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CONQUISTA Y VIRREINATO


Enviado por   •  23 de Enero de 2015  •  Informes  •  451 Palabras (2 Páginas)  •  221 Visitas

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CONQUISTA Y VIRREINATO

La primitiva Arequipa era un lugar escasamente poblado por algunos miembros de la nobleza incaica y grupos de mitimaes. Los primeros españoles que hasta allí llegaron, los padres dominicos Pedro de Ulloa, Diego Manso y Bartolomé de Ojeda, quedaron encantados con la región, estableciéndose en ella.

Poco después, el 15 de agosto de 1540, una expedición de 96 españoles (algunos de los cuales habían estado en la Isla del Gallo) al mando de don García Manuel de Carbajal (lugarteniente de Francisco Pizarro), decidió fundar en el valle del Chili la «Villa Hermosa de Arequipa», por parecerles el lugar una tierra muy promisoria.

Al año siguiente de su fundación, el rey Carlos V le otorgó la jerarquía de ciudad, y por real cédula del 7 de octubre de 1541 le concedió escudo de armas. En éste se representaba el volcán Misti, los árboles y tu río de sus alrededores. Además, un león simbolizaba el valor y espíritu bizarro de sus pobladores. Tiempo después (en 1575) el virrey Toledo, en atención a la fidelidad a la corona demostrada por sus habitantes, le confirió el título de «Muy noble y muy leal ciudad», posteriormente confirmado por los reyes Felipe II y Felipe III.

La actividad que pronto se hizo predominante fue la agricultura; se habían aclimatado con gran éxito la vid y el olivo, iniciándose al poco tiempo una próspera producción de vinos y aguardientes de uva, así como de aceite de oliva, sobre todo en la zona de Yauca.

Al usarse el sillar, un tipo de piedra volcánica abundante en la región, en las construcciones, la urbe virreinal empezó a adquirir su característico aspecto, llenándose paulatinamente de majestuosas casonas de hacendados, hermosos templos y monumentales conventos, como el de Santa Catalina.

Durante este período colonial Arequipa permanece tranquila y fiel a la metrópoli, lo que se explica si se tiene en cuenta que tuvo la mayor concentración de población blanca, superando incluso a Lima; en efecto, de 37 mil habitantes que tenía en la época del virrey Gil y Lemos, 22 mil eran españoles, 6 mil indios, 5 mil mestizos, 2 500 negros libertos y 1 200 esclavos. En Lima, en cambio, de sus 62 mil habitantes, sólo algo más de 18 mil eran hispanos.

Arequipa era, pues, casi un bastión español en el Perú, y obligadamente debía ser fiel a la Madre Patria. Su vida transcurría patriarcal y austeramente, y sólo movilizaban al pueblo las celebraciones religiosas, a las que acudía pleno de fervor y recogimiento. No siempre era la vida tan tranquila, sin embargo. La fuerza de los terremotos redujo gran parte de la ciudad a ruinas en 1582, 1687 y 1784, pero en cada ocasión el tradicional temple de sus habitantes volvió a levantarla.

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