, la cual da

origen a la discusión poniendo en cuestión a los mismos. Se

establece así una interacción entre el maestro y los discípulos que

culmina en soluciones o nuevas propuestas. Es el intercambio de

ideas, basadas en las lecturas, el centro y eje del método. Más

adelante, con motivo de la lucha entre reformistas y contrareformistas

los contenidos de la discusión variarán y cambiarán la sustancia

originaria, transformándolo en estériles propuestas, desvirtuando el

sentido de este método didáctico y de conocimiento.

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La Reforma y la Contrareforma, su Incidencia en la

Universidad.

Cuando el 31 de octubre de 1517 Martín Lutero fija en la puerta

de la iglesia colegial de Wittemberg sus 95 tesis sobre las

indulgencias, estalla la subversión protestante, la cual habrá de

conmover a todo el estamento religioso, pero fundamentalmente al

pensamiento medieval hasta sus más profundas raíces.

Tres son las causas que motivan a este movimiento, la primera

de ellas tiene que ver con la presencia en la Santa Sede de una

sucesión de papas (finales del siglo XV y mitad del XVI) orientados

hacia la consolidación de poderes terrenales. La segunda está

referida al signo de los tiempos de su Alemania nativa, marcados por

la disgregación del poder y el debilitamiento de la autoridad imperial.

Y, en tercer lugar, por la insurgencia de corrientes del pensamiento

más vinculadas a la personalización de los sentimientos, tales como

el relativismo, el subjetivismo y el espíritu crítico.

Alrededor de los escritos luteranos y de la intensa actividad que

despliega su autor, se conforma un movimiento que habrá de tener

consecuencias no sólo religiosas, sino que también políticas, Pericot,

Panyela y Bagué afirman al respecto:

Las doctrinas de Lutero fueron desarrolladas hasta las últimas

consecuencias: se trataba de una religión fundada en la libre

interpretación de la Biblia, sin sacerdotes, sin sacramentos y casi

sin liturgia, sin celibato eclesiástico, sin votos monásticos, sin la

presencia real de Cristo en la Eucaristía. Por todos lados

surgieron las sectas populares, que habían de atomizar desde

sus primeros días, el movimiento religiosos protestante; y las

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masas despertaban a una actividad religiosa ingobernable que

había de dar origen a desenfrenadas manifestaciones, como el

anabaptismo. La revuelta contra Roma y el clero sometido a ella

significó, para las gentes que se consideraban oprimidas, la

subversión contra el orden social existente. Los caballeros –

pequeños nobles empobrecidos -por la desvalorización de las

tierras -, envidiosos de la riqueza eclesiástica y acostumbrados a

una vida aventurera y al bandidaje, vieron llegado el momento de

lanzarse sobre los bienes de la iglesia (1522). (p.425).

Sucedería a estos hechos el levantamiento campesino de 1524,

en donde la Biblia se convertiría en un programa político justificador

de ese movimiento. Lutero reaccionó de inmediato condenándolo,

manifestando de esa forma su unión con la aristocracia alemana,

originando la secularización de las propiedades eclesiásticas, para

luego derivar hacia la nacionalización de las iglesias, a través de la

obligación de los individuos de practicar la religión oficial del Estado

al cual pertenecían.

Todo este gran cisma, así denominado por los historiadores, se

produce en un lapso de más de 20 años, expandiéndose por toda

Europa, e incorporand o a numerosas universidades, especialmente

en el Sacro imperio romano germánico (8 en total), así como en los

reinos de Suecia, Dinamarca, Francia, Polonia, Escocia e Inglaterra.

El hecho de pertenecer Lutero a la importante universidad de

Wittemberg y haber dado desde allí el campanazo que daría inicio a

uno de los enfrentamientos más conmovedores de la historia

europea, da una idea de la importancia que habían adquirido estas

instituciones en pleno siglo XVI.

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La discusión del planteamiento luterano y luego calvinista, se

intensifica en todas las universidades involucradas, generando

diferentes propuestas en torno a la religiosidad y a la política,

participando en ella catedráticos y discípulos, produciéndose una

ebullición en el pensamiento de finales del medioevo.

Previa esta conmoción intelectual se va produciendo una

evolución en el escolasticismo, marcada por las corrientes citadas

supra, y por el experimentalismo científico, así como por el

averroísmo.

Simultáneamente, va desapareciendo la universidad internacional

y apareciendo las nacionales. Surgen por toda Europa durante un

período aproximado de 300 años, destacándose Oxford en 1163

(reunión de colleges), Padua en 1222 (convertida en 1404 en la

universidad de la república veneciana), Tolosa en 1229, Salamanca

en 1254, Praga en 1347 y Lovaina en 1425.

Progresivamente, las grandes universidades van convirtiéndose

en ejes políticos, concentrándose en ellas los sentimientos

nacionales, e integrándose a las estructuras de los estados. Dos

grandes pensadores habrán de dar sustento a las posiciones a favor

de los estados: Guillermo de Ockham y Marsilio de Padua, quienes

logran establecer las bases de lo que, posteriormente será el Estado

moderno, separando los poderes eclesiásticos de los estadales.

Todo lo que no es vida de gracia íntima, todo lo que

materializa la vida de la Iglesia es del mundo e incumbe al

Estado. Todo lo que es ejecución de la ley moral en el siglo

escapa a la Igles ia y corresponde al Estado.

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A esto habría que añadir el planteamiento según el cual, no es

pensable reunir en un solo estado laico a toda la humanidad, ni

siquiera a toda la cristiandad, por tanto está presente la diversidad de

las naciones y de los estados. Estos planteamientos se consolidarán

después de la reforma luterana.

Como resultados importantes de la reforma se pudieran

enumerar los siguientes:

1. Independencia política religiosa y cultural de importantes

regiones de Europa, incluida Francia y la hoy denominada

Bélgica.

2. Apertura del capitalismo moderno a través de la eliminación

de las tradicionales restricciones religiosas.

3. Avance sustancial de las lenguas nacionales y de la literatura

por el uso religioso de las lenguas vernáculas en lugar del

latín.

4. Estímulo a la educación popular a través de la creación de

nuevas escuelas por Colet en Inglaterra, Calvino en Ginebra,

y los príncipes protestantes en Alemania.

5. Convertir al hecho religioso en una expresión directa de las

creencias de la gente.

6. Aparición de las universidades nacionales

Estos resultados, obviamente, producto de los fuertes

enfrentamientos entre la iglesia católica y romana y el

protestantismo, en sus diferentes manifestaciones, origina la

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denominada contrareforma, reforma católica o restauración católica,

cuyos antecedentes tienen su origen en Girolamo Savonarola (1452-

1498) quien criticó mordazmente, por su actitud mundana, al papa

Alejandro VI. Igualmente, en las órdenes mendicantes,

especialmente franciscanos, quienes intentaron que los miembros de

la iglesia volvieran a una vida más austera, a través del llamado

movimiento observantista. Por su parte, un humanista como

Desiderio Erasmo de Rotterdam, intentó crear alternativas diferentes

a las estériles especulaciones de la teología académica.

Estos esfuerzos no comenzaron a ver frutos sino tiempo

después, cuando asciende al papado Pablo III en 1534. Empezó por

incorporar a Gasparo Contarini y a Reginald Pole, dos auténticos

reformistas, al colegio cardenalicio. Impulsó nuevas órdenes

religiosas, entre ellas a los jesuitas, organización dirigida por Ignacio

de Loyola (1491-1556), y la cual estaba integrada por hombres muy

instruidos, dedicados a la predicación, a la instrucción catecumenal y

el uso de los ejercicios espirituales establecidos por su fundador,

donde debía profundizarse en la meditación personal. Su actuación

más destacada fue la convocatoria del concilio de Trento en 1545

para tratar las cuestiones doctrinales y disciplinarias suscitadas por

los protestantes.

Pablo III orientó su acción con una actitud fundamentalmente

represiva al reinstaurar el tribunal de la inquisición y creando la

congregación del Indice, bajo la autoridad de la congregación del

Santo Oficio. El primero tuvo representantes en todos los países

católicos, habiendo actuado enérgicamente en España contra los

protestantes de Valladolid y Sevilla, al igual que contra los discípulos

20

de Juan Valdés en Italia. La segunda tuvo como propósito elaborar la

lista de los escritos contrarios a la doctrina católica, consolidando el

trabajo de la Inquisición en el campo de la difusión de las ideas. Esto

último marcará fuertemente a las universidades católicas.

El concilio de Trento se impuso como tarea la revisión

completa de la vida interna de la Iglesia, su doctrina a la luz de las

Sagradas Escrituras, así como su tradición, en vista de los duros

cuestionamientos hechos por el protestantismo. Los resultados,

luego de finalizado, fueron debidamente observados, produciéndose

importantes cambios en la difusión de la doctrina católica, así como

en la práctica religiosa.

Un baluarte de la contrareforma, fue la ya citada Compañía de

Jesús, organizada en Roma en 1540, cuya misión fue la de

reconquistar en toda Europa el terreno perdido ante los reformistas.

Su estrategia se basó en predicar y establecer centros educativos,

denominados colegios, para la formación de niños y jóvenes. Para

1640, disponían, sólo en los territorios españoles, entre seminarios y

colegios, alrededor de 90 institutos. Tuvieron tanta importancia que el

estilo arquitectónico de la contrareforma se llamó “jesuítico”. Esta

Compañía tendrá carácter protagónico dentro de la universidad

latinoamericana y venezolana en particular, hasta nuestros días.

Esta militancia contrareformista se desplazó, a través de la

evangelización, con toda su carga represiva y espiritual, hacia los

nuevos territorios descubiertos en el lejano oriente y en el norte y sur

de América.

21

La Universidad en América

Tünnermann (1998) explica como factores que determinaron la

fundación de universidades en América los siguientes:

a) la necesidad de proveer localmente de instrucción a los

novicios de las órdenes religiosas que acompañaron al

conquistador español, a fin de satisfacer la creciente

demanda de personal eclesiástico creada por la

ampliación de las tareas de evangelización; b) la

conveniencia de proporcionar oportunidades de

educación, más o menos similares a las que se

ofrecían a la metrópoli, a los hijos de los peninsulares y

criollos, a fin de vincularlos culturalmente al imperio y, a

la vez, preparar el personal necesario para llenar los

puestos secundarios de la burocracia colonial, civil y

eclesiástica. Por otro lado, las dificultades de las

comunicaciones, arriesgadas y costosas, aconsejaban

impartir esa instrucción en las mismas colonias; c) la

presencia, en los primeros años del período colonial, en

los colegios y seminarios del Nuevo Mundo, de

religiosos formados en las aulas de las universidades

españolas, principalmente Salamanca, deseosos de

elevar el nivel de los estudios y de obtener autorización

para conferir grados mayores. (p. 44)

Resalta este autor la opinión de Steger, quien estima como una

excepción hecha por España, como potencia colonial, el establecer

universidades en las colonias, a diferencia de Portugal e Inglaterra

que no lo hicieron.

Los modelos seguidos por las universidades en América fueron,

según este autor, los de Salamanca y Alcalá de Henares, siendo el

primero el más extendido, constituido por el claustro pleno de

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profesores, el mestrescuela, canciller o cancelario, el Rector y los

concejos claustro de conciliarios y el de diputados, centrándose la

actividad docente en la cátedra y utilizando el método escolástico.

Alcalá de Henares respondía al esquema del Colegio-Universidad

de Sigüenza, centrada en la teología y cuya organización respondía

a la de un convento-universidad, “...siendo el prior del convento a la

vez rector del colegio y de la universidad. Esta circunstancia le daba

a la institución una mayor independencia del poder civil.” (p. 47)

Las universidades del período colonial

Según informa la Enciclopedia Encarta Microsoft 98:

La primera universidad americana se fundó en Santo

Domingo en 1538, luego fueron erigidas la de Lima y la de México

en 1551. En la conquista del Nuevo Mundo estaba implícita la

creación de ciudades como centros culturales. Ya a fines del siglo

XVI muchas ciudades de la América de habla hispana poseían

colegios universitarios, sem inarios y universidades. Siguieron

luego los privilegios universitarios para las de Quito y Santa fe, en

1685 y la Guatemala en 1687. También tuvieron universidad

Charcas y Córdoba, en el Río de la Plata, durante el siglo XVII, lo

mismo que San Miguel de Chile y Mérida de Yucatán (México). En

el siglo XVIII la Habana, Caracas (subrayado añadido) y San

Felipe de Chile tuvieron universidad, al igual que Buenos Aires,

que se constituyó como Universidad Pública del Río de la Plata

(s.p.).

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