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Conversación Con Gerardo Molina


Enviado por   •  8 de Octubre de 2014  •  10.736 Palabras (43 Páginas)  •  160 Visitas

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Ideólogo y político de izquierda antioqueño (Gómez Plata, agosto 6 de 1906 Bogotá, marzo 29 de 1991). Desde su infancia, Gerardo Molina Ramírez fue testigo de la injusticia social. Adolescente aún, se trasladó a Medellín y se matriculó en 1921 en el Liceo Antioqueño. En 1927, cuando se encontraba estudiando Derecho en la Universidad de Antioquia, en un medio conservatizado y escolástico, junto con otros compañeros realizó una huelga por la que fue expulsado de esta institución. Se trasladó a Bogotá, donde terminó sus estudios, en la Universidad Nacional, en medio de una atmósfera más liberal. El maestro Gerardo Molina constituyó una extraordinaria personalidad de mente prodigiosa y polifacética, en la que resaltó un elevado culto a la libertad y a la justicia social. Su temperamento se forjó con las grandes luchas políticas y sociales del siglo XX colombiano. Ideólogo, político, investigador e intelectual sensibilizado con la realidad del país, Molina fue un estupendo ensayista, con gran capacidad de síntesis y fina argumentación. Fiel a sus propósitos y leal a sus ideas, actuó como vocero de las clases populares colombianas, no sólo en el foro político y en la plaza pública, sino también en los sindicatos, en la tribuna de la prensa y de las revistas y en la Universidad, espacios que moldearon, al decir del profesor Gaviria Díaz, su inteligencia «haciéndola dúctil, abierta, sensible al cambio, al diálogo, a la confrontación permanente de lo que ayer parecía inconcuso con lo que hoy se atreve a desafiarla». En su larga trayectoria, su desempeño público fue siempre intachable y ejemplarizante, todo el tiempo manteniendo en alto las banderas de las reivindicaciones sociales desde la izquierda liberal. Tres veces representante a la Cámara (1933-1935, 1939-1941, 1962-1964); senador de la República en el período 1935-1939 y en 1982; personero de Bogotá entre 1942 y 1943; rector de la Universidad Nacional de Colombia entre 1944 y 1948; rector de la Universidad Libre en 1955 y entre 1960 y 1962; candidato a la Presidencia de la República en 1982; miembro del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos, durante la administración de Belisario Betancur; y miembro de las Comisiones de Paz nombradas durante los gobiernos de los presidentes Julio César Turbay Ayala y Belisario Betancur Cuartas.

Tempranamente, Gerardo Molina estructuró su pensamiento en torno a los grandes socialistas de su época, como Jean Jaurés y León Blum, sin desconocer a los clásicos, entre ellos a Carlos Marx. Por aquellos años entró en contacto con Jorge Eliécer Gaitán, primero como profesor universitario y después como jefe de la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR). También en la década del treinta se acercó a la figura de Alfonso López Pumarejo, con cuyas ideas y reformas se entusiasmó, dándole su respaldo y apoyo irrestricto porque su plataforma ideológica se aproximaba a los postulados socialistas. En 1942 se destacó como uno de los miembros más connotados de la Liga de Acción Política (LAP), que tendió a conformar el Partido Socialista de Colombia. En 1960 adhirió al Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), por el cual resultó electo a la Cámara de Representantes, aunque conservando su posición independiente. En los setenta se convirtió en el vocero de FIRMES, movimiento político socialista de corte nacionalista, por el cual fue candidato a la Presidencia de la República. Gerardo Molina hizo sus primeros ensayos periodísticos en Medellín, desde el Diario de Colombia, y en los treintas fue periodista de El Espectador. En 1943, como miembro de la Liga de Acción Política, publicó el periódico Acción Política, órgano difusor de las ideas socialistas. Escribió en La Calle, diario del MRL, y en revistas como Mito, Bolívar, Universidad Nacional, Universidad Libre y Horizontes, participando con ensayos de carácter social. Durante la violencia política de los cincuenta se exilió en París, donde efectuó un doctorado en Ciencias Políticas. Desde la revista Alternativa, vocero de FIRMES, criticó los gobiernos de su tiempo y la democracia restringida que vivía el país. El proceso histórico político colombiano lo sintetizó en sus libros Las ideas liberales en Colombia, Proceso y destino de la libertad, Breviario de ideas políticas y Las ideas socialistas en Colombia. Desde joven, Molina creyó que a la noción de Patria había que despojarla de su carácter exclusivista y exclusionista, para darle el que verdaderamente le correspondía, el de una categoría tan amplia como universal. En desarrollo de esta idea, trabajó arduamente por sacar adelante la reforma constitucional de 1936, que modificó la rígida Carta de 1886, acoplándola en lo posible a la realidad de su momento. Desde el Congreso trabajó por obtener derechos sindicales y de amparo a la clase trabajadora, conquistando los derechos de huelga, a la indemnización por despido injusto, a la remuneración de festivos, al servicio médico, al pago de vacaciones, a la indemnización por accidentes de trabajo en dinero y no en especie, y a la celebración del 1 de mayo como día internacional del trabajo. Incansable luchador por la educación y la cultura del pueblo colombiano, Gerardo Molina pregonó y defendió los fueros y la libre autodeterminación de la universidad pública. Concibió a la universidad pública como un mecanismo puesto al servicio de la Nación y de la democracia, animado por el propósito de contribuir a la liberación del pueblo. Ante todo, debía ser laica y nacional, en modo alguno confesional y privada; debía ser la «orientadora de la República». Molina puso en práctica estas ideas cuando ocupó las rectorías de la Universidad Nacional y de la Universidad Libre, lo que le valió el veto de la jerarquía eclesiástica y la recriminación de parte de los , sectores tradicionalistas, escandalizados con sus ideas sobre la Universidad como institución democrática y libre, taller de la nacionalidad, orientadora de la opinión pública y directora de la sociedad. Esencialmente, Molina creía en las virtudes de la cátedra abierta y en la autonomía de la inteligencia. Con su actividad política, Molina trabajó para sacar de las manos privadas la propiedad y el manejo de las actividades principales, para pasarlas a manos de la Nación. Su pensamiento era, ante todo, nacionalista. Creía en el socialismo pero compenetrado con la necesidad de «aumentar la riqueza nacional» y la defensa de la democracia y las libertades; un socialismo nacional, que no dependiera de ningún centro mundial, era el que podía dar las fórmulas para la reconstrucción de Colombia. Molina pretendió ganar el poder para colocarlo al servicio del pueblo colombiano. Su palabra y su acción nunca claudicaron para denunciar los recortes a la libertad efectuados por las dictaduras civiles, confesionales y militares, que sumergieron

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