De septiembre de 1810

16 DE SEPTIEMBRE DE 1810

Hace 200 años se iniciaba la lucha por darle libertad a México del dominio español. Tuvieron que pasar tres siglos para que se despertaran las conciencias de un pueblo que lo había pedido todo, pues al perder su libertad también perdió lo más preciado del hombre: su DIGNIDAD y con ello, el respeto a sus creencias y a su muy especial manera de ver la vida en todas sus manifestaciones.

Tuvieron que pasar trescientos años para que México en la desesperación de hombres como Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, Matamoros y ejemplo férreo de la mujer mexicana en la persona de Doña Josefa Ortiz de Domínguez, para que al grito de libertad, se iniciara el rompimiento con la corona española.

Muchos hombres murieron y los caudillos de este movimiento fueron decapitados, pensando que con ello se renunciaría a la lucha; pero su vida, su sangre y sus anhelos de una patria libre fueron el acicate para seguir con la batalla y no defraudarlos hasta alcanzar la victoria.

Trescientos años de dominio español, cambiaron la vida de México, pero nunca se perdió el deseo de ser libres, de ser libres para hacer y pensar y de ser libres para pelear el derecho de los demás a ser libres.

La tierra mexicana, el hogar de nuestros padres, por la contienda se tiño de rojo con la sangre de los héroes, pero, con ello, en su seno, siguió vivo el deseo de libertad y justicia. Muchos hombres murieron en el combate y jamás disfrutaron el triunfo, pero en los anales históricos queda registrado por siempre su esfuerzo y entrega para legarnos a un país libre.

Hidalgo, hombre de extremos en sus decisiones como jefe del ejército insurgente, tuvo momentos luminosos tales como, el decretar la abolición de la esclavitud y la restitución de las tierras. El, como ser humano no careció de errores estratégicos y equivocaciones en el momento de decidir algún punto de ataque, pero se ganó un lugar en la historia, dio un paso más y traspasó el umbral de la indiferencia la apatía y la abulia que dan la vida cotidiana, renunciando a la paz y a la tranquilidad hogareñas, para empuñar el fusil.

La grandeza de este héroe así como la de sus compañeros se encuentra en el acto íntimo, libre y voluntario de atreverse al reto de romper con el predominio español.

Hidalgo, fue superior, en cierto modo, a los hombres de su generación; era, por su sapiencia, un seductor que atraía y seducía, era un libro convertido en hombre y tuvo el arresto de cambiar la sotana y enarbolar el lábaro con la imagen de la virgen de Guadalupe para convertirla en la bandera de su ejército y un símbolo de unión de todos los mexicanos, independientemente de sus creencias, pero con el gran espíritu y decisión de lograr la libertad.

Hoy, estamos aquí para traer a nuestra memoria a todos los luchadores de la independencia, Tenemos que reconocer que estamos hechos

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