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Decadencia Del Imperio Romano


Enviado por   •  27 de Abril de 2015  •  3.082 Palabras (13 Páginas)  •  1.939 Visitas

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La Porta Maggiore de Roma. Grabado de Giovanni Battista Piranesi(1775).

La decadencia y caída del Imperio romano es un concepto historiográfico que hace referencia a las transformaciones operadas durante la Crisis del siglo III y el Bajo Imperio romano, que a partir de 395 condujeron a un rápido deterioro del poder romano, y al hundimiento del Imperio de Occidente, cuyo último emperador efectivo, Rómulo Augústulo, fue depuesto por el caudillo hérulo Odoacro, empleado al servicio de Roma.

La decadencia y caída del Imperio romano es una de las cuestiones más debatidas y estudiadas de la Historia. Es considerada por algunos como "el mayor enigma de todos", y ha sido uno de los ejes del discurso histórico clásico desde san Agustín de Hipona. La ruina de la “Roma eterna” ha perdurado como el paradigma por excelencia del agotamiento y muerte de las civilizaciones, una caducidad mundana interpretada como el precedente y anuncio del fin del mundo o, al menos, de la civilización occidental. Los siglosXX y XXI han visto multiplicarse el interés por este problema histórico, debido probablemente al hecho de que la civilización contemporánea tiene muchos rasgos comunes con la de la Antigüedad Tardía, y a que la cultura occidental está en un período de transición, como la Roma de los siglos III y IV.1

La historiografía ha oscilado entre una interpretación minimalista (la interrupción de la serie de emperadores en la parte occidental del Imperio) y una maximalista (el hundimiento de una civilización y el quiebro de una historia del mundo dividida en dos etapas: una antigua-pagana y otra moderna-cristiana). De igual modo, de un extremo al otro del espectro de teorías propuestas, se ha considerado el proceso como una larga transformación debida a fenómenos endógenos (la "decadencia") o un derrumbamiento repentino por causas fundamentalmente exógenas (la "caída"). En concreto, el término decadencia y caída hace referencia a la obra maestra del historiador inglés Edward Gibbon, quien, sin ser el primero en abordar el tema, en el siglo XVIII renovó la ciencia historiográfica por medio de su análisis del período tardo-romano, asumiendo una postura a medio camino entre las endógenas y las exógenas.

En la actualidad predominan las teorías exógenas menos dramáticas, aunque sin restar importancia a los problemas internos y las consecuencias que produjo la irrupción de los germanos en el Imperio. Esta concepción continuista defiende la pervivencia hasta época carolingia -a pesar de las invasiones y violencias- de las estructuras político-económicas fundamentales y de la concepción del poder del mundo tardorromano. Ya sugerida por el célebre historiador belga Henri Pirenne, esta corriente continuista tendría su mayor exponente en Walter Goffart, de la Universidad de Toronto, hasta cierto punto en autores como el británico Peter Heather, y en su caso más extremo en la muy criticada corriente fiscalista del francés Jean Durliat. Un ejemplo serían las palabras del profesor Gonzalo Fernández Hernández, de la Universidad de Zaragoza:

Por otra parte, sigue habiendo quienes defienden una visión más "catastrofista" y acorde a la concepción tradicional de este problema histórico, tal es el caso del arqueólogo británico Bryan Ward-Perkins. De igual modo, hay diferencias entre quienes ponen el acento en el carácter romanista endógeno de las transformaciones (como Goffart), y quienes por el contrario apuntan hacia el carácter germanista exógeno (como el austriaco Walter Pohl).

CAUSAS

A grandes rasgos, se pueden ordenar en siete categorías o clases las diferentes teorías sobre las causas del hundimiento del poder imperial romano en Occidente. Es difícil citar nombres concretos, ya que muchos de los que figuran en cada categoría podrían también aparecer en otros apartados. Los nombres que siguen, aun siendo representativos, no engloban a la extraordinaria cantidad de obras, autores y tendencias que se han pronunciado sobre el tema.

TEORÍAS RELIGIOSAS Y MORALES

La "culpa del cristianismo" fue uno de los factores a los que más se ha achacado la crisis del siglo V. Actualmente es una teoría sin peso y sin defensores, al menos en estricta puridad. Unir bajo un mismo punto de vista metodológico la progresiva crisis del mundo romano y la victoria del cristianismo, haciendo culpable a este último de la primera es un planteamiento voluntarista, excesivamente radical, que no responde a la realidad. La Iglesia no volvió la espalda al Imperio y, si algunos cristianos contribuyeron a debilitar la resistencia imperial, otros apelaron al patriotismo romano; durante el Bajo Imperio, el cristianismo triunfante sirvió de aglutinante a la sociedad romana.

• Historiadores tardoantiguos

Ya en la Antigüedad Tardía hubo intelectuales, como el historiador pagano del s. V Zósimo y su maestro Eunapio de Sardes, que echaron la culpa al cristianismo de los males que afligían del Imperio. Los paganos creían que la crisis se debía a que los dioses les negaban su protección por culpa de la expansión cristiana en el Imperio, lo que impulsó a gentes como Cipriano de Cartago, Agustín de Hipona, Salviano de Marsella o Paulo Orosio a defender lo contrario en obras como De civitate dei o Historiarum adversum paganos.

• Edward Gibbon.

La apologética pagana potenció su influencia con la Ilustración; la “Edad de la Razón”, señalada por su negación del pasado, su escepticismo religioso, y su crítica violenta al poder monárquico y la autoridad religiosa, no podía aceptar como algo positivo el absolutismo y la profunda influencia del clero y la religión en el Imperio romano tardío. Edward Gibbon en su clásico History of the decline and fall of the Roman Empire, aparecido entre 1776 y 1788, se planteó las causas de la decadencia del Mundo Antiguo desde estos presupuestos racionalistas, agnósticos, e incluso neopaganos, pero su mérito estuvo en hacerlo de una manera totalmente novedosa. Adaptando las ideas deTácito, el sabio inglés atribuyó la decadencia del Imperio a la pérdida de las virtudes cívicas, y echó la culpa al cristianismo, que predicaba un estilo de vida que influyó negativamente en la marcha de la gravísima crisis que padecía el Imperio desde la época de Marco Aurelio:

"En tanto en cuanto la felicidad en una vida futura es el gran objetivo de esta religión, podemos aceptar sin sorpresa ni escándalo que la introducción -o al menos el abuso- del Cristianismo tuvo una cierta influencia en la decadencia y caída del Imperio romano. El clero predicó con éxito doctrinas que ensalzaban la paciencia y la pusilanimidad; las antiguas virtudes activas [virtudes republicanas de los romanos] de la sociedad fueron desalentadas; los últimos restos

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