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El Mito De La Caverna


Enviado por   •  11 de Abril de 2014  •  2.501 Palabras (11 Páginas)  •  283 Visitas

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¡Basta de Mentiras!

Las Cavernas Políticas y Religiosas tienen salida

Por Benjamín Arias Acosta

Son más que un mito platónico, una realidad disfuncional. Una completa distorsión de la realidad.

Un laberinto con miles de trampas envueltas en celofán de menta con sabor a despensas y paraísos inalcanzables.

“El mito de la caverna -también llamado alegoría de la caverna- es una explicación metafórica, ideada por el filósofo griego Platón, sobre la situación del ser humano ante el conocimiento:

En esta, Platón nos presenta a varios hombres prisioneros en una caverna. Al estar atados por el cuello, no pueden girar su cabeza y solo alcanzan a ver el fondo de la estancia.

Detrás de ellos hay una hoguera que ilumina la cueva, y un pasillo por el que circulan hombres con todo tipo de objetos. Las sombras de estos últimos se proyectan en el fondo de la caverna, y esto es lo que ven los encadenados: proyecciones que confunden con la realidad.

El mito de la caverna da un giro cuando uno de los prisioneros es liberado, sale de su ‘prisión’ y comprueba que la realidad es otra(este sería el filosofo), con un mundo de ideas que "proyectan" lo que nosotros llamaríamos lagos, árboles, animales(todas las cosas)…

Este mundo representaría el mundo de las ideas de Platón, donde estas las ideas esenciales de cada cosa en el mundo, donde también están las ideas matemáticas, luego ideas mas puras como la de belleza, justicia, entre otros; la mas pura de todas que es la idea de "BIEN", representada en el mito como el sol, es una idea tan pura que con solo contemplarla nos quema los ojos.

Feliz con su nueva percepción, el prisionero liberado vuelve con sus antiguos compañeros para relatarles que fuera de la caverna se encuentra la realidad, y que lo que ven no son sino sombras.

¿Cuál es la reacción de quiénes aún permanecen en la caverna? Se ríen del liberado. Piensan que la luz le ha cegado, que por eso dice tales cosas. Para demostrar lo contrario, el citado hombre libre trata de quitar las cadenas al resto, pero estos se niegan y amenazan con matarle.

El mito de la caverna de Platón pretende afirmar que muchos vivimos cómodos en el engaño, cuando hay una realidad ahí afuera esperándonos. Ese sería el objetivo de la filosofía para Platón”.

Definitivamente es un clásico, una genialidad para promover el autodescubrimiento, la autorreflexión y el progreso personal. Un pensamiento que resuena en las mentes de los estudiantes que de repente se pierden en el laberinto de la fe, de lo material y más delante de lo político cuando comienza a sentir lesionado su bolsillo.

Hoy vemos que esa laberíntica caverna compartida entre los Administradores de la Fe y de la Esperanza en la que nos tienen generacionalmente inmersos los detentadores está muy bien representada en nuestros tiempos a través de la principal sombra que se llama Televisión, la radio y ahora también en las redes sociales, amén de los medios de comunicación que conforman “la piel del cuarto poder”. (1)

Descubrimos con mucha sorpresa que esos laberintos solo tienen una salida placentera que se encuentra muy lejana y estrecha, pero además está bloqueada con miles de castigos y cargas emocionales que nos dividen en dos soluciones, seguir adelante o quedarnos como estamos.

El contrato bíblico imperialista (2) en el que la Iglesia obliga a los prisioneros de sus cavernas a rendir tributo al emperador no tiene más objetivo que mantener separado el espíritu de la razón -en la barbarie e ignorancia pues- tan peligrosos para el Sistema cuando el hombre alcanza a comprender y recupera su libertad.

Pero esa libertad, la debemos entender desde un punto de vista interno, recuperar nuestro espíritu y nuestra razón, sumarla a nuestra voluntad y unificarlos para constituirnos en un ser humano progresista en toda la extensión de la palabra.

Desencadenar nuestra voluntad no es sencillo, ni mucho menos rápido. Habrá que sacarla de las losas con que ha sido envuelta con los dogmas y principios moralinos por un lado y con modas, tendencias, absurdos musicales por el otro.

Sin olvidar los resultados de una sociedad ansiosa por consumir lo que sea, generando entropía y violencia, generando así más mercado para la culpa y más leyes para el sometimiento.

Esas pesadas losas, cargadas de sombras y voces amenazantes, no son fáciles de erradicar, son todo un reto personal. Es como atreverse a cruzar esa idea de que la tierra es plana y que más allá del mar existe un vacío espantoso.

Definitivamente atrevernos a cruzarlo y convertirnos en los bíblicos “impíos” (3), yo diría en seres humanos libres de dogmas y cadenas mentales.

Entendido al ser humano como aquella persona que es responsable de sus actos, conciente de sus resultados, y libre para solucionar cualquier conflicto que se le presente en su andar, sin preocuparse por más reglas que la contenida en una regla moral universal: Hacer lo bueno sin permitir que lo malo nos someta y debilite.

Considerando lo bueno como todo aquello que nos eleva la salud, la fuerza, la razón y lo malo como todo aquello que va en contra de la libertad y progreso del Ser Humano. Combatirlo poco a poco es labor de titanes y debe sumar generaciones liberales desde ayer.

Las señales no mienten, ya es una realidad que la famosa ortodoxia religiosa ha comenzado a suavizarse en torno a las diversas expresiones y capacidades del género humano (4) en tanto que en lo político ya no existe tolerancia, paciencia, negociación, los famosos “buenos oficios” se han extinguido con la incursión sobrevaluada de los Timócratas en el Poder, cuadrados en sus decisiones dictatoriales.

En el laberinto eclesiástico, se podría decir que aquellos que eran intolerantes y ahora se ponen una careta que podría definirse como “progresismo hipócrita”, pues para evitar la desbandada de feligreses dejan de apuntar a la “oveja negra” y aceptan a las “ovejas grises”, -entendiéndose la alegoría en los propios términos religiosos- para quedar bien con su Dios ante el decremento de aspirantes al paraíso y el incremento de condenados al infierno.

Para ellos, en su visión obligadamente “práctica”, definitivamente no puede ganar el Diablo, no puede perder el temor al pecado. No puede perder la Fe por la Fe misma. Es imposible pensar que ya habemos más seres humanos interesados en progresar

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