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Bolívar


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2012  •  Informes  •  1.480 Palabras (6 Páginas)  •  347 Visitas

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uerían fundirse en una sola y gran nación. Cada una quería coger por su lado... por más que el Libertador en genial abstracción pensase lo contrario... De ahí el éxito de las tendencias separatistas del santanderismo en Colombia, y del paecismo en Venezuela. Bolívar, en un gesto magnifico se sobrepone a las dificultades que le oponen la oligarquía a través de Páez y Santander, que dicen ser sus voceros. Por esos momentos, antes de entrar a Bogotá donde lo esperaba el pueblo para aclamarlo, se despide de su “amigo”, pariente y secretario Carlos Soublette, a quien envía como emisario al general Páez. Antes le había dicho a Perú de La Croix: la presencia del general Soublette en Venezuela nos seria útil, sí Soublette fuese otro hombre es decir dotado de energía, más desprendido y menos egoísta; nadie mejor que el para dirigir a Páez y mantenerlo en sintonía conmigo; pero temo que Páez al contrario sea quien dirija a Soublette y lo haga entrar en sus miras el día que quiera ponerlas en ejecución.

Bolívar en Bogotá se dirige a la Catedral a rezar, lo acompañan el Gabinete, la Suprema Corte, el alto Clero, y toda la oficialidad. El pueblo afuera continúa ovacionándole, luego de rezar sale a la plaza y a una señal suya calla la multitud: ¡Colombianos! Asumo la responsabilidad que me pedís. La dictadura es perniciosa para los pueblos, que se acostumbran a vivir bajo un gobierno dictatorial... Pero la dictadura puede ser gloriosa cuando tapa el abismo de una revolución...

Ha menos de un mes de haberse declarado Bolívar dictador por aclamación general, su popularidad sufrió un giro de 180 grados. Los manejos de la oligarquía a través de sus medios de difusión mediática (El Universal, El Nazzional) que se oponen al Libertador, cambian la mentalidad del pueblo predisponiéndolo contra él. La gente a su paso guarda un silencio hostil. Muchos se dan la vuelta al verlo. ¡Cuán rápido cambia la voluntad de los pueblos! No saben cuán desgraciado me siento al hacer este papel de dictador que la salud de mi Patria me obliga a asumir.

El legionario británico Fergusson entra muy agitado a casa de Manuela Sáenz, y le muestra el incombustible; mirad lo que dicen estos papeluchos sobre el Libertador. Manuela iracunda: ¡El incombustible! El periódico del viejo Azuero y de Florencio González... A Florencio González no se le pasa la dentera de que su mujer la Bernardina haya sido amante del Libertador...

La noche del 25 de septiembre de 1828. Bolívar, en su alcoba del Palacio de San Carlos en Bogotá, se encuentra recluido en su habitación preso de un terrible resfriado. Manda a buscar a Manuela, con su mayordomo José Palacios. El Libertador le comenta: Esta mañana me enteré, que Santander es el jefe de una conspiración contra mí, lo nombré Embajador en los Estados Unidos... Manuela le comenta al Padre de la Patria. Mira que esta gente es bien malagradecida. Están furiosos contigo porque saliste de Santander.

De pronto en la calle gritos de alarma, un tropel de gente armada corría hacia la habitación del Padre de la Patria. Manuela le dice ¡Corre Simón! Vienen a matarte salta a la calle por el balcón, al frente de los conspiradores está el militar venezolano Pedro Carujo, Bolívar no está aquí le dice Manuela, entra el legionario Fergusson, y Carujo lo asesina de un pistoletazo. ¡Huyamos! Los asesinos huyen por los corredores. Se oyen disparos por todas partes. Bolívar, al huir del Palacio de San Carlos, se refugia bajo el puente de San Agustín. El agua helada le llega hasta la cintura. Grupos de gente armada pasan sobre donde él está dando mueras a su nombre. Una descarga cerrada en el otro extremo hace huir a sus enemigos. Son tropas adictas que dan vivas al Libertador. Sale de su escondite, pide un caballo y, rodeado por las fuerzas leales, llega al Palacio de San Carlos. Llama a Manuela y le dice: ¡Manuela! Eres desde ahora la Libertadora del Libertador.

La gente al saber la noticia, inunda el Palacio de Gobierno para darle su apoyo al Libertador. Entre los primeros que llegan está el propio Santander: y le dice dios sea loado por haber metido su mano, salvando a su Excelencia de tan viles asesinos, Santander tendió la mano al Libertador y este se la rechazó con desprecio. Manuelita encolerizada le grita: no seas hipócrita, (Uribe) perdón, Santander. Todo esto es obra tuya. Eres el jefe de la conspiración y de los asesinos.

Bolívar acompañado de sus generales, se encierra en su despacho. Córdoba le comunica que afuera

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