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EVOLUCION DE LA POBLACION EN MEXICO


Enviado por   •  21 de Enero de 2013  •  3.779 Palabras (16 Páginas)  •  2.521 Visitas

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Evolución de la población y sus políticas

A un siglo de iniciado el movimiento de la Revolución Mexicana, el país ha vivido una serie de cambios demográficos innegables; algunos de los cuales no han revertido su tendencia desde entonces —como el incremento en la esperanza de vida, el decrecimiento de la mortalidad infantil o el crecimiento de la población urbana frente a la rural— mientras que otros no han seguido una evolución lineal —como la fecundidad— e, incluso, se espera que en el futuro se comporten de manera inversa a como lo han hecho hasta ahora —como la mortalidad general.

De acuerdo con datos del censo de 1910, México contaba entonces con una población cercana a 15.2 millones de habitantes (7.5 millones de hombres y 7.7 millones de mujeres) y su estructura por edad era sumamente joven, pues 42% de la población correspondía a individuos de 15 años de edad o menos. Entonces, la proporción de adultos mayores (65 años y más) representaba apenas al 2% del total.

La lucha revolucionaria con la que el país entra a la segunda década del siglo XX impactó notablemente no sólo la vida social y política de México, sino también sus características demográficas. En el denominado Censo General de Habitantes de 1921 oficialmente se contabilizó a una población de 14.3 millones de habitantes (7.0 millones de hombres y 7.3 millones de mujeres),es decir, alrededor de 900 mil habitantes menos. En la historia demográfica del país, éste es el único ejercicio censal que ha registrado un monto de población inferior al del censo precedente.

El decremento en el volumen de la población, registrado a once años de iniciado el movimiento armado, obedece a las muertes ocasionadas por el mismo conflicto, pero también a otros factores, como el incremento de la migración, la disminución de los nacimientos, así como la mortalidad por propagación de enfermedades infecciosas y parasitarias, tales como la influenza española, brotes de tifo, meningitis, fiebre tifoidea y sarampión. La escasa tecnología en materia de salud de la época y las difíciles condiciones que experimentaba la infraestructura sanitaria del país en aquel momento, dificultaban el tratamiento de las enfermedades, las cuales terminaban por convertirse en epidemias.

Sin embargo, en los años posteriores al periodo revolucionario el proceso de reconstitución del país mejoró de manera sensible las condiciones de vida de la población, avance que se ha sostenido gradualmente a través del tiempo, aunque el perfil epidemiológico ha tendido a complejizarse. De este modo, desde entonces el incremento poblacional en términos absolutos ha sido constante.

Al inicio de la década de los años 30, México aún se encontraba convulsionado, tanto por acontecimientos nacionales —como la crisis política del momento que derivó en el asesinato de Álvaro Obregón en 1928—, como internacionales —la crisis económica causada por la Gran Depresión de 1929.

Ante la necesidad imperiosa de recomponer la dinámica social del país y sentar las bases para su desarrollo, tomó fuerza la noción que relaciona a éste con el volumen de la población. Así, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, el objetivo de poblar a México a través de diversas iniciativas fue consignado en la primera Ley General de Población del país, promulgada en 1936.

Las acciones emprendidas por la administración pública bajo la orientación de esta ley se relacionaban, sobre todo, con políticas pronatalistas, incentivos a la inmigración de extranjeros y con la repatriación de mexicanos que habían dejado el país por el conflicto armado.

Las mismas preocupaciones se plasmaron en la Ley General de Población de 1947. En la nueva década se experimentaba ya un periodo de crecimiento económico importante que requería ser traducido en desarrollo social. Este documento destacaba la importancia de promover la natalidad, la necesidad explícita de disminuir la mortalidad y la procuración de inmigrantes, preferiblemente “extranjeros sanos de buen comportamiento y que sean fácilmente asimilables a nuestro medio con beneficio para la especie y para la economía del país.”

Como producto de tales políticas poblacionistas, en 1950 México contaba ya con 25.8 millones de habitantes y con una estructura por edad aún muy joven (42% de la población tenía menos de 15 años). El énfasis de décadas anteriores en la política de poblar México mostró claramente sus efectos a principios de los 60, cuando la tasa de crecimiento medio anual ascendió a 3.1% y la población se situó en 34.9 millones de habitantes (17.4 millones de hombres y 17.5 millones de mujeres).

En esta etapa de vertiginoso incremento en algunos indicadores demográficos, la atención en la política de población y, por ende, en la planeación demográfica, dejó de centrarse en fomentar el incremento poblacional y se focalizó, mediante el debate político que se extendió a décadas posteriores, en considerar a dicho incremento como un condicionante necesario para detonar y sostener el proceso de desarrollo económico y social, pero que debía comenzar a controlarse.

Así, los años 70 estuvieron marcados por la toma de decisiones cruciales en materia de planeación demográfica que dieron un nuevo giro a la forma de entender y conducir la relación entre la población y el desarrollo. La explosión demográfica prevaleciente amenazaba con volver insuficientes los recursos generados por el crecimiento económico y ya comenzaban a ser evidentes las desigualdades en el reparto de los dividendos de dicho crecimiento.

En su primer informe de gobierno, el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez declaró que la población había alcanzado los 50 millones de habitantes y pronosticaba que “previsiblemente la población del país se duplicará antes de que transcurra un cuarto de siglo”.

De haberse mantenido los patrones de crecimiento alcanzados en 1970, las predicciones del gobierno en turno podrían haberse cumplido, sin embargo, la visión que se tuvo en el momento derivó en la aplicación de una política demográfica sin precedentes.

En ese año los temas poblacionales impulsaron internacionalmente a México como un país a la vanguardia en la materia. En 1974 la ONU distinguía a nuestro país como la sede de la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer, en donde se reiteró que la política demográfica de cada nación depende de su voluntad soberana, que debe integrarse a la estrategia general sobre el desarrollo y respetar al ser humano y a la pareja, única responsable de elegir de manera informada y libre el número y espaciamiento de los hijos. En este contexto se promulgó la nueva Ley General de Población de 1974 y, por mandato de ésta,

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