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El Mundo Q´eqchi´


Enviado por   •  26 de Mayo de 2014  •  2.223 Palabras (9 Páginas)  •  359 Visitas

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EL MUNDO Q’EQCHI’ DE GUATEMALA.

Los q’eqchi’es constituyen uno de los más de veinte pueblos mayas que habitan hoy en Guatemala. Se estima que su población actual se acerca al millón de personas, distribuidas en los departamentos de Alta Verapaz, Petén e Izabal, en donde constituyen la mayoría de la población, además de algunos municipios de los departamentos delQuiché, Baja Verapaz y del distrito de Toledo, en Belice. Es el grupo que ocupa el mayor territorio en Guatemala y el que presenta un mayor porcentaje de monolingüismo.

Con respecto a su idioma, el q’eqchi’ ha sido tradicionalmente clasificado como lengua quicheana, ubicándolos como uno de los pueblos llegados de Tollan. Sin embargo algunos autores han rechazado esta visión, sosteniendo que su asentamiento en Alta Verapaz data de épocas más tempranas, como resultado de oleadas migratorias emprendidas hacia el S.VI desde Petén hacia el sur en busca de mejores tierras. Desde esta perspectiva, los q’eqchi’es serían el primero o uno de los primeros pueblos mayas asentados en la Verapaz, lo que los relaciona estrechamente con los choles que la colonización de las tierras q’eqchi’es se realizara de manera distinta, favoreciendo el estado de aislamiento con respecto al poder colonial, situación que más o menos se mantuvo tras la independencia.

Pero hacia la segunda mitad del S.XIX se modificó de manera drástica, a raíz de las reformas liberales. En 1871el gobierno de Justo Rufino Barrios dictó nuevas leyes sobre la tenencia de la tierra, que permitieron la creación de enormes fincas a lo largo y ancho de Guatemala. Con ello, las fértiles tierras q’eqchi’es pasaron a manos de nuevos propietarios que casi siempre eran extranjeros, lo que significó la expulsión de sus tierras ancestrales y su desplazamiento en busca de nuevas áreas libres para cultivar la tierra. Proliferaron en la región grandes fincas cafetaleras alemanas, seguidas por explotaciones de cardamomo, banano, maderas y otros productos de agroexportación. La presencia alemana fue seguida por la estadounidense, siempre concebidos por el Estado, la sociedad ladina y el resto del mundo como “civilizadores” de los indígenas. a naturaleza como alteridad es tan importante en el pensamiento indígena de tradición mesoamericana que sus elementos –el cerro, el valle, el agua– resultan indispensables para la construcción del cuerpo social y político de las comunidades. Según la visión q’eqchi’, en la naturaleza siguen viviendo y actuando seres que pertenecen a épocas anteriores. Es el caso del ch’ol winq, el antepsado maya jamás conquistado, por quien se siente una mezcla de admiración, respeto y temor. Es también el caso de los cerros, el rayo y los animales como antepasados que habitaron la tierra en un tiempo primigenio y que protagonizan los relatos cosmogónicos que todavía se cuentan e algunas aldeas.

Los q’eqchi’es son aj ral ch’och’, hijos de la tierra. Dentro de su visión de mundo ocupa un lugar central el Tzuultaq’a, el “Dios Cerro-Valle” como lo han traducido algunos autores, que es el Dueño de la tierra, cuidador. Cuida también el lago, los ríos y sus criaturas. Esta entida divina y sagrada es un ser vivo y dual: es cerro y valle, adentro y afuera arriba y abajo, femenino y masculino, madre y padre, uno y múltiple. El protector y proveedor, pero también es vengativo y castigador como quienes no utilizan las cosas de la naturaleza como debieran. Así cuando el espíritu del maíz llora porque ha sido maltratado, el Tzuultaq’ interviene para castigar a quien así ha actuado.

El Tzuultaq’a es espíritu y materia, se manifiesta en forma humana animal ante los q’eqchi’es, quienes también pueden verlo en lo accidentes de la naturaleza ya que su cuerpo físico es la montaña rostro, naríz, boca y ojos. Habita en la montaña y es la montaña misma.

Dicen algunos que hay trece tzuultaq’aes mayores o principales, pero que también hay otros menores. A cada pueblo o aldea correspondio un Tzuultaq’a que les proporciona cuidado, alimento y guía. A cambio la comunidad respeta al Tzuultaq’a, se comunica con él y lo alimenta través de ofrendas que siempre incluyen copal pom y candelas. Le piden protección y apoyo para botar los árboles, preparar la milpa sembrar y cosechar, para ir de cacería, inaugurar una casa, proteger un recién nacido o hasta para que los padres de una muchacha den s aprobación para que esta se case. Parece que todo acto social de trascendencia en la vida q’eqchi’ tiene que ver con el Tzuultaq’a.

Tierra e identidad en la narrativa oral q’eqchi’ La tradición oral q’eqchi’ es producto de saberes colectivos heredados y construidos históricamente, lo que significa que está compuesta tanto por elementos “originales” o pertenecientes a la tradición prehispánica y por otros derivados de siglos de evangelización, colonialismo y capitalismo.

En la narrativa de tradición oral no existe un autor individualizado ya que se trata de creaciones colectivas. Son producto de elaboraciones y relaboraciones, realizadas de manera constante y fluida a nivel comunitario. Expresan la memoria colectiva y reflejan los ideales y valores de la(s) comunidad(es) q’eqchi’.

Los relatos están también construidos para el pueblo q’eqchi’, elaborados desde una orientación ideológica particular —producto de la historia y la cultura q’eqchi’— y con una intencionalidad concreta: mostrar cómo es y cómo debe ser la moralidad q’eqchi’.

Como relatos de tradición oral, van más allá de la expresión de un pasado lejano añorado e idealizado: expresan una visión de la realidad compartida por el pueblo q’eqchi’ y se proponen conmover al receptor, causando sobre él un tipo emoción particular, orientada a revalorar las prácticas tradicionales q’eqchi’es que tienen que ver con la tierra, tanto a nivel material como simbólico, como una necesidad para mantenerse como colectividades.

Los relatos reflejan un tema que preocupa e incluso obsesiona a los q’eqchi’es: el hecho de que la relación que como comunidad mantienen con la tierra ha sido alterada, pervertida.

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