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Después de la familia tipo, ¿qué? A propósito de Historias de familia Por Mariana Cantarelli.


Enviado por   •  6 de Diciembre de 2016  •  Apuntes  •  2.626 Palabras (11 Páginas)  •  1.241 Visitas

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Después de la familia tipo, ¿qué? A propósito de Historias de familia

Por Mariana Cantarelli

La propuesta del texto es pensar esos nuevos vínculos familiares. Ser hijo de aquellos padres y ser padres de estos nos enfrentaba y nos enfrenta con preguntas, problemas y temores absolutamente distintos. Pero no se trata de una diferencia meramente generacional. No alcanza con decir que la diferencia es generacional. Como estamos ante un abismo, la distancia es de otra naturaleza.Nuestro universo vincular es radicalmente otro.Si asumimos que nuestro escenario es así,hay mucho que desandar y tanto que pensar.¿Por qué? Porque nuestras experiencias familiares son otras que las heredadas.Entonces, aparece una verdadera pregunta: ¿cómo pensamos eso que no se deja pensar desde lo viejo? Sospechamos que no se trata de una interrogación meramente sociológica sino intensamente existencial: ¿cómo pensamos (en verdad, cómo habitamos) los tiempos que nos tocan vivir? .

En definitiva, requiere que admitamos que las condiciones de la experiencia contemporánea no son las de un mundo disciplinario y ordenado sino la fragmentación general. En otros términos, nuestro horizonte no son las instituciones que disciplinaban el deseo y domesticaban la pasión sino la amenaza permanente de aislamiento. Por eso mismo, el problema de esta generación, la nuestra, no es la vinculación sino la desvinculación.

La pretensión de investigar los vínculos familiares en nuestras condiciones nos sitúa ante una segunda interrogación. Además de preguntarnos qué es lo que está cambiando en el campo de los vínculos, nos preguntamos: ¿cómo lo pensamos? ¿Con qué recursos? ¿Con qué estrategias?Porque, en principio, no se trata de pensar lo nuevo con lo viejo. Más bien, la empresa exige pensar lo nuevo desde lo nuevo. En resumen, los cambios nos enfrentan, además, con otra cuestión: los cambios alteran los vínculos pero también alteran las formas de pensar los vínculos. Si pensamos las nuevas configuraciones familiares con las viejas estrategias de pensamiento (construidas en otras condiciones de época),muy posiblemente no seamos capaces de captar lo vincular de estas novedosas experiencias.

Historia de familia registra el derrotero familiar de nuevos padres y nuevos hijos. Por un lado, el agotamiento del patriarcado como fondo de época. Por el otro lado, jóvenes y niños que no se dejan pensar por las viejas instituciones juveniles e infantiles. Sobre estos dos fenómenos, volveremos. Pero vale anticipar que tanto la destitución del patriarcado como la infancia moderna componen un cuadro de situación en el que el sufrimiento deviene otro, sobre todo si lo comparamos con el malestar dominante en tiempos modernos, es decir, cuando la familia (y el resto de las instituciones. Por ejemplo, escuela, hospital, fábrica, etc.) eran máquinas disciplinarias de la vida social.A partir de estos tres ejes problemáticos (alteración en el estatuto del sufrimiento, agotamiento del patriarcado y destitución de la infancia), nos interesa plantear las configuraciones familiares que resultan tras el desdibujamiento de la familia tipo.Veremos qué es lo que hay, veremos qué se puede construir en las nuevas condiciones.

El malestar vincular

Para Freud, la cultura es la fuente de malestar para los individuos. Pero, además de malestar, tiene la marca de un gran beneficio: seguridad y protección frente a los peligros que provienen de la naturaleza, el propio cuerpo y las demás personas.

¿De dónde proviene el malestar si, en rigor, es la cultura la que nos ofrece resguardo? En principio, procede de las restricciones que la cultura le impone a la libertad individual en nombre de la vida en sociedad. En definitiva, la cultura exige que los instintos más profundos sean acallados y reprimidos en favor de un valor superior: en este caso, la seguridad. La cultura es una suerte de transacción donde sacrificamos gran parte de nuestra libertad individual a cambio de protección social. Así definida, la cultura tiene el signo del malestar.

Cada momento histórico genera su malestar específico. Como somos testigos de un proceso de mutación en las relaciones sociales, no sería demasiado aventurado señalar que también somos testigos de la mutación en los padecimientos.

Si en las sociedades modernas el malestar era básicamente cultural porque surgía de los renunciamientos que cada sujeto debía imponerse para poder gozar de la protección que ofrecía la sociedad; hoy, por el contrario, ese malestar se ha trasladado a la esfera individual. Los sufrimientos contemporáneos se viven en soledad. El malestar en la cultura, es decir, el malestar por pertenecer a la cultura, deja paso al malestar por desvinculación. El escenario para la construcción vincular, definitivamente, es otro.

De la gran vinculación a la gran desvinculación

El Estado está en crisis; la política desacreditada; las identidades partidarias debilitadas. Estado, política y partidos operaban como máquinas de construcción social: ligaban, conectaban, enlazaban, unificaban. En definitiva, producían tejido social. La fragmentación, entonces, surge cuando aquellas instituciones que armaban la coexistencia social pierden capacidad de composición y ya no logran hilar, con la fuerza de antes, el tejido social. Ahora bien, la fragmentación no es un dato exclusivo de la situación argentina sino una condición general. Nuestra era es la era de la desvinculación y esto implica que la lógica social moderna se ha alterado esencialmente. Si la sociedad se caracterizaba por la composición de las partes en un todo superior y articulado vía el Estado y sus instituciones (la familia, la escuela, los partidos, la fábrica), los escenarios actuales se caracterizan por la dispersión de las partes. O más precisamente, por la imposibilidad de componer los diversos elementos heterogéneos en un conjunto superior capaz de organizar un juego social de reciprocidades.

Inseguridad, incertidumbre y desprotección

Según Bauman, lo específico del sufrimiento contemporáneo es la incertidumbre, la inseguridad y la desprotección. Son tiempos de fragmentación. Es cierto que esos padecimientos recorren otras situaciones históricas.

Las condiciones del mundo actual son básicamente inciertas. Justamente por eso, la incertidumbre contemporánea no es un fenómeno accidental sino habitual: es el suelo mismo sobre el que vivimos. Pero lo verdaderamente novedoso de esta situación, para Bauman, no radica en la necesidad de actuar en condiciones de incertidumbre, sino en la tendencia a destruir las defensas construidas con el fin de combatirla. Más fragmentación.

No hay dudas que son tiempos difíciles,tampoco hay dudas que son tiempos de construcción. Si es cierto que la fragmentación es la

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