Angel Osorio Y Gallardo
ErnestoVillamil29 de Noviembre de 2012
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Angel Ossorio y Gallardo
(Madrid, 1873 - Buenos Aires, 1946) Ensayista, político y Estudió derecho en la Universidad Central de Madrid y emprendió una brillante trayectoria profesional, llegando a ocupar cargos como la presidencia de la Academia de Jurisprudencia y del Ateneo de Madrid, o el decanato del Colegio de Abogados
Ángel Ossorio al hacer éste libro nos quiso hablar un poco de lo que esta pasando con todos los abogados, de la inconciencia que existe, del amor que le han perdido a la abogacía, un tanto para que hagamos conciencia y corrijamos todos esos errores que manchan la reputación del abogado y de la carrera de Derecho.
Que nos dediquemos a ser realmente abogados y no caigamos en lo que algunos abogados han caído, en la corrupción en la falta de ética profesional y más.
Ossorio considera que la abogacía no es una consagración académica, sino una concreción profesional. Y dice que nuestro titulo universitario no es de "abogado", sino de "licenciado en derecho". Y que para poder ejercer la profesión de "abogado". Debe dedicar su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los tribunales. Y quien no haga esto será todo lo licenciado que quiera pero abogado no.
En su conclusión, el abogado es, el que ejerce permanentemente la Abogacía. Los demás serán solamente licenciados en derecho, pero nada más.
La moral del abogado
Según nos dice el autor, se supone que cuando un abogado acepta un caso, es porque está defendiendo una causa justa y éste deberá hacer todo lo moralmente y todo lo que dentro de lo justo cabe, para defenderlo. Y aquí es donde entra otra cosa importante Abogado que desista al qué dirán, debe tener manchada su hoja de servicios con la nota de cobardía pues para lo que muchos sea correcto, puede que para otros no lo sea; y si nos dejamos llevar por lo que dicen los demás jamás llegaremos a ser quienes en un principio soñamos
En la moral del abogado de lo que Ossorio nos habla es del criterio que debe tener un abogado. La abogacía no se cimienta en la lucidez del ingenio, sino en la rectitud de la conciencia. Malo será que erremos y defendamos como moral lo que no es; pero si nos hemos equivocado de buena fe, podemos estar tranquilos. Cita las palabras del novelista Collete Iver. "Nuestro oficio ¿es hacer triunfar a la justicia o a nuestro cliente? ¿Iluminamos al Tribunal o procuramos cegarle?
Cuando un abogado acepta una defensa, es porque estima - aunque sea equivocadamente- que la pretensión de su tutelado es justa, y en tal caso al triunfar el cliente triunfa la justicia, y nuestra obra no va encaminada a cegar sino a iluminar.
También da unos consejos a los abogados. Hay que ser refractario al alboroto. Soportar la amargura de una censura caprichosa e injusta, es carga añeja a los honores profesionales. Debajo de la toga hay que llevar la coraza.
Abogado que sucumba al que dirán debe tener su hoja de servicios manchada con la nota de cobardía. No digo que el juicio público no sea digno de atención. Lo que quiero decir es que después de adoptada una resolución, vacilar ni retroceder por miedo a la critica, que es un monstruo de cien cabezas irresponsables y faltas de sindéresis.
Cuando se ha marcado la línea del deber hay que cumplirla a todo trance. El transeute que se detenga a escuchar los ladridos de los perros, difícilmente llegará al término de su jornada
El Secreto Profesional
El secreto profesional es muy sencillo solo podemos obtenerlo de los más grandes los sabios los que ya vivieron en su momento la que en este momento comenzamos a realizar como abogados
A ciencia cierta no tenemos un secreto bien pre establecido como todos conocemos y decimos
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