Durante el Período Formativo u Horizonte Antiguo

Durante el Período Formativo u Horizonte Antiguo, en la sierra hubo un punto de partida con un imponente templo ubicado en las tierras altas de Ancash, llamado Chavín, el cual llego a su máximo esplendo entre el 1000 y el 300 a.C.

Más que un centro ceremonial, Chavín, era un conjunto de manifestaciones, que se expandió a las distintas zonas adquiriendo conocimientos, técnicas y tradiciones de la costa, la sierra y la selva. En los muros se observa la ferocidad de sus dioses, que tienen rostros con colmillos, pedazos de cuerpos destrozados, calaveras y huesos. La casta sacerdotal es la que podía interpretar la voluntad de las deidades, forjaron una relación con los campesinos y artesanos, los cuales para obtener mejores cosechas debían tributar (en especies o en trabajo), ya que si no lo hacían, la naturaleza hostil manejada o conformada por los dioses podían castigarlos en cualquier momento. Los dioses como la naturaleza reúnen los poderes del bien y el mal simultáneamente.

Al principio Chavín fue solo un centro ceremonial, constituido por el templo y las moradas de sus servidores, pero al crecer su fama obligó a la construcción de más centros como el “templo nuevo”, que fue un inmenso complejo que albergaba a una población más numerosa, con almacenes y depósitos, para guardar los tributos, y la redistribución que se hacía en un carácter festivo.

La influencia Chavín se extendió por los andes, recibiendo cuantiosas tributaciones y ofrendas de todas partes, viniendo sacerdotes de otros lugares a obtener conocimientos y técnicas de Chavín (acerca de cómo controlar la naturaleza probablemente).

Pero también fue un  tiempo de guerras y grandes conflictos, que tenían como fin ocupar las zonas agrícolas para acrecentar el templo aumentando su prestigio, dominando a sus vecinos tomando asi mano de obra justificada con la acción de los dioses poderosos, con sacerdotes influyentes y guerreros sanguinarios.

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